Ya hay teorías y rumores bizarros

5 0 0
                                    

Bitácora del enfermero oficial a bordo, licenciado Nahuel Felipe, día nueve desde el encuentro con la nave esta, ehh... este..., no sé cómo se llama... alien, qué sé yo. No pasaron diez días y ya nos estamos volviendo locos, no hay una mierda en la nave, y encima no nos dejan entrar a las partes interesantes. No hacemos más que entrar a la Goro, salir al depósito, dar unas vueltas y volver a entrar a la Goro para mirarnos las caras de «otra vez vos». No tenemos nada que hacer, no sabemos para dónde mierda ir; no solo nos estamos aburriendo, sino que tampoco tenemos idea de qué podemos hacer. La capitana no habla mucho con nosotros; se la pasa conferenciando en secreto con Lucero por un lado, y con el viejo nefasto por el otro; no sé si pasa algo o solamente quiere fastidiar. Al viejo, porque a Lucero... Bueno, no sé cómo lo hizo, pero logró que saliera del autoexilio en el camarote. El problema es que, al resto, nos ignora. Por supuesto, que ya hay un montón de teorías y rumores bizarros de esos que nos gusta inventar: por ejemplo, la doctora Miriam dice que los aliens nos quieren abducir para clonarnos, no sabe para qué, pero no le importa, se le nota que la preocupación es de verdad, sobre todo por el viejo nefasto, que anda muy amiguito con los androides; Pandora, por su parte, dice que a lo mejor están buscando un organismo para integrar a su sistema central, que, para ella, seguro se alimenta de cerebros o algo por el estilo; Adriano cree que los androides crearon el patógeno y que nos quieren usar para alguna clase de experimento, y todo así; lo único en que nos pusimos de acuerdo es que Lucero sabe algo y que la capitana no nos quiere decir para que no entremos en pánico.

Yo pienso que es una tontería, si día por medio nos enfrentamos a situaciones de lo más raras durante las misiones y ella siempre nos mantuvo al tanto de todo, a menos que recibiera orden de mantenerlo confidencial, por supuesto. A mí se me ocurre que el único motivo para que no nos diga nada es porque piensa que hay alguien haciendo cosas que no debe, un traidor o algo así, aunque no me entra en la cabeza por qué ni cómo puede alguien traicionarnos.

Obviamente, que si ella no dice nada, yo no estoy autorizado a nada, así que esto va a quedar entre la grabadora y yo. No es gratis, por supuesto; ayer tuve mi primer episodio de acidez después de diez años, quién habría dicho que mi madrastra al final tendría razón y que servir en una nave espacial me terminaría enfermando.

Los demás están más o menos igual o peor, con la diferencia de que ellos no somatizan al mismo nivel que yo, sino que se están comportando raro, así que me entretengo observándolos, que es un poco mi trabajo, también, ya que soy el único acá que cursó algo relacionado con la psicología, aunque haya sido una materia optativa que hice por mi cuenta y, en realidad, no me habilita para nada. Varios andan con insomnio, como Vera, Miriam, Nadia y la capitana, aunque no se lo dijo a nadie, pero yo me doy cuenta. Otros, como Lucero, Ondina y yo, andamos más irritables de lo habitual, y Adriano, estoy seguro de que se da con algo que no sé qué es. Solo espero que lo esté consumiendo con criterio, aunque sospecho que voy a terminar metiéndome en el asunto, tarde o temprano. Todos se beneficiarían si me hicieran caso y retomaran las actividades recreativas como les vengo diciendo desde que nos atrapó la cosa esta, pero, por supuesto, nadie me hace caso. Bueno, está bien, lo admito: ni yo mismo me hago caso, pero es que practicar artes marciales solo, por ejemplo, no tiene nada de gracia.

De los que se están portando raro, Pandora, por ejemplo, de un día para el otro parece que desarrolló una obsesión que no sé si llamar malsana, así que digamos alarmante, por el funcionamiento de lo que los androides llaman «inteligencia central». Es muy gracioso y muy preocupante verla trotar de los Betas haciéndoles preguntas, una atrás de la otra, sin darles tiempo a nada, y los androides casi que le huyen, ja, ja, ja. Tienen que andar sacándola de todos los rincones, es un espectáculo. Lo más increíble de todo es ver al viejo nefasto fungir de guardaespaldas, a cada rato la espanta como si fuera una mosca. Es más, hoy mismo la vi hurgando en la sala de la computadora madre de la Goro, medio escondida, quién sabe lo que trama, solo espero que no rompa nada. Debería hablar con ella.

Al que no entiendo es al viejo nefasto. No me gusta seguirlo mucho porque se pone en modo paranoico y arma escándalo en seguida, pero en serio que pasa mucho tiempo con los androides hablando de esto y aquello, que cómo llegaron hasta NeoLuján, que de dónde salieron los androides, que cómo funcionan las luces, etcétera. Nunca nada importante. De repente se convirtió en un entusiasta de la tecnología —que no de la informática o lo que sea, porque dejó de preguntar sobre la inteligencia central hace rato, supongo que porque los androides le respondían con evasivas y se cansó— y anda por ahí queriendo que le expliquen cómo funciona todo. No entiendo cómo no se aburre.

Otre que anda por ahí haciendo cosas raras es Lucero. Lo mismo que Pandora, anda por ahí, rondando por los rincones, pero por lo menos es más discrete, aunque también está re paranoique, siempre nos contesta como si le estuviéramos acusando de algo aunque le hayamos hecho la pregunta más inocente, tipo: «¡Buenos días!» y elle responde: «¡No estaba revisando nada!». Menos mal que tiene una voz muy suave, porque estoy seguro que, de lo contrario, los Betas ya nos habrían abducido a todos para hacernos una lobotomía o clonarnos, como dice Miriam.

El que está peor, de cualquier manera, es Adriano. Está re quemado. Ya lo vi varias veces tomando pastillas a escondidas, pero las veces que lo encaré sobre el tema me respondió muy mal: que no toma nada, que son para dormir —mentira, está más pasado de rosca que todos los demás juntos— o que yo no soy su madre para que me la pase vigilando lo que toma y lo que no toma. Harto me tiene. Ya sé que está muy preocupado por los posibles patógenos que puedan circular por la nave, sumado a que la tripulación no tiene nada de cuidado y sin contar con el pequeño detalle de que los Betas ponen una excusa diferente cada vez que les solicitamos que nos den una muestra del arma biológica, que nos dejen estudiar a los sobrevivientes o que, por lo menos, se dignen hacer un miserable informe de las características del agente y los síntomas que provoca. Nada.

Como están las cosas, no es de extrañarse que estemos todos así de estresados. Los androides nos dieron un plazo para decidir si aceptamos someternos a sus estudios médicos porque dicen que el tiempo es fundamental para evitar que la peste esa llegue al Sistema Solar. Y ese plazo se termina mañana.


El último viaje de la GorodischerWhere stories live. Discover now