Capítulo 1. Erick

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Erick

La pequeña flor había perdido todo su color y su aroma, supongo, no es que pueda saberlo. Aún recuerdo como el rostro de ese alfa se deterioró ante mi rechazo, no lo culpo, a nadie le gusta que le nieguen una cita pero en mi defensa, fui adorable y tierno para decirle que invitara a una omega que estuviera interesada en su culo, bueno, no precisamente en esa parte de su cuerpo pero el caso es que a mí no me interesa ni él ni ningún otro alfa necesitado de marcarme. Si acepté la flor fue porque realmente me gustan, amo las flores y sus colores, amo como en el poco tiempo que viven, dan todo de sí para mostrar su belleza y encanto.

-Erick...¿Piensas estar toda la tarde mirando el cadáver de esa rosa? -Mi madre, con su particular sentido del humor, hizo acto de presencia en la sala de estar.

-Hola mamá, solo estaba pensando. -Respondí con una sonrisa, amaba a esa mujer con todo mi corazón.

-¿Qué pensaba mi pequeño omega ácido y arisco?

-No soy ácido, menos arisco. Soy un gatito tierno y esponjocito.

-Eres mi hijo y te amo pero de esponjocito no tienes ni la manta con la que duermes.

-Pero si soy tierno, soy adorable mamá.

-Si...tienes ese don de poner cara de cachorro y todos caen en tu encanto, por eso te desfilan los alfa.

-Si...lo se pero no me gusta eso, sabes que no estoy interezado en ser el contenedor de cachorros de ningún lobo semental con aires de superioridad.

-No tienes remedio, sigue pensando así que vas a llevarte una sorpresa cuando tu predestinado se cruce en tu camino.

Su sonrisa era esperanzada, mamá es de esas que cree en el amor a primera vista, desde que conoció a papá, han estado pegados como chicles y debo admitir que amo su relación pero yo no soy mamá, no creo en que una persona llegue y por arte de magia, todo tu mundo gire a su alrededor. Creo en la libertad, en la dicha de ser dueño de tus propios pensamientos y sentimientos, en la fortuna de respirar por tí mismo sin necesidad de depender del aroma de alguien más para tranquilizar tus penas.

-No pasará, sabes que no creo en eso. -Respondí con mi típico tono amargo cuando hablaba del tema y mamá me miró con...pena.

-A veces creo que es mi culpa que nacieras sin la posibilidad de oler, se que no te hace falta para vivir porque eres un omega fuerte e independiente pero realmente es especial sentir a la persona correcta, nada puede compararse con la paz de poder oler a quien va a acompañarte siempre.

-Mamá...

-Lo se, lo siento Erick pero es que realmente es así.

-No digo que no pero no es para mí.

-No voy a insistir pero se que un día va a llegar ese alfa que haga todo tu mundo moverse, quizás no puedas captar su aroma pero vas a sentir que tu lobo, tu loba en este caso...lo llama.

-Mi loba sabe que no vamos a enamorarnos de nadie. Ella sabe bien que somos diferentes.

-Si...lo se, es muy extraño que tu lobo sea hembra pero bueno, el caso es que tengo que irme a trabajar porque voy tarde. No te demores en salir, ya vas atrasado a tus clases.

Mamá dejó un beso cuidadoso en mi frente y se marchó al trabajo, era una admirada doctora en el hospital principal de la ciudad y su bonita especialidad, era traer cachorritos al mundo. Por eso mismo se culpaba de haberme tenido defectuoso, no es que me dijera así pero yo se que estoy fallado, se que no es natural que haya nacido sin el sentido del olfato, es casi un crimen que en nuestro mundo suceda eso, mamá nunca ha sabido de un caso como el mío pero ya ven...soy especial, tal vez no de forma bonita y envidiable pero definitivamente lo soy, además de lo curioso y también inexistente de mi loba, nadie nunca ha tenido un lobo de diferente sexo al propio pero debo decir que amo a la mía, es diferente...como yo.

Agarré mi bolso y me dirigí a clases, cursaba el último semestre de la carrera, a mis veintitres años estaba a punto de graduarme en lo que me apasionaba, literatura. Si...era una polilla comelibros pero ni las burlas ni los ridículos comentarios podían impedir que amara leer. Más que amarlo, yo vivía la lectura, perderme en las letras, transportarme en el tiempo y lugar de las historias, sentir cada situación narrada, no...nada podía compararse con leer un buen libro.

-Cuidado. -Una gruesa y definitivamente desconocida voz, me sacó de mis pensamientos.

-¿Eh? -Dirigí mi mirada al chico de cabellos oscuros que me observaba como si huebiese visto un fantasma y a pesar de mi shock al verlo, me las arreglé para soltar una Ericknada. -En todo caso, cuidado tú, yo venía muy bien por aquí hasta que decidiste meterte en mi camino.

-¿Estás bromeando? -Seguía con sus ojos clavados en mí como si alguna fuerza lo obligara a hacerlo, yo mismo me sentía completamente extraño por dentro y mi loba actuaba de manera poco común, aullando bajito como si estuviera ansiosa.

-¿Me ves mearme de la risa? -Su semblante era el de una persona que recibía un puñetazo traicionero de su mejor amigo, yo estaba sumamente nervioso y no sabía por que pero quería salir de la vista de ese alfa, no me hacía falta el olfato para percatarme de que esa presencia imponente, era de uno.

-¿Eres siempre así o solo cuando te cruzas inesperadamente con tu alfa?

El silencio nos consumió vivos después de esas palabras. Nuestros cuerpos permanecieron completamente rígidos, inamovibles, estáticos. Yo no podía negar que todo mi cuerpo recibió una corriente extraña de manera súbita cuando dijo "tu alfa" pero no podía tampoco seguir el juego de ese idiota que no había visto nunca. Mi loba quería empujarme hacia ese chico, la sentía arañar las paredes de mi interior para pedir que me acercara pero no iba a ceder a sus caprichos de perra en celo, ese tipo era solo otro de la lista de idiotas que usa mi escasez de olfato para intentar llevarme a la cama.

-Si piensas que voy a reirme ahora porque tu chiste es muy gracioso, debo decirte que estás muy perdido. No tengo tiempo para alfas babosos que solo buscan mear y preñar a omegas estúpidos que creen en esa ridiculez de los detinados. No se quien eres, no te conozco pero quítate de mi camino porque voy tarde.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now