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Eliseo bajó la escalera conmigo rodéandome los hombros con un brazo. Eli alzó una ceja en mi dirección pero no dijo nada.

Ella y Sabrina eran las que más sabían respecto a mis sentimientos y lo ocurrido estos días, pero jamás les había dicho nada sobre mi sentir por Eliseo y Gavrel.

Aunque por la mirada de Eli pude saber que estaba atando cabos.

Si Alexei había amenazado nuestra vidas si seguía en contacto con su hermano, ¿cuál era la mejor forma de alejarlo? Decirle que elegí a Eliseo.

Me lanzó una mirada reprobatoria cuando Eliseo se dirigió a la puerta. Me despidió con un sonoro beso en los labios y una sonrisa que le devolví sin problemas y volví a la cocina.

—No se lo va a tragar mucho tiempo —dijo Eli con severidad.

—Lo elijo, Elaia —le repliqué.

—Sí, porque con Gavrel no puedes estar. Lo usas como excusa y eso es egoísta e injusto para él. Tú no eres así. Has sido sincera con ellos todo el tiempo...

—No del todo —la corté.

—No decirle a Gavrel el pacto con el sir no cuenta, porque nunca lo cumpliste, tus sentimientos siempre fueron reales.

—No se enterará. Lo haré feliz, Eli —le dije. Lo cierto es que estaba convencida de mis palabras.

—Uno no puede ser feliz siendo la segunda opción de nadie —me dijo poniéndose de pie.

—Él no lo sabe ni lo va a saber —dije mirándola con los ojos llenos de intención.

—No, yo no se lo voy a decir, él lo notará solito —dijo y volvió a sentarse.

—No lo hará —afirmé.

—Ni siquiera tú puedes fingir amor, Dannika.

—No estoy fingiendo. Sí lo amo —dije.

Ella alzó las cejas y le mantuve la mirada sin titubeos.

—Bueno, eso te lo creo. Pero a Gavrel lo amas más... serás siempre miserable. No creas que tus sentimientos cambiarán al estar con Eliseo.

—¿Desde cuando eres una gurú del amor? —pregunté divertida.

—Desde que veo muchas series y leo muchos libros —dijo y se rio.

—Ven, me tienes que evaluar mientras bailo hasta que llegue Sabrina.

—¿Estás segura que Gavrel no irá al club el jueves? —preguntó.

—El sir lo prometió, y Gavrel dijo que esta semana se irá de viaje, por lo que nos dejó trabajo —expliqué.

—Espero que Katharina encuentre una peluca con aspecto real.

El jueves debía infiltrarme en el bar de los Romanov. Necesitaba oir una conversación entre un tal Piero y un Alexio, dos traficantes de diamantes que el sir quería bajo su poder, pero que Romanov estaba por ganar. Necesitaba información de ellos, por lo que me haría pasar por una bailarina nueva.

El sir aseguraba de que podría entrar, de que conocía a alguien allí que me presentaría como una extranjera que no entendía el idioma y que cuidaría que no pidieran servicios privados.

La verdad me daba mucho miedo, pero Erick había asegurado que Katharina me dejaría irreconocible, por lo que no correría peligro.

Lo único que me motivaba era saber el estado de las bailarinas y si trabajaban allí engañadas, o si habían venido con promesas no cumplidas. Pero eso no lo sabría en una noche. Intentaba comprender los valores morales de la mafia y ver que tanto estaba dispuesta a soportar.

Deuda de sangreWhere stories live. Discover now