57

267 51 18
                                    

Elaia llegó como un vendaval esa mañana, corrió a mis brazos y me abrazó con fuerza, asegurándome que estaba mortalmente preocupada

Cuando ella y mi tía hicieron preguntas les dije mentiras. Había cosas con las que no era necesario ser sincera.

Eli pasaría esos días en casa de mi tía mientras yo estuviera en clase, pero ella le había insistido tanto para venir que Linnet no pudo resistirse.

Tenía algunas cosas que preparar para el domingo siguiente. Si todo salía bien Hannah estaría muerta y Alexei en prisión antes de que debiera tomar el bus del viaje con mis compañeros.

Eliseo me fue a buscar esa mañana para llevarme a clase tal como le había pedido, pero le dije que hiciera un desvío: necesitaba otro aliado grande en esta situación.

—¿De verdad no puedes esperar? Llegarás tarde a clase otra vez —me preguntó preocupado.

—Eliseo, dadas las circunstancias, lo que menos me interesa ahora es llegar tarde a clases —le dije.

Le había comentado lo justo y necesario. Que Alexei me había amenazado matando a un amigo y que ahora me alejaría de él para que no corriera peligro. Eliseo no estaba muy convencido con ese plan, pero había aceptado solo porque le dije que su cercanía me ponía en peligro.

En mi mente, estaba armando una muy cuidada línea de aliados y lazos cortados. En mi mente luego del domingo siguiente todo volvería a a normalidad... o incluso veía el rayo de esperanza de algo mejor que mi normalidad.

Eso si no me mataban antes, claro estaba.

Las puertas de la mansión Bunner se abrieron para darnos el paso. Los guardias nos recibieron con cortesía y Eliseo me escoltó a la zona de la piscina, donde el sir estaba desayunando junto a su esposa y Katharina.

Hannah palideció al verme pero puso su mejor cara de desagrado mientras el sir me ofrecía un asiento.

—¡Que bueno verte, estrellita! —dijo.

—Lo mismo digo, sir —dije sentándome.

Eliseo dio un beso en la mejilla de su madre, otro en la de Kath y palmeó la espalda de su padre antes de sentarse a mi lado. Kath movió la mano en mi dirección y repetí el gesto.

—¿Qué hace aquí? —preguntó Hannah sin mirarme.

—Oh, vine a tomar el desayuno con ustedes —comenté con simpleza.

—Yo la llamé, Hann. Necesito que haga algo por mí —dijo el sir con seriedad.

Lo había puesto al tanto de que quería hacer algunas cosas y que debíamos mantener una conversación en privado.

—¿Y que es eso? —siguió su esposa revolviendo el café sonoramente.

—¿Tengo que contarte todo lo que hago con mis empleados? —dijo el sir con el ceño fruncido.

—Deberías, soy tu socia y esposa...

—A veces olvidas ambos papeles, Hann. Pero te diré: Dannika está aquí porque logró lo que nadie ha logrado: infiltrarse en el clan Romanov. Me ha brindado información valiosa y está lista para dar un gran golpe y hacernos con el dominio de un importante político. Rooney Adams —dijo con orgullo el sir.

—Pero Alexei se encarga de la campaña de ese hombre —dijo Hannah. ¿No se dio cuenta de la forma asquerosa en la que dijo el nombre de su amante?

—Pero su hija está en mi clase y este viernes oficiará la fiesta del cierre de campaña y estamos invitados todos los del curso para hacer ver que hay más gente —expliqué.

Deuda de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora