Bitácora de la capitana. Acabo de leer el informe de Roxana: parece que las condiciones, según los instrumentos, son favorables para una expedición fuera de la Goro. Se re portó la tripulación; no me gusta pedirles informes para ayer, pero entendieron que nos encontramos en una situación totalmente inesperada y se pusieron la camiseta, como decía mi padre. La excepción, por supuesto, son los Viejonefasto, en particular el viejo Tadeo, que entregó su parte del informe, según Roxi, en tiempo y forma, pero se la pasó quejándose y haciendo honor al apellido más de lo normal, si es que tal cosa es posible. Que lo es, para mi mala suerte y la de los demás. Se puso pesadísimo con su teoría de que hay seres vivos en la nave, cosa que considero poco probable por ahora, y no se quedó tranquilo hasta que le aseguré que no vamos a descartar sus aportes hasta que encontremos una razón válida para refutarlos. Que, de cualquier manera, debería ser muy idiota yo si no los tuviera en cuenta; que la nave, desde donde estamos, parezca que no la usa nadie no significa que no esté tripulada; es evidente que alguien la tiene que pilotear. Al menos, en todos mis años de experiencia, no encontré nunca una nave que se maneje solo con el piloto automático; siempre hay, al menos, un cerebro orgánico por ahí, aunque sea en criogenia o conectado a la computadora central. No me agrada darle el gusto al viejo, pero no por nada es el mejor en su campo... y yo, una de las capitanas con la carrera más extensa de la flota espacial de NeoLuján.
Lo raro es lo de Lucero. Se encerró en el camarote y no deja entrar a nadie; la única vez que abrió la puerta fue para devolverle al Viejonefasto sus pertenencias. Ondina trató de meterse para obligarle a salir, pero no sabemos cómo la echó casi enseguida, o sea, la lanzó por el aire contra la pared opuesta. Nunca vi nada igual. Mi Lucero no es así. No sabemos si es la falta de mate o recibió una señal rara o qué mierda le pasó, estoy preocupada. No me quiere hablar. Las veces que acercamos la oreja para escuchar, apenas le oímos rezongar en voz baja en su idioma; Nadia tiene su camarote al lado y dice que se la pasa yendo y viniendo. Al viejo lo tuvimos que poner con su familia; a ninguno le gustó el arreglo, pero esta es una nave chica, tenemos el espacio justo y necesario, y no le dije que nadie lo aceptó en su camarote, así que tuvimos que ir por la decisión obvia.
Así que mañana, a primera hora, vamos a salir Ondina, Adriano y yo, a falta de Lucero y de Nadia, que quería salir en mi lugar, pero le dije que no. En caso de que pase lo peor, necesitamos a alguien a quien todo el mundo respete. Prefiero morirme antes que tener que fumarme al viejo nefasto sola.
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El último viaje de la Gorodischer
Science FictionDespués de pasar dos años explorando un sector desconocido de la galaxia, la tripulación de NL Gorodischer no ve la hora de volver a casa. Sin embargo, son interceptados por una nave tripulada por androides que alegan haber venido a rescatarlos de u...