Capítulo 12. Vida

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Joel

-Hamburguesa con papitas, me gustan las papitas.

Si tan solo pudiera verse ahora, con esa camiseta de tamaño tres veces su talla y esa posición de indio, con sus cachetes inflados y sonrojados, con todo su cabello alborotado, desordenado y ese puchero de bebé que nadie en la vida va a lograr superar...si pudiera verse así, estoy seguro de que se enamoraría de sí mismo porque es demasiado hermoso, demasiado perfecto, demasiado mío. Si...es mío, esa marca en su cuello, aún algo roja porque es reciente, es el sello innegable de nuestro lazo, de mi propiedad sobre cada centímetro de él, sobre cada espacio de su alma.

-Eres una cosita tragona. -Hablo sonriendo mientras abro la aplicación para pedir la comida, desde que llegué hace dos días, no hemos comido más que una sopa de lata, el resto del tiempo hemos estado ocupados en otras cosas.

-Bueno...un poco si. -Se que está malinterpretando lo que dije pero es adorable verlo así, suelto y deshinibido.

-Si... exigente. -Sonrio y dejo el celular a un lado, verdaderamente es lo más exigente que he conocido en cuanto a sexo se refiere pero no me quejo, lo he hecho mío tantas veces desde la primera, que se siente como si estuviéramos acostumbrados.

-Me gusta que me tomes, se siente muy rico y además...amo ver tu cara mientras estás en mí.

-¿Te gusta? -Cuestiono emocionado pero no demuestro tanto, no quiero parecer un novato.

-Me encanta mucho, lo haces tan bien que con solo sentir que entras, puedo llegar a correrme pero cuando veo tu cara mientras estás a punto de llegar...¡Wow! Realmente no se como explicarlo, es una mezcla de mucho placer, ternura, deseo, amor...si...es todo eso junto y es aún mejor cuando me muerdes mientras tu nudo crece. Jamás pensé que hablaría de esto tan fácilmente con nadie pero realmente haces que suba al cielo y me desplome en solo segundos.

-¡Wow! Yo...gracias. -Realmente no esperé semejante declaración pero mi lobo y yo estamos tan felices que queremos llorar.

-Gracias a tí, por todo. -Su semblante se pone serio aunque no pierde la ternura y se que está siendo sincero.

-Digamos entonces que es gracias a los dos. Tú eres lo que yo necesito y yo soy lo que necesitas tú. -Acaricio su mejilla con delicadeza, amo la textura de su piel clara y adoro el aroma relajado que tiene ahora.

-Tú me devolviste mi olfato y aunque no pueda oler nada más, tengo más que suficiente con saber que puedo captarte a tí. -Sube sobre mi regazo y pasa cada una de sus piernas por los lados de las mías, tengo que concentrarme mucho para no arrancar la poca ropa que lleva y tomarlo...otra vez.

-Yo no sabía que eso pasaría pero agradezco a la luna que podamos tener esa posibilidad. Ahora se que podrás reconocerme donde sea.

-Mira...yo realmente no quería admitirlo, ya te conté como he vivido todos estos años pero yo realmente te sentía, no tu aroma, eso no pero sentía que eras tú. -Sus pequeñas manos juegan con mis rizos mientras las mías hacen patrones invisibles en la piel de sus caderas.

-¿De verdad?

-Si...ese día en la clase, cuando te presentaron como nuevo profesor, yo... simplemente me sentía abrumado, como si una fuerza muy grande me llevara a tí, por eso me fui, porque no entendía o no quería aceptar que eras mi alfa.

-Lo siento... lamento haber aparecido así de la nada.

-No...no digas eso, yo...yo realmente estoy feliz. -Es él quien deja un beso en mi frente, yo solo incremento el agarre en sus caderas y suspiro, él hace que sea un blando.

-¿Estás feliz de verdad? -No puedo evitar el tono lastimero de mi voz. Soy un alfa, se supone que sea el que más carácter tenga pero no puedo modificar mis sentimientos, por increíble que sea, yo estoy enamorado de él y moriría si me rechaza.

-Lo estoy, estoy muy feliz...alfa.

Yo no se si él tiene idea de lo que causa en mí cuando me llama de esa forma pero me lanzo a besarlo desesperadamente, como si en sus labios estuviera el alimento que necesito para vivir, el agua para calmar mi sed en la sequía de mi existencia antes de conocerlo, como si fuese el aire más puro que se cuela hasta mis pulmones para dejarme respirar tranquilamente. Su pequeño cuerpo tiembla en mis brazos y confirmo que podría ser capaz de todo para hacer que se quede siempre ahí, abrazado a mí...donde pertenece.

Se que está lastimado y dolorido, hemos hecho el amor tantas veces y cada una de ellas he anudado su interior pero ahora no puedo evitar volver a tomarlo. Despojo su cuerpo de cada pedazo de tela y beso de uno a uno sus pezones que ya están sensibles y magullados, sus gemidos son altos y agudos, en parte por el dolor pero en la mayoría porque le gusta tanto como a mí. Adoro como se frota contra mi cuerpo, tan necesitado, tan entregado, tan benditamente mío.

-Te deseo tanto...-Jadeo abriendo sus piernas para poder entrar, no lo he preparado pero se que está listo y yo necesito tomarlo de una vez.

-Yo te deseo más, entra por favor.

¿Y quién es Joel Pimentel para negarse a la súplica de su omega?

Beso sus labios hinchados con delicadeza y voy entrando suavemente en él, despacio, delicado porque está lastimado y no quiero hacerle daño. No dejo de mirar sus hermosos ojos mientras me deslizo hasta la base, va gimiendo suavecito, le gusta pero también le duele y quiero salir para que repose pero me detiene. Sus piernas empujan mis caderas contra las suyas y de esa forma todo ocupa su lugar. Tengo que respirar profundamente porque me abruma la forma en que sus paredes me reciben y es que todo en él es perfecto, tan perfecto que duele.

-Voy a moverme ahora, si sientes que es mucho para tí...solo pídeme que pare.

-Está bien...duele un poco pero más duele estar sin tí.

Sus palabras me abrazan el pecho con calidez, hay una declaración de tristeza oculta en su voz y se que se refiere a todo lo que ha tenido que fingir para no lucir débil pero no es necesario que siga siendo así, estoy aquí con y para él y jamás permitiré que vuelva a sufrir. Besé profundamente sus labios y me moví para hacerle saber que a pesar de que realmente lo deseaba a carne viva, también estaba aquí para cuidar su alma.

Esta vez también lo anudé, esta vez también reclamé nuestro lazo, esta vez también di todo de mí para hacerlo gritar de placer pero esta vez susurré un te amo en cada estocada, una palabra de amor en cada embestida, dejé un beso en cada centímetro de piel en cada roce, susurré un halago en cada golpe a su punto y dejé una lágrima en cada intento de no llorar de felicidad mientras él me entregaba su vida sin saber que yo ya le había entregado la mía.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now