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Miré sobre la mesita de noche donde había puesto a cargar el teléfono y no estaba. Aferré la toalla con fuerza contra mi cuerpo.

—¿Buscas esto? —preguntó él meneando mi teléfono en una mano.

—Devuélvemelo —pedí.

—Eliseo te manda mensajes. Te llama prima, así que siento que estoy fuera de un chiste privado. Ilústrame, Dannika, ¿cuándo planeabas decirme que eras hija de Dafne? —preguntó y se puso de pie.

—A diferencia de tu amante, yo me enteré hace muy poco sobre el pasado de mi madre, por lo que no lo sabía —dije.

—Sí, ya tuve una... charla con Hannah al respecto. Es gracioso, nunca te dije como se dio nuestra unión —dijo.

—No me importa la verdad, solo me importa el ahora —dije. Claro que me importaba, pero no quería que lo supiera, Hannah sería quien me lo dijera, debía hacerlo ella para que él sir pudiera oírlo.

—¿Sí? ¿A dónde vas? Porque vi que preparaste tu mejor lencería de putita —dijo y su acento hizo sonar incluso más obscena la palabra.

Se acercó a mí con lentitud.

—Me gusta vestirme así para mí —mentí.

Estaba demasiado expuesta y su mirada era peligrosa y sus palabras hacían que mi corazón latiera a un ritmo frenético.

—¿Sí? —preguntó—. Pues quiero ver como te pones esa ropa —murmuró y la tomó de la silla entregándomela.

—Alexei...

—Me calienta que digas mi nombre con miedo, Muarth —dijo.

—Si me tocas...

—Oh, no, hoy solo quiero ver el espectáculo —dijo y retrocedió a mi cama, sentándose otra vez.

No tenía muchas opciones. Tragué saliva con el terror corriéndome por las venas.

—¿Por qué haces esto? —pregunté.

—Porque tú no quieres que lo haga. Porque te incomoda y te reduce a nada, Dannika. Y cuando comprendas que no eres nada, serás mía —dijo.

¿Para qué pregunté?

Recordé que Gavrel me había dicho que a Alexei le gustaba molestarlo, le gustaban los retos y que sucumbía ante las chicas lindas. ¿Cómo podía salir de esto?

Tensé la mandíbula y puse mi mejor mirada de odio mientras dejaba caer la toalla, quedando desnuda ante él. Mantuve el miedo en un oculto rincón de mi corazón para no darle la satisfacción.

Recorrió mi cuerpo con una mirada asquerosa mientras me ponía con rapidez la ropa interior.

—Que curioso —dijo y se puso de pie.

Retrocedí a medida que se acercaba y eché a correr por el pasillo en dirección al cuarto de mi padre. Pasé el pestillo con premura y escuché el impacto de su cuerpo contra la puerta.

—Abre, Dannika, no hagas esto más difícil —dijo.

—Llamaré a la policía...

—No seas idiota, en ese cuarto no hay teléfonos —dijo con voz condescendiente.

Estaba atrapada. Aterrada. Creí que me iba a morir del horror. ¿Me violaría?

—Alexei, por favor, déjame en paz. Haré lo que quieras pero no me lastimes —dije en un momento de desesperación.

—Palabras comprometedoras, Dannika —dijo y volvió a golpear la puerta con fuerza. No aguantaría mucho.

Busqué algo para defenderme y casi desesperada tomé la vieja lámpara de mi padre de la mesa, no serviría de nada, pero no me tomaría sin luchar.

Deuda de sangreWhere stories live. Discover now