Capítulo 5. No

717 76 1
                                    


Erick

No se cuanto tiempo pasó desde que me quedé dormido pero el calor insoportable que recorría todo mi cuerpo, hizo que me removiera incómodo en esa cama. Necesitaba aliviarme porque estaba a punto de quemarme vivo. Mi celo se había adelantado, algo extraño ya que siempre era muy regular y eso me tenía pensando un sinfín de estupideces, sobre todo porque...porque...

-¿Estás mejor? -Su voz...su estúpida y maldita sexy voz.

-¿Mejor? ¿Mejor? ¿Cómo piensas que estoy mejor?

-¡Wow! Tranquilo vaquero, solo era una pregunta. -Esa sonrisa torcida que me hacía comenzar a desprender feromonas que yo no podía oler, iba a obligarme a saltar sobre él.

-No pongas esa cara. -Gruñí mientras me retorcía en el colchón, mi lubricante salía de mí abundantemente, se que él estaba aguantando para no saltarme encima porque su semblante era tenso.

-¿Ahora eres una lobita gruñona?

-No soy...una lobita. -Hice un intento por sonar intimidante pero fallé de forma olímpica, en menos de un segundo tenía su cuerpo sobre el mío y con solo eso, todo mi autocontrol, de por si ya extinto...se esfumó.

-Tienes que dejar de ser tan...arisco, vas a hacer que cometa una locura. -El idiota sabía lo que causaba, sabía que podía sentir su erección punzar justo en mi centro.

-Quiero que me tomes ahora, no me importa si...

-No.

Fue rotunda su negación y automáticamente mi loba agachó su cabeza y se quejó. Mi propio líbido bajó estrepitosamente y es que había usado su voz de mando. El calor seguía en mi interior porque mi celo recién comenzaba sin embargo, el deseo que había recorrido mis venas, se apagó. Cuando un omega era sometido por un alfa que usara su voz de mando, no había como evitar obedecer y eso, sumado a mi estado desordenado por el celo, hacía más urgente mi reacción y más...dolorosa.

-Vete. -Pedí casi en un sollozo, yo mismo me golpearía por sonar tan lamentable pero me sentía rechazado por mi alfa.

-¿Qué? -El lucía genuinamente incrédulo y yo solo quería llorar.

-Que te vayas...por favor. -Un dolor insoportable se instaló en mi pecho, mi loba se lamentaba en aullidos pequeños, cabizbaja, marchita.

-¿Por qué? Estás en celo y no voy a dejarte solo, eres mi omega. -"Mi omega". Esas palabras quemaron mi piel, se escuchaba tan bien en su voz pero ya me había rechazado y no podía sentirme peor.

-Quiero que te vayas ahora.

-No voy a irme, ve como estás, todo mojado. ¿Sabías que tu olor puede sentirse desde muy lejos? Cualquier alfa podría llegar a tí, eres, eres... intensamente atractivo, tu olor se multiplica de una manera tan...¡Joder! ¿No lo notas? No podría permitir que nadie se te acerque, llamas demasiado la atención y estás volviéndome loco aquí, tu olor va a volverme loco.

-Vete.

Sollocé mientras me volteaba, no quería verlo. Estaba siendo muy intenso y en mi actual estado, todo se multiplicaba, me dolía tanto el rechazo, la negación a tomarme, la forma de usar su voz de mando. Me dolía que dijera que mi aroma lo volvía loco cuando él no estaba dispuesto a tomarme. Me dolía saber que me estaba cuidado y eso era muy bonito pero estaba sensible, mi loba lloraba y además...ni siquiera puedo olerlo, ni siquiera soy capaz de saber como huelo yo.

-No voy a dejarte. No me des la espalda. ¡Maldita sea! -No estaba precisamente gritando aunque si alzaba su voz pero todo mi cuerpo estaba en un temblor.

-Déjame... tú...no me quieres. -Ya no podía evitar mis lágrimas, estaba sintiendo tantas cosas juntas en mi pecho que me era imposible verlo, escucharlo.

-Deja de darme la espalda, no digas cosas que no sabes.

-Tú no me quieres, vete ya. Me haces daño.

Al parecer, mi voz salió lo suficientemente lamentable porque se quedó en silencio. Lo sentí moverse en la cama pero no tenía fuerzas para mirar, estaba demasiado ocupado sintiéndome miserable. Yo era un omega independiente, nunca me había importado tener un alfa, no quería pertenecer a nadie y estaba bien con eso pero ahora que lo tenía detrás de mí, tratándome como su omega, declarando su propiedad...

-Eres mi omega, nunca podría hacerte daño.

Su tono había cambiado, ahora me hablaba como si el que estuviera dolido fuera él y tal vez, eso fue lo que me hizo voltear a verlo. Casi sufro un infarto cuando nuestros ojos se cruzaron, los suyos estaban casi rojos, encendidos de deseo pero a la vez de pena, como si realmente estuviera afectado por lo que dije. Nos miramos por algunos segundos, mi lubricante seguía escurriendo de mí y mi cuerpo volvió a tener esa necesidad de ser tomado, marcado, usado. Me removí en la cama, su mirada me estaba matando y podía sentir que él también estaba como yo.

-¿Por qué me miras así? -Me atreví a preguntar, mi voz era lamentable.

-¿Así cómo?

-No lo se...

-Nunca te podría hacer daño, no digas eso más.

-Lo haces ahora.

-Te estoy evitando el disgusto. Estás en celo, ahora necesitas consuelo a tu calentura, quieres que te haga mío pero solo porque necesitas tener algo en tu trasero pero el verdadero tú...no me quiere.

-No...

-No se por que has sido tan arisco conmigo, yo te sentí desde el primer instante, sabía que eras tú, que eras para mí y por eso hice que chocaras conmigo ese día. Creí que me sentirías igual, que te pasaría lo mismo cuando me vieras, cuando me olieras pero fuiste dolorosamente insensible. No me quieres a mí, si te tomo ahora, voy a marcarte, voy a anudarte y posiblemente embarazarte. Estaría bien con eso si tú realmente lo quisieras pero no lo haces, cuando pase el efecto de tu celo, vas a volver a ser el chico que no me acepta, vas a querer matarme por reclamarte y yo no podría vivir con eso. Te lo dije antes y te lo digo ahora, estoy aquí para tí, para ayudarte a sentir mejor porque se que pasar un celo solo es horrible, más para un omega, ustedes son mucho más sensibles y necesitan que los mimen, haré todo lo que necesites para que estés cómodo pero no voy a tomarte.

Sus palabras eran dolorosamente hermosas, pude sentir en cada milímetro de mi piel como su verdad se colaba. Me miraba como si yo fuera lo más bonito del mundo y a la vez lo que más lo lastima, no podía captar su aroma pero estoy seguro que si pudiera, ahora estaría oliendo a tristeza. Me acomodé un poco y sin importar mi desnudez, abrí mis piernas para él. Noté como tragó saliva y aspiró profundo pero se mantuvo firme.

-Está bien...comprendo pero ahora haz lo de antes, necesito realmente que me masturbes porque voy a morirme. Te necesito a tí, tu piel, tu calor, necesito sentirte enterrado en mi cuerpo pero no voy a obligarte, solo...usa ese aparato y mastúrbame ahora.

Smell ll JoerickTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon