Capítulo Doce

5K 354 98
                                    


Creo que aún no soy del todo consciente de lo que ha pasado. Estoy empezando a asimilarlo, y es ahí cuando me doy cuenta de que tengo un gran problema.

No Oriol —que también—, pero eso lo he dejado para mi yo del futuro; es Rio. Ahora que está viviendo en el piso de Natura voy a tenerlo que verlo sí o sí. Y no me apetece en absoluto. En la discoteca había sido más paciente y educada porque es mi trabajo, pero en mi casa no a va ser así. No quiero verlo, si lo hago voy a matarlo.

—¿Aún te duele? —Oriol se ha dado cuenta de mi cambio de expresión, por lo que me escudriña para saber qué me pasa—. Puedo ir a por un analgésico más fuerte y...

—No es eso.

—¿Entonces?

Aprieto los labios y pienso si decirle la verdad o no. La reacción que ha tenido cuando todo ha pasado ha sido extraña. Sí, sigo molesta porque se haya creído con el derecho de defenderme, pero mentiría si dijera que verlo de ese modo no me ha parecido atractivo.

Aunque si lo pienso bien, ¿qué no me resulta atractivo de Oriol?

—Es Rio. —Alza una ceja, sin entender a quién me refiero—. El de la discoteca.

—¿Qué pasa con él? —gruñe con cierta molestia que no disimula—. Has dicho que lo conoces, pero...

—Es el hermano de Natura, mi compañera de piso —aclaro con rapidez—. Y... —No sé el motivo por el que estoy nerviosa, si no somos nada. Me da igual si no le gusta o no está de acuerdo—. Bueno, que ahora está viviendo con nosotras.

Oriol se queda callado más tiempo del que me gustaría. ¿Qué está pensando? Quizá es que le da igual y está buscando las palabras para decirme que no le cuente tonterías que ni le importan, o que no es su problema.

—Hoy duermes en mi casa.

Parpadeo, incrédula. ¿Y esta orden a que viene? Porque ni lo ha sugerido, lo ha impuesto. ¿Se cree que voy a hacerle caso tan fácil?

—¿La pregunta dónde está? —señalo, intentando interpretar la forma en la que me está mirando—. Porque no la he visto, o un si me apetece...

—Es que no lo estoy preguntando. —Se encoge de hombros, interrumpiéndome—. Duermes en mi piso, no hay discusión posible.

—Será si quiero.

—Quieres ir a tu piso, ¿de verdad?

Sinceramente, no. No me apetece en absoluto. Pero hay muchísimas más posibilidades que acabar en su piso, como María o Arnau. Ellos me dejarían quedarme sin ningún tipo de problema.

María es la opción más sensata y lógica. Seguro que está muy preocupada por cómo estoy.

—Esa no es la pregunta adecuada.

—Yo en tu lugar, no tendría ganas de volver al mismo piso que alguien que me ha tratado así... —Baja la mirada a la venda de mi vano, para enfatizar sus palabras—. Uno de los culpables de esto.

Tiene razón, pero ese sigue sin ser razón suficiente para que vaya a su piso. ¿Es que todo el numerito de antes ha sido solo una muy buena actuación para volver a acostarse conmigo? Lo dudo.

—El único de hecho —aclaro y también me miro la mano de forma inconsciente—. Ahora le enviaré un mensaje a María pidiéndole si me acoge esta noche, de paso le digo que todo está bien con el corte, ¿no? —pregunto porque no tengo ni idea de estas cosas—. Espera, envíame el diagnóstico con exactitud por Whatsapp. Así no se me olvida.

—¿Tan mala idea te parece?

Sí, horrible, espantosa, desastrosa... Pero quiero decir que sí. Si es que ni yo misma me entiendo. ¿Por qué estoy dejando que Oriol me complique tanto la vida?

Entre mil cariciasWhere stories live. Discover now