Capítulo 11. Nuestras vidas

903 78 24
                                    


Erick

-Buenos días pequeño omega dormilón. -La voz ronca pero dulce de mi alfa, terminó de despertar mis sentidos, todos y cada uno de ellos.

-¿Pero qué jodidos?

-¿Qué pasa?

-Yo...yo...te huelo. -Sentí mis ojos aguarse como si una llave hubiese sido abierta, estaba oliendo el aroma a café y menta del precioso hombre que agarraba mi cuerpo. ¿Cómo diablos podía yo saber que era café y menta? Había nacido sin olfato, jamás reconocí un olor, entonces...-¿Cómo? ¿Cómo puedo sentirte? ¿Cómo se que eres café negro y menta?

-No llores, no llores. -El brillo de sus ojos nublaba cada átomo de mi organismo, mezclaba una ternura infinita con algo más que no supe reconcer.

-Pero...¡Oh Dios mío! Te siento, te huelo, te...te...¡Oh Dios! Tu aroma es lo mejor que me ha pasado en la vida.

No mentí, nada de lo que dije fue una mentira. Mi loba aullaba dentro de mí, se movía corriendo en círculos que reflejaban el infinito sentimiento que crecía en mi pecho. Él me miraba como si yo fuese un tesoro, como si encontrara en mí la respuesta a todas sus dudas, como si se le expandiera el alma dentro de su cuerpo. No pude evitar acurrucarme en su pecho y pasar mi nariz por su cuello, ahí estaba mi propio paraiso personal, ese que había estado negándome a mí mismo.

-Bebé...¿Estás bien?

-Nunca había estado mejor, déjame respirarte.

-Mi amor. -Suspiró contra mis labios y las feromonas que brotaron de sus poros, llenaron cada espacio de mí, me envolvieron en la melodía muda más preciosa de mi vida y entonces...lloré.

-¿Cómo puedo sentirte ahora? ¿Cómo se que tu aroma es café con menta?

-Estamos enlazados, de alguna forma eres capaz de conocer lo que soy, supongo que tiene que ver con eso.

-Me marcaste. -Sollocé feliz y emocionado, se sentía tan bonito tener un alfa, se sentía correcto.

-Lo hice, también te anudé. -Sentí su vergüenza y el latir nervioso de su corazón en el mío. Sabía lo que eso significaba, sabía que muy probablemente quedaría embarazado pero nada me haría más feliz.

-Gracias...gracias alfa.

-¿No estás molesto?

-No...estoy feliz y aunque no se como es que puedo olerte, ni como reconozco el aroma...me has dado un regalo que no sabía que deseaba tanto. Mamá tenía razón, nada puede compararse con sentir a tu alfa.

-Nada puede sentirse como saber que mi omega me acepta.

Selló el momento con un beso, un beso que fue tierno y hermoso, un beso que fue marcando lentamente el camino a repetir lo que vivimos la noche anterior. Esta vez fue diferente, se encargó de atender cada centímetro de mi cuerpo, de dejar un beso, una mordida en todo mi ser. Preparó el lugar al que entraría por larguísimos minutos, fue dulce, fue intenso y logró que me escurriera inclusive sin hacer más que lamer y succionar. Mi lubricante se desparramó todo el tiempo mientras él bebía de mí y fue mágico miralo mientras lo hacía.

Cuando entró a mi cuerpo por segunda vez, sentí tantas cosas juntas, tantas sensaciones se adueñaron de mí y mi alma se expandió. Hacer el amor con él, ahora con este nuevo sentido despierto, no podía compararse con nada, sentir su aroma intensificarse, acoplarse, desprenderse, mientras me tomaba, era completamente hermoso. Me enamoré de él mientras me reclamaba otra vez, me enamoré de él cuando volvió marcar mi cuello, me enamoré de él cuando el nudo creció en mi interior mientras yo gemía su nombre.

-Café negro y menta. No puedo oler nada más pero agradezco a la luna y te agradezco a tí porque no tenía idea de la falta que me hacía tu olor. -Llevábamos tiempo solamente recostados en la cama, disfrutando tranquilamente del calor del otro.

-¿Te gusta?

-Lo amo...me gusta mucho como queda contigo. -Fui sincero, realmente cada palabra que dije salió de lo más profundo de mí.

-A mí me gusta el tuyo, es delicado como tú.

-¿Soy delicado?

-Eres un gatito pequeño, tierno y dulce.

-Tu gatito, solo tuyo.

-Y yo soy solamente tuyo.

-¿Puedo hacerte una pregunta? -Cuestioné mientras me trepaba sobre él, quedé cómodo sobre su pecho. Asintió con una sonrisa y entonces hablé. -¿Crees que por la mordida es que puedo olerte?

-Realmente no lo se, no soy muy aficionado al tema de los destinados pero no creo que sea casual. Si naciste con esa afectación y nunca antes pudiste captar aromas, supongo que mi mordida debe de haber activado algo que te hace olerme. Se que el lazo ayuda a unirnos en cuerpo y alma, los destinados podemos comunicarnos mediante él sin necesidad de hablar, así que creo que si.

-Es muy loco todo, o sea, siento tus latidos al compás de los míos y también puedo sentir lo que estás sintiendo, tampoco es que lea tu mente o algo así pero es...raro, no se como explicarlo, es como si fueras una parte de mí.

-Soy una parte de tí y tú eres una parte mía. Ahora estamos unidos para siempre. -La última parte la dijo bajito, como si tuviera un sentimiento extraño y yo sabía lo que era.

-Oye...no voy a arrepentirme jamás, de verdad no voy a hacerlo. -Acaricié su mejilla derecha y sonreí para calmarlo, se veía tan bonito.

-Erick yo...soy joven aún pero ya no soy un niño, nunca antes sentí lo que me pasa contigo y se que a penas han pasado unos días pero no quiero perderte, no puedo. Eres mi omega y lo supe desde el primer segundo en que tu aroma me llegó, no quiero una vida sin tí.

-Yo no tenía una vida hasta que tú llegaste, yo era un lobito enojado con el mundo porque me aterraba la idea de encontrar a alguien, encontrar a mi alfa y que no me quisiera porque salí defectuoso. Nunca antes le conté a nadie, ni siquiera a mamá pero solamente me aferraba a la idea de que no necesitaba a nadie porque realmente creía que nunca sería feliz, necesitar a alguien te hace débil y yo no podía ser débil, soy omega y solo eso es suficiente para que te crean menos, yo no sentía olores y bueno...no creía que fuera lo suficientemente bueno para nadie, por eso actuaba como si nada me importara.

-No llores, pequeño bebé. -No me había percatado de mis lágrimas hasta que lo mencionó, era la primera vez que dejaba escapar esa parte de mí y a pesar de ser vergonzoso, cuando noté su mirada llena de amor, me sentí bien, me sentí en casa.

-¿Si ahora te digo que siento que te quiero mucho, sería muy rápido? ¿Podrías creerme?

-No es rápido, es el momento justo porque nuestras almas son dos fragmentos iguales de lo que en un comienzo fue una sola, era nuestro destino encontrarnos, amarnos y así será para todas nuestras vidas.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now