Capítulo 12:

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No he visitado a mis padres en semanas. Lo he aplazado debido a que cada vez que me invitan a Houston, tienen una cita medio a ciegas preparada para mí. No completamente a ciegas debido a que mientras yo no tengo ni idea de cómo lucirá el hijo de su amigo o amiga con el que intentarán emparejarme, ellos sí le habrán enseñado fotos, desde que era un bebé hasta la última que subí en Instagram, y hablado de mí. Mi madre está obsesionada con ser abuela antes de cumplir los cincuenta y mi padre, aunque no es particularmente machista, quiere un nieto al cual enseñarle todo lo que sabe sobre el mundo inmobiliario. Aunque mi carrera está relativamente relacionada con la suya, mi cero interés en los negocios más allá del diseño ha despertado en él la necesidad de traspasarle todos sus conocimientos a alguien más. Aunque eso también podría hacerlo con una nieta, quizás habla de un niño porque también sueña con cumplir con todo lo que no hizo conmigo mientras crecía, puesto que siempre fui molesta e irritantemente femenina, como mamá, como jugar con la pelota o llevarlo a partidos de fútbol americano por todo Texas sin camisa y con palabras de aliento a su equipo escritas con marcador en su piel como, vergonzosamente, hace todavía con los vecinos.

A pesar de que normalmente no les prestaría atención a sus solicitudes de un bebé en la familia, a estas alturas creo que ni siquiera les importaría que fuera madre soltera, los últimos acontecimientos me obligan a pensar en ello mientras conduzco a mi ciudad natal, a dónde no pude evitar escapar cuando mi madre insistió en que fuera durante el fin de semana. No niego que un día quiera ser llamada mamá por alguien, pero quiero formar mi propio hogar primero. Quiero casarme, diseñar una casa para mi pareja y para mí, disfrutar nuestra relación por unos años viajando alrededor del mundo y luego, cuando ya todas mis metas laborales se cumplan y no solo esté diseñando casas, tener un bebé.

Lo irónico del asunto es que nunca he podido ser capaz de imaginarme haciéndolo con Tanner. Cuando pienso en mi futuro, solo veo un hombre con un rostro en blanco. Quizás esto se debe a que lo he visto hacer con alguien más todo lo que tengo en mente, así que a pesar de que siempre lo que he querido más allá de lo razonable, el recordatorio constante de que no es mío me ha obligado a no ver más allá del presente o de mis emociones.

*****

─Por fin ─susurro con un suspiro cuando, después de dos horas y media de viaje, me estaciono frente al elegante restaurante en el que almorzaré antes de ir con mis padres.

Son maniáticos con respecto a las comidas y sus horarios, sobre todo mi madre, quién luce como de treinta a pesar de estar a mediados de los cuarenta, por lo que no habrá nada cálido y recién hecho para mí cuando llegue a casa debido a que son más de las doce. Retoco mi maquillaje y me aplico un poco de perfume antes de bajarme del auto, puesto que después de conducir tanto me veo cansada y demacrada. Si no tuviera tanta hambre o no le tuviera tanta estima a la persona esperándome, ya por media hora en la mesa, me habría ido directamente a dormir a mi vieja habitación de adolescente. Llevo vaqueros oscuros y sandalias altas con un top suelto, ropa cómoda y ligera en comparación a lo que me gusta usar, pero eso no impide que Malcolm se levante apenas me vea y me haga girar sobre mí misma, atrayendo la atención de otros clientes y del personal, apenas me ve.

─Tanto tiempo sin verte ─murmura estrechándome contra sí, lo cual trae una mueca de dolor a su rostro debido a que probablemente aplasté alguno de sus golpes durante el partido. Al ver la mirada de preocupación en mi rostro, puesto que vi cómo el integrante del equipo contrario lo tacleó en su último partido, sonríe despreocupadamente─. No sirvió de nada. Ganamos.

Tras hablar se encoje de hombros, lo que trae tensión a sus facciones debido al movimiento, pero aun así se inclina para sacar mi silla de la mesa como el caballero que es a pesar de tratarse de uno de los hombres más mujeriego y codiciado que conozco. El hecho de que las mujeres lo quieran, sin embargo, no solo se debe a su atractivo, sino a lo dulce y amable que es a pesar de que les deja en claro a todas ellas que no está buscando una relación. Debo darle el crédito de ello. No es el idiota habitual.

Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now