Una nave espacial tamaño baño

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Bitácora oficial de la oficial de seguridad Ondina Martin, día... Creo que podemos estar de acuerdo en que ya no tiene sentido llevar la cuenta. Estamos en alerta roja desde las 0200 de hoy. Todos los planes que teníamos preparados quedaron obsoletos. Necesito un minuto para ordenar las ideas. Interrumpo la grabación.

A pesar de todos nuestros esfuerzos, no obtuvimos ni un solo indicio del motivo por el cual nuestros intentos de comunicación con alguien de la colonia resultaron infructuosos. Los oficiales acordamos, con la capitana, realizar una expedición nivel de seguridad 7 para averiguar qué sucede, ya que la situación es sumamente extraña. Es imposible que absolutamente ningún instrumento de medición registre nada, teniendo en cuenta que funcionan a la perfección. No queda otra opción que ir a mirar con nuestros propios ojos.

Sin embargo, y esto es lo que originó el alerta, los preparativos quedaron inconclusos cuando, poco antes de las 0200, apareció una nave desconocida desde el lado opuesto del planeta, la cual, sin solicitar autorización, responder a nuestras llamadas ni establecer ningún tipo de contacto con nosotros.

A lo que iba con todo esto es que la nave vino directo a nosotros de forma tal que los instrumentos no la detectaron hasta que fue demasiado tarde. No tuvimos tiempo de reaccionar. Antes de que pudiéramos siquiera entender lo que sucedía, la nave abrió una compuerta y nos fagocitó.

***

Bitácora personal de la oficial... bla, bla, bla, no sé por qué sigo haciendo esto, la verdad. Que lo hagan la capitana y Nadia, vaya y pase, pero yo, la verdad, ni ganas; cada vez que pienso que durante la misión me aburría tanto que deseaba que pasara cualquier cosa... Me quiero morir, ojalá mi mayor problema fueran los desacatos de Viejobueno y Miriam, en menos de una semana gasté mis reservas de manzanilla. Tengo un dolor de cabeza nivel supernova de pasármela debatiendo con Roxi y Panda con respecto a los instrumentos, porque no puede ser que anden bien si no pudieron detectar una nave espacial tamaño baño, tan enorme que podría albergar media docena de las nuestras, y le sobraría espacio; no puede ser, así nomás les dije, y no entiendo cómo es que ellas, las «chicas hightech», como les decimos —«chicas», bah, Panda le lleva como veinte años a Roxi, pero, por algún motivo, tiene esa costumbre arcaica de ofenderse si hablamos de un dato tan empírico como la edad, nunca lo vamos a entender—, insisten en que está todo bien; Panda hizo correr mil diagnósticos y yo le creo que está todo bien, pero es imposible que no se haya detectado ni una miserable ondita de radio.

Como sea, nos habíamos ido a dormir, y, un poco antes de las 0200, más o menos, las alarmas empezaron a sonar a todo lo que daba —y menos mal, porque para eso las habíamos configurado—, nos levantamos de un salto y, cuando llegamos al centro de mando, teníamos la nave encima con la compuerta abierta. No nos dio tiempo a nada. Nos fagocitó. Literal. como una ameba a un paramecio.

Ahora hace como tres o cuatro horas que estamos todos en el salón de usos múltiples discutiendo lo que vamos a hacer. Mal momento para que se me terminara la manzanilla.


El último viaje de la GorodischerWhere stories live. Discover now