Capítulo 20. Miedo a su reacción

737 70 8
                                    


Joel

-Apúrate Erick...casi no puedo conseguir reserva y si te sigues demorando...

-Deja de pelear, alfa gruñón.

-No peleo pero en serio el lugar que encontré es muy lindo y está muy solicitado por estas fechas.

-Si, me imagino que si.

-¿Ya estás listo? -Pregunto delicadamente porque no quiero que mi lobita embarazada se enoje pero en serio tenemos que irnos ya.

-Casi, solo tengo que poner polvito en mi nariz. -Hace un puchero tan hermoso que solo puedo sonreir como idiota.

-No necesitas ese polvo, tu piel es perfecta.

-Si pero me salió un granito, es chiquitico pero no quiero que se ponga feo.

-Está bien, te espero en el salón, no demores.

-Ya voy...

Le lanzo un beso y me voy al primer piso, miro el reloj en mi muñeca y no se si vamos a llegar a tiempo. Cuando manejo con él en el auto, siempre voy por debajo del límite de velocidad porque no quiero que nada le pase a ninguno de los tres. Se ve tan bonito hoy, me encanta como le queda esa camisa rosa y sus pantalones de vestir, su pancita no es tan grande pero ya se nota que espera cachorritos y yo encuentro hermoso su cuerpo rellenito, con sus caderas anchas por el embarazo.

Pasan algunos minutos y todavía no baja, ya estoy comenzando a desesperarme pero se que no le gusta que lo apuren y prefiero esperar aunque estoy inquieto. Desde que está esperando bebés, su estado de ánimo es tan variable que muchas veces no se como dirigirme a él, a veces llora, a veces es un auténtico batido de plomo, pesado y gruñón pero otras veces, es la lobita más dulce y juguetona y adoro cuando sus hormonas se descontrolan y le exigen que busque a su alfa. En esos momentos su aroma se vuelve todo en mi mundo y no hay nada mejor que marcarlo una y otra vez mientras le hago el amor con toda mi alma. Amo escucharlo gemir mi nombre, ver su figura debajo de mi cuerpo, exigiendo, rogando, entregándome todo su cuerpo para que lo tome.

-¡Ya Joel! -Me reprendo a mí mismo, no es momento de pensar en Erick desnudo encajado en mi polla, que por cierto...ya está dura de solo imaginarme abriéndolo para mí.

-¿Qué pasa…amor? -Siento su voz a mi lado y me avergüenzo de mi estado. Se que mi aroma demuestra mi excitación porque lo veo olfatear el aire hasta que sus ojos comprenden. -¿Qué cochinadas estás pensando, Pimentel?

-Ni...ninguna. -Estoy nervioso y tratando de esconder sin éxito la erección que se ha formado en mis pantalones.

-¿Y qué es esa montaña entre tus piernas? ¿Qué pensabas alfa malo? ¿En otro omega?

-¿Qué dices? ¿Cómo voy a pensar en otro omega?

-Joel...dime la verdad. ¿Ya no me amas? -De pronto deja de estar enojado para dejarse caer en el sofá con un semblante horriblemente triste, mi corazón se contrae al verlo y al sentir ese aroma delicioso tornarse amargo.

-Mi amor, no digas eso nunca más, yo te amo, estoy enamorado de tí y sería incapaz de mirar o pensar a otra persona. Erick, estamos unidos por el alma, somos una sola en dos cuerpos diferentes.

-¿Y por qué...por qué estás excitado?

-Porque pensaba en tí, en lo tanto que amo hacerte mío. -Digo tratando de acariciar su mejilla pero se aleja de mí.

-No me mientas, no me mientas. -El llanto solo incrementa y el dolor en mi pecho se intensifica, se que está más sensible por el embarazo pero odio verlo llorar.

-Amor...mi bebé, no llores, mi princesa.

-No me amas Joey y yo...yo te amo, estoy esperando tus cachorritos y...no puedo...

-Mi vida...

-Dime la verdad, por favor Joel.

Tomo una respiración muy profunda, se que no es el momento para esto y obviamente su reacción puede ser desagradable y dolorosa pero necesito decirlo o me voy a explotar. Quería que fuera en un lugar lejos de casa, que al menos la cantidad de personas alrededor aliviara la posible mala reacción al enterarse pero es necesario hacerlo, ya no hay vuelta atrás. Miro su cuerpo en el sofá, no me está viendo y tal vez es lo mejor. Me arrodillo para estar a su altura y entiendo que es hora de enfrentar la verdad.

-Quería hacer esto de otra manera pero no me dejas opción...¿Tú...te casarías conmigo?

Soy plenamente consciente del segundo exacto en que su corazón se salta un latido, lo se porque lo siento en mi pecho. Los nervios me consumen mientras levanta lentamente su cabeza, como si tuviera miedo, como si estuviera a punto de romperse. Cuando sus ojos chocan con los míos, prácticamente me roba el aliento, no hay nada en la vida que pueda negarle a ese par de esmeraldas perfectas. Su mirada pasa a la cajita roja que tengo en mis manos y abre la boca sorprendido, sin saber que decir, sin saber que su silencio me está matando.

-¿Es...es una broma? -Tartamudea al fin y yo no se si quiero llorar o salir huyendo, su expresión de completo impacto, no me dice nada más que sorpresa, tal vez esto no es lo que quería y yo de idiota aquí arrodillado.

-No. -Mi voz sale tan ronca, rasposa, dolorosamente nerviosa pero no dejo de mirarlo, si me va a rechazar, al menos que sea mientras miro su bonito rostro.

-Joel...-Jadea un suspiro, mi corazón amenaza con explotar y mis manos ya no son tan firmes.

-Solo...yo...te amo Erick y quería pedirlo en la cena de esta noche pero entiendo si no quieres, tal vez fue muy pronto y no...

Mis pobre discurso tembloroso, se ve interrumpido por los labios más dulces que haya probado. El sabor de su felicidad explota en mi boca mientras aspiro el aroma puro de sus flores silvestres, frescas, dulces, con esos matices agregados por su estado de gestación. Caigo de espaldas sobre la alfombra mientras su boca devora la mía, dejo que haga lo que desee porque para eso nací, para complacerlo en lo que pida, lo que quiera, lo que sienta.

Sin responder aún, se encarga de desvestirnos a ambos, se encarga de besarme por todos lados, de morder, lamer, succionar los lugares correctos. Sin responder, se sienta sobre mi dura extensión y pasa miles de minutos dándose placer, gimiendo, sollozando, arañando la piel de mis brazos, de mi pecho. Sin responder, se mueve como los mismísimos dioses del pecado más puro, contrayendo, apretando, arrancando el mejor de mis orgasmos con cruda pasión angelical, haciendo que explote dentro de su pequeño lugar mientras él se escurre sobre mi pecho, gimiendo mi nombre, llevando mi alma a la gloria.

-Yo...-Jadea completamente acabado, agotado, pleno mientras se deja caer sobre mí, aún sin sacarme de su interior.

-Supongo que es un si. -Lo abrazo de la cintura con fuerza, necesito escuchar su respuesta todavía.

-Te amo, te amo, te amo. Si...si mi amor, me casaría contigo en cada una de nuestras vidas.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now