Capítulo 27. Tres minutos

537 50 10
                                    


Erick

-Bebé... Mi amor... Estás... Estás despierto.

La voz distorsionada y lejana de mi alfa me recibió cuando comencé a abrir los ojos. Me dolía mucho la cabeza y sentía una incomodidad extraña en mi bajo vientre. Me pesaban las manos como si las tuviera atadas a la cama y una se sensación de hormigueo se dispersaba por toda mi piel. Estaba muy aturdido, sabía que Joel me seguía llamando pero no podía responder, mi lengua era como una masa inerte y amarga dentro de mi boca. No se si pasaron segundos, minutos o tal vez horas cuando al fin pude abrir los ojos pero lo que ví fue bastante doloroso. Mi alfa permanecía a mi lado llorando mientras me veía, alejado un par de metros mientras mi mamá y el doctor Mejía se postraban frente a mí con rostros preocupados.

-Está bien... Ya está bien. -El alivio en la voz de mi madre me preocupó. ¿Qué había pasado para que me vieran de esa forma? Quise sentarme en la cama pero una mano firme lo impidió, el doctor me obligó a quedarme acostado y a decir verdad, tampoco tenía fuerzas para moverme.

-¿Qué... qué ha pasado?

-Hola hijito, ya estás bien mi amor, todo está bien. -Mi madre estaba llorando y sin saber por que, yo hice lo mismo.

-Hola bebé, mi niño precioso, no llores amor, estás bien y nuestros cachorros igual.

-Alfa.

Sollocé cuando al fin caminó hacia mí y su mano rozó mi mejilla en un gesto tierno. Necesitaba tanto su olor, me calmaba tanto su aroma y me hacía tanto, tanto bien. Aún no sabía que fue lo que sucedió, por que todos estaban ahí como si acabara de ocurrir un milagro pero no quise preguntar, no era el momento, solo deseaba que mi alfa me abrigara con sus besos y su aroma se pegara a mi piel. Como si pudiera leer mis pensamientos, eso hizo, se acostó a mi lado de la cama y se fundió conmigo en el abrazo más deseado de todos, nuestro, especial.

-Tienes que ver a nuestros niños, son los cachorros más preciosos. -En algún momento quedamos solos en la habitación, Mejía y mi madre deben haber entendido que necesitábamos espacio.

-¿Los has visto? -Sentí algo apretar mi pecho, una sensación inexplicable pero completamente hermosa. Nuestros hijos, nuestros hijos habían nacido.

-Si...son los más bonitos del mundo, son hermosos, como tú. -El orgullo se filtraba en la voz de mi alfa, sus ojos brillaban con real ternura al mencionarlo.

-¿De verdad? ¿Están bien?

-Si... están cuidándolos en otra sala. Después van a traerlos. Ahora descansa, pasaste por mucho y tienes que recuperarte.

-Quiero verlos, Joey. Quiero ver a nuestros niños.

-Ya los verás pronto pero necesitas descansar. No es momento de hablar de ello pero casi...casi te pierden.

-¿Qué?

-Estuviste casi tres minutos sin respirar, tuvieron...tuvieron que reanimarte, yo... yo creí que...

No pudo continuar hablando, las lágrimas se apoderaron de sus ojitos y ya no pudo seguir. Se aferró a mi cuerpo como si hubiese estado años lejos de mí, como si al abrazarme pudiera sentir que era real, que estaba ahí, que estaba vivo. Lloré junto con él por muchísimo tiempo, sintiendo como nuestras emociones se multiplicaban y se convertían en un mar imparable de corazones comprimidos y dolores que iban más allá de lo físico, que calaban en lo más profundo de ambos.

-Yo...

-Shhh...no quiero hablar de eso, no quiero recordarlo, yo estaba aquí. -Y lo entendí, entendí que aquella voz distorsionada y rota que creía escuchar, era real, era él que llamaba por mí, que me veía agonizar y no podía hacer nada.

-¡Oh Dios! Mi amor, mi vida. -Lo abracé tan fuerte que ni siquiera me importó el dolor en todo el cuerpo, solo necesitaba a mi alfa, hacerle saber que estaba bien, que estaba con él, que estábamos juntos.

-No hablemos más, te lo ruego.

-No más, lo prometo. No quiero que sientas dolor.

-Ya te tengo acá y en un par de días podemos ir a casa con los niños.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-Tres días.

-Está bien, está bien.

-Ya no llores, ahora mejor pensemos en nombres porque no hemos decidido aún.

-Cierto. -Respondo con una pequeña sonrisa, nunca llegamos a elegir un nombre para los cachorros y ahora que están acá, lo necesitan

-¿Tienes algo en mente?

-No lo se.

-Entonces digámosles niño uno y niño dos.

-¡Joel! No seas bobo. No podemos llamarlos así, tenemos que buscar nombres bonitos y que signifiquen algo.

-Era una broma.

-Lo se, amor..

-Entonces tenemos que pensar bien, no quiero que les pongamos nombre de cereal de avena o algo por el estilo.

Sonrío ligeramente porque se que solo lo menciona para relajar el ambiente, que hayamos decidido no hablar del tema, no significa que no sea importante y además, nuestro lazo es tan fuerte que puedo claramente sentir todo el cúmulo de emociones fuertes que carga consigo. Imagino que trata de estar bien para que yo no me ponga peor pero sentir ese miedo acumulado en sus latidos, me hace creer que realmente estuve a punto de morir. Sacudo los pensamientos de mi cabeza, no quiero estar mal, no quiero pensar, quiero solamente dejarme envolver por su café con menta.

-Mejor abrázame, después pensamos en como llamar a los bebés, ahora quiero sentirte cerquita.

-Lo se, también te necesito.

Permanecimos mucho tiempo en silencio, tal vez porque éramos un complemento del otro, tal vez porque nuestros aromas nos transmitían la paz que necesitábamos pero además de todo eso, ambos sabíamos que este era un nuevo comienzo, una nueva etapa en nuestras vidas y no solamente por el hecho de convertirnos en padres sino además por una razón, una razón que aunque no había sido explicada de forma completa, nos hacía entender a los dos que debíamos agradecer que yo estuviera acá, una razón que me daba una nueva oportunidad de vida y que permitía que ahora estuviera respirando. Estar prácticamente muerto por tres minutos y ser devuelto a vivir, ahora se convertiría en un motor, un motor para luchar, para aferrarme a cada latido y respiración, un motor para emprender de la mano de mi alfa, el camino a un nuevo horizonte en el que dos pequeños seres, dependerían de ambos, dos hermosos angelitos que habían soportado tanto y habían ganado la batalla para estar y permanecer en este mundo, nuestros hijos.

-Te amo. -Susurró agotado, su voz estaba cansada pero no me soltó. Me acomodé como pude para no lastimarme, pegué más aún mi cuerpo al suyo para impregnarme de su aroma.

-Te amo, alfa.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now