Capítulo 4. Un poco de ayuda

782 77 7
                                    


Joel

A penas podía controlar mi propia excitación, su olor estaba matándome, llamándome y verlo en ese estado tan deplorable y sumiso, solo me asfixiaba. Quería entrar en él de forma obscena y grosera, irrespetuosa, joderlo hasta que quedara preñado de mis cachorros y marcarlo como mío, mi propiedad, mi omega para que todo Dios que lo mirara supiera que su culo tenía dueño pero no...no soy esa clase de alfa.

-Por favor...-Su súplica solo aumentaba mi nivel de lujuria, no ayudaba en nada verlo retorcerse sobre la cama.

-¿Tienes jueguetes? -Cuestioné tratando de sonar calmado cuando realmente mi lobo estaba furioso, deseando unirse al suyo que curiosamente...era hembra, raro...muy raro.

-¿Qué? -Sus ojos vidriosos se abrieron como balones de fútbol ante mi pregunta y supuse que estaba avergonzado. ¡Vaya imagen más caliente!

-Juguetes...sexuales.

-Si... si pero... tú...te quiero a tí. -Jodidamente si, se que me quiere jodiéndolo y yo quiero lo mismo.

-No...

-Cajón...abajo de la cama.

Fui consciente de la forma en que se sintió rechazado, su loba lamentó mi negativa pero realmente no podía solo follarlo, no es así como funciona. No es una omega cualquiera para descargar mis frustraciones, es el chico con el que voy a pasar el resto de mi vida aunque él no lo acepte aún. Busqué los dichosos juguetes y levanté el cajón que mantenía oculto debajo de su cama. ¡Travieso! Pensé cuando saqué de ahí un dildo de tamaño casi descomunal. Volví a la cama, él se había sacado la ropa y su erección brillaba con la punta hinchada y roja, húmeda, necesitada pero eso no me llamaba la atención, más abajo, entre sus piernas abiertas, se encontraba el jodido lugar más precioso que había visto en mi vida. Chorreando su lubricante natural por toneladas, tan lindo, tan malditamente mío.

-Voy a usar esto, voy a ayudarte con tu...

-No...no por favor, quiero...te quiero a tí.

-Abre más tus piernas, no dejes de mirarme, quiero ver cada expresión de tu rostro.

No protestó más aunque se que quiso hacerlo, abrió sus piernas para mí y casi mando mi autocontrol a la mierda cuando observé en primera fila y mucho más de cerca, como contraía su agujero. Su olor estaba regado por toda la habitación, inundando cada espacio del aire, penetrando por mi nariz con una facilidad que abrumaba mis sentidos. Quise lamerlo, probar de sus jugos con mi boca, mi lengua picaba por beber de su entrada pero si lo hacía, yo mismo me perdería y terminaría follándolo como animal.

-Entra...por favor.

No había sentido en prepararlo, eso solo atrasaría el tormento y disminuiría mi paciencia, así que solo coloqué la punta de ese artefacto en la entrada a su cuerpo y empujé. Si alguien me hubiese dicho que un gemido y la vista de un cuerpo tragando un aparato como ese, iba a hacer que me corriera en mis pantalones, le habría regalado un pasaje pero bien a la mierda sin embargo aquí estaba yo, botando semen como un colegial mientras gruñía como bestia moviendo mi mano para calmar el líbido de mi chico.

-¡Oh Dios mío! -Tenía que callarse, si seguía gimiendo así, yo no podría mantener mi cordura.

-No...no gimas así. -Sus ojos me miraron con duda, miedo, no me había percatado de que usé mi voz de mando.

-Pero...¡Oh por Dios!

Mi mano trabajaba sin parar y mis ojos divagaban entre los suyos y la obscena imagen de su trasero chorreando lubricante mientras se tragaba todo el largo de aquel objeto. Yo estaba nuevamente duro, mi propio miembro latía desesperado dentro de mis manchados pantalones pero seguí bebiéndome cada una de sus expresiones, de los gestos de placer absoluto que hacía su precioso rostro.

Sus gemidos eran como la gasolina para el fuego de mi cuerpo, por mucho que quise hacerlo callar, el chico solo gritaba y se empujaba contra mi mano, buscando su placer, entregándose a ese aparato como si fuera la cosa que más necesitara en la vida. Nunca antes había hecho esto, mis experiencias sexuales se basanban en ponerme un condón y entrar y salir de la feminidad de alguien hasta que mi esencia fuera expuesta pero ahora estaba aquí, sumergido en la hoguera cruda de masturbar a mi omega.

-Tu...maldito...olor. -Mi gruñido hizo mella en la habitación, mi lobo estaba casi razgando mi interior, luchando por salir, aullando desesperado a su pareja, yo mismo estaba casi delirando, su aroma era una puñalada directa a mi pecho.

-Más... más...casi.

No había forma en la vida en que yo pudiera estar más jodido. Su cuerpo era un manojo de movimientos desesperados y temblorosos, exigiendo, necesitando. Yo apuré mi mano, sintiendo como su lubricante resbalaba por ella, chorreando desde su gloria, llamándome, llevándome a él como insecto a la luz. Sus ojos jamás abandonaron los míos, el verde esmeralda ahora lucía un par de tonalidades más claro y yo podía jurar que no había nada más hermoso que esa vista.

Los minutos finales fueron los peores, sus gritos debían escucharse por todo el vecindario y mi autocontrol estaba fallando muy crudamente. No pude evitar subir sobre él, no quería hacerlo pero el sonido de su voz distorsionada alcanzando su orgasmo, mezclado con la intensidad de su aroma, me arrastraron sobre su cuerpo. Empujé fuerte un poco más viendo como se escurría en forma de sustancia blanquecina y espesa y entonces no pude aguantar.

Tomé su temblorosa mano y la llevé a mi erección que empujaba mis boxer con violencia. Él abrió los ojos asustado pero entendió lo que quería, dejé que me masturbara con su mano, con la mía, ambas juntas en un frenético ritmo para llevarme a mi propio placer. No demoré mucho, ya había agonizado antes mientras introducía ese juguete en su intimidad pero Dios sabe lo que disfruté de sentir su calor envolver mi hombría. Su manito apretaba con fuerza mientras la mía marcaba el ritmo para la recta final y gruñí gloriosamente cuando mi semen se escapó salpicando su pecho y parte de su rostro.

¡Por la mierda!

Esa imagen no iba a salir nunca de mi mente, jamás podría olvidar la obscenidad de su carita de muñeca salpicada con mi esencia. Poco a poco los movimientos fueron cesando, dando paso a un temblor en mis rodillas y una necesidad incontenible de abrazarlo. Lo hice, me tumbé a su lado y él se enredó en mí, deshecho, menudo, agotado. Mis brazos lo sujetaron con fuerza, sabía que cuando pasara el efecto iba a ponerse todo loco y agresivo pero ahora yo solo quería oler su piel, su cuello emanaba mi paz. Casi a punto de quedarme dormido, una de sus manos hizo su viaje hacia el sur, ante mi mirada atenta, embarró sus dedos de lubricante y dejándome sin plabras lo llevó a mi boca.

-Pruébame...siente lo que vas a desear por el resto de tu vida y dime si te complace de la misma forma en que mi aroma te llevó a hacerme esto. -¡Maldito bastardo! Su sabor fue una exploción para mi sistema, su maldito sabor era la llave del infierno y sus ojos verdes retadores...eran la puerta más oscura del camino a la perdición.

Smell ll Joerickजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें