Capítulo 33 Final

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Erick

-Y entonces llegaste tú. -Sonrío para ella y adoro como sus ojitos me miran, se que no entiende nada porque aún es pequeña pero siempre me gusta recordarle a mis hijos que la mayor fortuna del mundo es tenerlos conmigo.

-¿Ya estás de nuevo llorando porque Lía no te entiende? -Ese estúpido alfa con el que me casé, aparece de repente en la habitación a burlarse, siempre se ríe porque piensa que soy muy sensible.

-No estoy llorando y Lía si me entiende, soy su padre. -Respondo haciendo un berrinche, obviamente la niña no comprende, a penas va a cumplir cinco meses pero se que le gusta mirarme mientras hablo con ella, se que tenemos un vínculo fuerte.

-También soy su padre y te digo que no entiende.

-Lo que pasa es que me quiere más a mí.

-Tienes un punto. -Dice ahora sonriendo con ternura y mi corazón se derrite al ver como se acerca a nosotros para tomar a la bebé en brazos.

-Yo se. -Río y me levanto para ir a la cocina, los gemelos están al volver y tienen un apetito terrible.

-¿Ya vienen los niños?

-En un rato más.

-¿Vas a preparar el almuerzo?

-Si. ¿Quieres algo en particular? Tenía pensado hacer una sopa, está frío el día y algo calentito nos vendría bien a todos.

-De hecho... pensé en eso mismo, quiero pasar el día en la cama contigo y los niños.

-¿Los niños también? -Cuestiono sonriendo y alzo una ceja de forma sugestiva, me causa risa ver como abre los ojos en grande ante mi acto pero luego se da cuenta de que es solo una broma.

-Bueno...podemos hacer que los niños se vayan con tu madre y así tu alfa te da lo que estás buscando. Después de la sopa van a estar llenitos y dormirán rápido, pueden ir con sus abuelos y entonces yo te rellenaría más que bien, digo...para que no te quedes con hambre.

-¡Joel! La niña. No seas desgenerado. -Siento mis mejillas arder ante sus palabras, cuando empecé la broma no creí que fuera a responder así y yo soy demasiado tonto para evitar que mi cuerpo reaccione jodidamente rápido a sus palabras obscenas.

-Lía no sabe de lo que hablo, bien podría explicarte ahora todas las formas en las que voy a rellenarte como un pavo de Navidad y ella ni se enteraría.

-¡Joel! Vete de mi cocina, no quiero que pongas una garra aquí.

-Pero...

-Pero nada, ve a leerle un cuento a Lía. Debería darte vergüenza ser tan...tan...

-¿Sincero? Sabes que te gusta el pavo relleno, sobre todo cuando tú eres quien va a ser rellenado.

No alcancé a responder porque el idiota había salido casi corriendo de la cocina. No podía creer lo desvergonzado que era y mucho menos lo fácil que mi lubricante comenzaba a deslizarse por mis piernas como si fuera un jodido adolescente. Era increíble que tuviera esa capacidad de hacerme sentir deseado con tan solo unas palabras y que a medida de que pasaba el tiempo, en lugar de adaptarnos a complacernos de formas comunes, cada día descubriéramos algo nuevo del otro, algo que mantenía la llama encendida con fuerza, con la suficiente energía para permitirnos amar sin barreras ni frenos.

Después de aquella fatídica noche en que peleamos por lo ocurrido con aquel alfa que fue mi vecino durante mi infancia, entre Joel y yo se creó una especie de pacto, recuerdo que hablamos mucho y lloramos como tontos pero fue necesario para los dos, fue necesario para que confirmáramos que nos amábamos más que a nada y que jamás podríamos hacernos daño de forma intencional, mucho menos traicionar el amor que existía entre nosotros. El tiempo pasó y tuvimos a nuestra pequeña princesa, tan bonita y menuda, risueña y con esos ojitos verdes que siempre miraban a todos lados con curiosidad. Es igual a mí, tan parecida que a veces mamá la mira por muchos minutos seguidos y llora pequeñas lágrimas porque dice que cargar a Lía es como volver a tenerme a mí en sus brazos.

Paso la siguiente media hora montando la sopa, no me gusta alardear pero la verdad es que me encanta como quedan y los gemelos son de buen comer, sacaron el apetito de Joel y prácticamente devoran lo que se les brinde pero en días como hoy, en los que el clima invita a tomar algo caliente y sabroso, me complazco en preparar algo rico que nos haga entrar en calor. Solo queda esperar a que termine de estar lista y limpio mis manos para dirigirme al sofá a esperar a los niños, Joel debe estar escondido de mí desde que lo boté de la cocina y aunque obviamente no me molestó lo que dijo, me gusta hacerle creer que si porque eso hace que después me busque de formas cariñosas que aprovecho a mi conveniencia porque me encanta que me mime y que me llene de gestos bonitos mientras finjo que estoy enojado.

-Buenas tardes, señor Erick. -Aurora, la beta de mediana edad que se encarga de llevar a los niños al jardín y ayudarme en los quehaceres de la casa, abre la puerta con una sonrisa y a penas tengo tiempo de reaccionar cuando esos dos lobitos saltan sobre mis piernas.

-¿Y estos pequeños desastres hermosos?

Sonrío genuinamente mientras los acojo en mis brazos y aspiro con fuerza la dicha de poder oler sus aromas porque si... hace unos meses, justo cuando Lía nació, lloré a moco tendido al descubrir que mi olfato... simplemente podía captar pero no solo a Joel o a mis hijos, ahora podía respirar cada olor, cada pequeña partícula aromática, un milagro más, dijeron los doctores, un milagro como lo fueron los gemelos, como lo fue nuestra pequeña, un milagro logrado solamente por la fortaleza del lazo que nos une a mi esposo y a mí.

-Papi...te estañé. -Jared pegó su naricita a mi cuello como siempre hacía, estaba muy apegado a mí y aunque se asemejaba más en su forma de ser, definitivamente era una copia de Joel, realmente los gemelos eran muy iguales a él.

-También yo, mi amor y a tí también pequeño berrinchudo. -Jayden era de los dos el que más mal carácter tenía, por decirlo de alguna manera, sabíamos que sería un alfa fuerte, desde pequeñito se notó, así que abracé a ambos y dejé un beso en sus pequeños rizos.

-¿Y papá? -Los dos preguntan al mismo tiempo y voy a responder pero Joel se adelanta.

-¿Dónde están los niños más preciosos de la casa? -Grita mientras viene casi corriendo con los brazos abiertos para que los niños salten y atraparlos hasta hacerlos girar en el aire en medio de risas.

-Aurora...tengo una olla en la cocina. ¿Puedes hacerme el favor de apagarla? -Aprovecho que mis tres alfas están en su propio mundo para pedirle ayuda, quiero pasar unos minutos con ellos antes de almorzar, son tan parecidos y lucen tan felices mientras rien que mi corazón se derrite de amor.

-Claro, señor Erick. -Ella presenta un semblante tranquilo, mira un momento a Joel y los niños y me alegra ver que también sonríe ante la escena, es bonito verlos interactuar así, por lo general los alfa son más reservados a la hora de hacer escenas como esta.

-Gracias, en un momento voy para que almorcemos juntos, hice una sopa que te va a encantar.

Me agradece con un gesto de su cabeza y se encamina a realizar lo que le he pedido, yo me quedo mirando a mi familia, soy feliz con tan solo verlos así. Joel me mira por encima de los bebés y me regala una sonrisa hermosa, una sonrisa cargada de todo ese amor que ambos nos tenemos y yo me siento pleno. Me levanto despacio y me uno a ellos en un abrazo grupal, me siento bien, me siento en casa, ellos son mi casa, Joel es mi hogar.

-Lía se quedó dormida mientras le contaba como iba a rellenar el pavo.

-Idiota.

Respondo a su terrible chiste de mal gusto y me hago el ofendido mientras cargo a Jared para que vayamos a almorzar, él trae a su copia fiel y los colocamos en sus sillitas de comer, Aurora se ha adelantado y tiene servidos los platos de los niños, me gusta tenerla en casa para que me ayude. Estoy a punto de comenzar a servir el de Joel cuando ese idiota hace que me detenga en seco.

-Amor...no me pongas mucha sopa, recuerda que tenemos planes más tarde con ese pavo relleno.

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⏰ Недавно обновлено: Jun 20, 2023 ⏰

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