Nada de nada de nada de nada

23 2 2
                                    

Bitácora oficial de la primera oficial Nadia Olivetti. Día 734 de la misión «Reconocimiento». La fase de regreso se desarrolla con total normalidad. No se detectaron anomalías de ninguna clase ni presencia de vida inteligente que merodee por los alrededores de la nave. La convivencia en el interior no presenta mayores dificultades que las ya mencionadas en otras oportunidades.

Solo me veo en la necesidad de anotar la falta de respuesta a nuestro saludo por parte del puesto de avanzada y las estaciones espaciales cercanas. Una revisión exhaustiva de los sistemas de comunicaciones y la computadora central no fueron indicadores de problemas, por lo que hay que suponer que es cosa de los puntos de destino. Las acciones a seguir incluyen seguir enviando el mensaje a todos los puntos posibles hasta nuestra llegada a la estación científica Cohen. Seguiré informando.

Fin de la bitácora.

***

Bitácora personal de la primera oficial Nadia Olivetti. Día 734 de la misión «Reconocimiento». No sé qué hacer. Desde que entramos en rango de comunicación, estoy tratando de contactar con el personal del puesto de avanzada de la flota, pero no contesta nadie. Envié mensajes a la estación científica y a la estación meteorológica, y lo mismo, un silencio que no se corta con nada. Ni una baliza, nada. Nada de nada de nada de nada... No entiendo.

Le pedí ayuda a Pandora para que revisara la estación de comunicaciones. No solo hizo eso; también hizo correr no uno, sino varios diagnósticos tanto para los circuitos, como para los programas y el sistema operativo, hasta uno para la computadora madre, mientras todos dormíamos... Todo anda bien, me dijo, así que no entendemos qué pasa y no me animo a decirle a Águeda todavía; el Viejobueno le absorbe la atención la mayor parte del tiempo, bah, a mí, también, pero, por algún motivo, y de alguna manera extraña, creo que me quiere, así que me jode menos. Nadie sabe por qué la tiene contra ella; todos tenemos nuestras propias hipótesis, como Panda y yo —hipótesis, mejor dicho—, pero no estamos seguras; solo sacamos el tema entre nosotras porque es un poco tabú y no sé si confidencial, ni Águeda ni Lucero hablan jamás sobre cómo, cuándo y dónde se conocieron.

El caso es que el viejo tiene un ego más grande que un planeta; sospechamos que está celoso porque Águeda tiene una preferencia evidente por Lucero, pero bueno, son amigos de hace tiempo, así que no me sorprende. Lo llamativo es que es la primera vez que a alguien le molesta eso porque, a pesar de que ellos dos son amigos, la capitana es bastante ecuánime, pero bueno, el viejo suele pedir cosas que Dios mío, pretende que estemos a su disposición las veinticuatro horas del día, Lucero ya trabajó tantas veces con nosotros, que es casi de la familia, así que sabe qué pedir, cómo y cuándo.

Me fui por las ramas, ¿qué estaba diciendo? Ah, sí, mañana temprano vamos a alcanzar el rango de comunicación con la colonia, así que enviaré un mensaje a la base de la flota allí, a ver qué pasa; si, para cuando se cumpla el plazo reglamentario, no respondió nadie, tendré que informar a Águeda. Las ganas que tengo de decirle.

Fin de la bitácora.


El último viaje de la GorodischerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora