Capítulo 16. Editorial

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Joel

Él miraba todo el lugar como si fue deslumbrante a sus ojos, realmente el apartamento era nuevo, lujoso y con espacios muy grandes pero no había nada más brillante que su cuerpo en este sitio. Dejé sus dos pequeñas maletas a un costado de la entrada y esperé a que terminara de inspeccionar todo. La decoración era poca, no soy fan de los adornos ni el exceso de objetos innecesarios que solo reducen los espacios y generan acumulación de polvo y suciedad pero tenía todo lo que necesitaba para vivir más que cómodo.

-¿Cómo es que un profesor de literatura puede pagarse semejante apartamento? -Cuestionó mirando hacia mí, la real necesidad de saber aflorando en su rostro perfecto.

-No soy solo un profesor de literatura. -Alzó sus cejas sorprendido, un gesto que viajó directo a mi polla, me calentaba tan solo de respirar su aire.

-¿Secretos oscuros? -Quiso hacerlo sonar como una broma pero noté los matices nerviosos de su voz.

-No...no tengo ningún secreto oscuro.

-¿Y entonces?

-Tengo una editorial.

-¿Qué? -Sus ojos se abrieron como platos y disfruté de sus gestos, estaba entre sorprendido, emocionado, dudoso y era lo más bonito que había visto en mi vida.

-Eso...tengo una editorial.

-¿Me estás jodiendo?

-En este instante no pero me encantaría estrenar el sofá mientras te tragas todo esto y gimes mi nombre. -Hablé serio, encendido y completamente duro mientras me agarraba la polla, él tragó grueso, definitivamente amaba como reaccionaba a mí.

-No seas bobo, Joel, es en serio, no sabía nada. ¿Por qué no me contaste?

-En serio, bebé, si que quiero joderte en el sofá. -Los colores subieron a sus mejillas y disfruté de la forma en que apretó sus piernas, estaba excitado, podía oler sus feromonas a millas de distancia.

-Joel...no...ahora no. Quiero que me cuentes sobre tí, no se nada de tu vida. -Noté que realmente lo necesitaba, su carita de niño inocente pudo superar las ganas de tomarlo duro, si mi pequeño quería hablar pues entonces hablaríamos.

-Está bien...hablemos. -Caminé al sofá y el tomó asiento a mi lado, casi tan pegado a mí que podía sentir el calor brotando de su piel, no se como haría para concentrarme en un diálogo teniéndolo así de cerca.

-¿Cómo es eso de que tienes una editorial?

-Durante mi adolescencia trabajé muy duro para mantenerme a flote solo, mis padres perdieron la vida en un accidente cuando yo tenía dieciseis. Pasé momentos bastante difíciles pero conocí a un señor que era dueño de una editorial. Él me enseñó a apreciar la literatura, poco a poco fue adentrándome en el mundo de los libros y eventualmente me hizo parte del negocio. Cuando cumplí los veinticinco, su avanzada edad apagó la luz de sus días en la tierra, falleció. Yo quedé desvastado, era lo único que tenía y me enseñó todo lo que se hasta hoy, fue mi única familia y yo era la única de él. Era un beta, no tenía hijos ni pareja y en su testamento dejó escrito que todos sus bienes serían míos. Yo no quería nada, había estudiado para convertirme en profesor porque quería enseñar a otros lo que él me enseñó a mí pero su voluntad era dejarme cómodo para que nunca más pasara hambre, frío. El dinero me sobra, las propiedades también, la editorial reporta muchísimas ganacias anuales pero yo sigo siendo el chiquillo que conoció cuando a penas tenía un par de zapatos con las suelas gastadas. Cada año voy a su tumba el día de su cumpleaños, lo extraño cada día pero se que estaría orgulloso de mí.

-Está orgulloso de tí, estoy seguro que desde el lugar donde esté, te mira y te cuida. No llores, mi amor, estoy aquí contigo. -No me había percatado de mis lágrimas, era la primera vez que contaba a alguien esta parte de mi vida, de hecho, no contaba nunca nada de mi vida.

-¿Lo crees? -Me sentía débil bajo su mirada tierna y consoladora. Alargó sus manitos para atraerme a su pecho como si él fuese el alfa y yo su omega. Era bastante extraño pero me sentía bien, protegido y amado y dejé que acariciara mis rizos mientras aspiraba su aroma dulce, demasiado dulce, diferente.

-Estoy seguro. -Habló convencido y dejó un besito en mi frente. ¿Acaso podría ser más perfecto?

-Gracias mi amor. -Atrapé su cintura con mediana fuerza, quería hacerlo mío, tomarlo con todo el deseo y el amor que sentía por él pero no quería perder este momento, además...ese tono dulce en sus flores silvestres me llamaba mucho la atención.

-Vas a tener que llevarme a esa editorial, no puedo creer que no me hayas contado antes...alfa malo. -No lo veía, estaba pegado a su cuello aspirando su delicioso olor cambiante pero podía sentir que estaba haciendo ese puchero que solo él sabía lucir.

-No tuvimos tiempo, ha pasado todo muy rápido.

-Es verdad, a penas dos semanas y yo siento que llevo una vida contigo. -Suspiró y sentí el galopar de su joven corazón en mi oido, tan perfecto, tan mío.

-Una vida no basta, bebé, vamos a estar juntos mucho más que eso. -Acaricié sus caderas por debajo de su camiseta, su piel era tan suave como las plumas de las alas de un ángel, mi ángel.

-Muchas vidas...muchas vidas. -Susurró como si fuera una promesa y me abrazó fuerte. Cuan distinto ahora al lobito berrinchudo que conocí aquella mañana.

-Bebé... tenemos que idear algún plan para ir a clases, no me importa que todos sepan que eres mío pero por respeto a los protocolos debemos ser cuidadosos. -Este tema no nos gustaba a ninguno de los dos pero era necesario ahora que viviríamos juntos.

-Lo se, tienes que cuidar tu trabajo.

-Tengo que cuidarte a tí. Realmente nadie puede impedir que tengamos relación, esa marca en tu cuello es la evidencia de que somos pareja y contra eso nada puede, no es legal que me saquen de la Universidad por ello pero no quiero que piensen que por ser mi omega tienes privilegios.

-Si tengo, solo yo puedo tocarte, besarte. Solo yo puedo sentir todo dentro de mí.

-Solo tú. -Él comenzaba a emanar ciertas feromonas que evidenciaban su creciente excitación, su pequeña erección se clavaba en mi costado y era casi gracioso.

-Pero me portaré bien, entiendo la importancia. Yo voy a terminar este semestre y tú te quedarás ahí como profesor, no quiero manchar tu reputación.

-Oye...no digas eso, tú jamás mancharías nada de mí, además...tenemos que hablar sobre el futuro.

-¿El futuro?

-Si...no quiero que te alejes de mí.

-No voy a alejarme.

-No voy a dejar que te vayas a ningún lado. -Ahora me levanté de su cuello y lo miré de frente, lucía tan bonito ahí, con sus ojitos brillantes mientras escuchaba mis palabras. -No puedo vivir sin tí, Erick, ya no.

-Pero no voy a irme, pertenezco a tí.

-Lo se pero también se que necesitas expandirte, trabajar, desarrollarte. Todo este esfuerzo en tus estudios tiene que tener un fruto y no quiero que ese fruto te aleje de mí.

-No...no... jamás, jamás Joey. -Puso su delicada manito en mi mejilla derecha y recibí su calor con gusto, tenía todo lo que necesitaba para hacerme el hombre más feliz.

-Te amo...¿Sabes? Te amo. -No pude evitar decirlo, era verdad.

-Yo también te amo, te amo mucho.

El momento fue sellado con un beso, un beso que pasó de ser tierno y prometedor a convertirse en el comienzo del camino a la lujuria más grande. Lo hice mío con tanta fuerza, tantas ganas, tanta pasión que yo mismo me perdí en la gloria de su ser. Me bebí cada una de sus expresiones, de los gestos de su cara de muñeca mientras yo le daba todo. Amé como se retorcía debajo de mí recibiendo cada empuje y definitivamente llegué al cielo cuando se corrió con fuerza gritando mi nombre, en el mismo segundo en que lo llené para marcarlo y anudarlo con toda mi fuerza, mi vida, mi amor.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now