Capítulo Nueve

5.1K 363 173
                                    


Una de las cosas que peor llevo de ir a ver a mi familia es el volver a Barcelona.

El transporte público y yo —sobre todo en domingos y festivos justo como hoy—, no nos llevamos del todo bien por todo lo que tarda y lo mal que va. También es en parte porque me da cierta nostalgia marcharme, aunque adoro tener mi espacio y mi libertad en Barcelona. Eso sí, por mucho que pasar tiempo con ellos siempre me da un gran subidón de energía y ánimo, si viviera aquí no sería feliz, estoy plenamente convencida. Me faltaría algo, quizá el ajetreo de la vida en una gran ciudad, o quizá que puedo ser yo y hacer lo que de verdad quiero sin tener que ocultarme.

Otra de las cosas que me gustan más de venir, es poder pasar tiempo con mis sobrinos, los adoro. Han crecido muchísimo desde la última vez que los vi —incluso uno ha empezado a andar—, y disfruto mucho jugando con ellos; aunque aún más al chincharlos, entendiendo el motivo por el que mis hermanos lo hacían conmigo, es muy divertido ver sus caras de frustración.

Aún no me has respondido.

Frunzo el ceño al leer el mensaje de Oriol. ¿Cómo que no? Si no hemos dejado de mandarnos Whatsapp desde que le envíe mi fotografía, esa que dejaba poco a la imaginación. No fue la única, una vez que acabé de cenar y fui a mi habitación estuvimos hablando hasta que me quedé dormida. Para amenizar un poco la conversación —también porque me las pidió—, le envíe varias; él a mí también, porque sí, soy impulsiva, pero no tonta: no voy a mandarle infinidad de fotos sugerentes sin tener nada a cambio

Acabo de hacerlo :P

Me río yo sola en el tren, haciendo que la persona que tengo delante me mire con cara de circunstancia. ¿Por qué siempre me tocan a mí la gente más rara posible? O mejor dicho, la gente más amargada posible, ni que estuviera prohibido reírse en un espacio público.

Sabes a lo que me refiero.

Dime un día para que quedemos.

O dime si el miércoles te viene bien.

No tengas prisa, ya lo hablaremos.

Necesito organizarme, Yizhuo

¿Organizarte? Eso está sobrevalorado.

Hay que vivir al límite.

No me gusta no controlar las cosas.

De eso me he dado cuenta a medida que hemos ido hablando y quedando, es un obseso del control, sobre todo en el aspecto sexual; y esto último me encanta.

Pues conmigo lo llevas difícil.

¿Qué día te viene bien?

La impaciencia no es buena, Oriol

Por eso mismo, voy a dejarte con la intriga unas horas más

Bloqueo el móvil antes de leer lo que va a responderme, porque sé que lo va a hacer de inmediato. Qué divertido es sacarlo de quicio y qué fácil.

No le contesto no solo para colmar su paciencia, también porque no sé si es una buena idea. ¿Y si lo mejor es dejarlo todo como está? Con varios encuentros satisfactorios, sin llegar al final, dándonos placer mutuo y momentos memorables. Casi como una situación platónica, casi, porque no se me olvidan mis orgasmos. No lo sé, es que todo con Oriol me confunde.

Entre mil cariciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora