Deuda de sangre

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Pensándolo en retrospectiva no había obtenido lo que merecía.

Ahora estaba sentada con Sabrina y Eli en casa mientras desahogaba mis emociones en su hombro y ellas me aseguraban que las cosas habían ido bien y que era una maldita suertuda porque ninguno me había arrancado la cabeza.

Vamos, que hablábamos de mafiosos ricos y peligrosos, acostumbrados a que todo el mundo se inclinara ante ellos y sus deseos, ya fuera en base a su dinero o a amenazas.

—Al parecer tienes a los dos últimos chicos comprensivos sobre la Tierra en tus manos —dijo Sabrina.

—Si les soy sincera, tuve un poco de miedo hoy, pensé que se lo tomaría peor —confesé.

—Claro, Danni, los hombres son peligrosos y los hombres con inmunidad lo son aún más —me consoló mi amiga mientras Eli asentía con la cabeza, de acuerdo con sus palabras.

—No sé que me pasa, juro que no creí que sentirse así por dos personas fuera posible —expliqué trayendo a colación mi dilema amoroso.

—Tienes corazón poliamoroso, Dannika —me informó Sabrina y acto seguido buscó algo en su teléfono—. Corazón poliamoroso: dícese de una persona con un "corazón" capaz de albergar sentimientos románticos por dos o más personas a la vez, este tipo de personas suelen sentirse cómodos en relaciones poliamorosas —recitó la definición de internet.

—¿Relación poliamorosa? Eh, no —dije tajante.

—Cierto, no te veo como alguien capaz de manejar los celos —acotó mi hermana.

—No soy celosa —protesté.

—No hablo de tus celos, Dannika —siguió Elaia rodando los ojos como solía hacer yo.

—Bueno listo, al parecer soy una persona complicada, pero no quiero pensar en eso ahora, ¿sí? Descubrí cosas importantes hablando con Eliseo —dije y procedí a contarles la parte en la que Eliseo me decía que su padre me quería muerta para alejarme de él.

La respuesta más lógica por parte de ambas fue decirme que tenía que estar lejos de sir inodoro (mi hermana encontró ese apodo de lo más divertido aunque al principio se rehusaba a pronunciarlo). Y que lo mejor que podía pasarme era que Eliseo me diera la patada para que Erick Bunner perdiera su interés en mi destrucción.

Cuando vieron mi cara de sufrimiento dejaron de decir eso y aseguraron que hallaríamos la solución.

—Sigo creyendo que deberías venir a hablar con mi madre, ella además de sexóloga es psicóloga y creo que podría orientarte y sabes que puedes confiar en ella —dijo Sabrina encogiéndose de hombros y volviendo al que parecía su tema favorito.

—¿Ella está mejor? Lamento no preguntarte —dije sintiéndome apenada. Estaba descuidando a mi amiga, portándome egoísta.

—Sí, tiene días mejores y peores, no te preocupes, sé que tienes cosas en la cabeza a montones y que a veces se te pueden pasar cosas —dijo comprensiva.

—¿Pero sabes qué no se me pasa? Que si no te vas ahora vas a llegar tarde al ensayo y eso no lo podemos permitir tan cerca del concurso —le dije poniéndome de pie, dispuesta a echarla.

Pero su rostro culpable me hizo mirarla fijamente.

—Yo... —empezó.

—Ay no, siento que luego de eso viene una declaración desastrosa —dije llevando mi mano a la frente. Elaia se rio ante mi gesto dramático.