Llegó papá

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Loryann

Mientras camino de regreso por la pasarela, el pie me duele a mares. Me había quitado el otro zapato y así descalza, cojeando y adolorida; tanto en mi pie como en mi orgullo llegué, y al momento de tocar la cortina, un efusivo aplauso y vítores llenaron el ambiente. Ya no pude más y comencé a llorar, pero de alegría.

La primera en acercarse fue la señorita Marcell, pero antes de que esta dijera algo, Marie pasó corriendo y me abrazó.

—¿Estás bien? Apóyate en mi hombro —decía con una sincera preocupación.

Mientras mi amiga me ayudaba a sentar, escuché gritos de sorpresa y las chicas se cubrían rápidamente. Entonces pude ver a mi tía Clara caminando hacia mí acompañada de Alex, ambos con un rostro entristecido. Mi tía se arrodilló frente a mí.

—¿Cómo te sientes querida? —preguntó mi tía.

—Me duele mucho —respondí con la voz quejumbrosa.

Pero realmente me asusté cuando tía Clara levantó mi pie y pude ver el daño. Mi tobillo estaba muy hinchado, parecía que tenía una bola de tenis; solo que morada. Miles de cosas, me pasaron por la mente. «¡Me cortarán el pie!»; «¡Cojearé el resto de mi vida!»

La señorita Marcell apareció con una bolsa de hielo y el dolor se intensificó cuando lo puso sobre la hinchazón.

Marie se volvió a asomar con el zapato en mano. Lo traía colgando de la tira y este tenía el taco roto que colgaba apenas de una tira de piel.

—¿Vieron? —preguntó llamando la atención de los presentes.

Tía Clara tomó el zapato y lo observó con calma.

—¡El tacón está cortado a la mitad! —exclamó sorprendida.

Marie, que estaba a mi lado, aspiró por la sorpresa y susurró: «Sabotaje».

—¿Qué clase de escuela de modelaje es está? —preguntó mi tía enojada mirando a la señorita Marcell que, por primera vez, le veo una genuina expresión de pánico en el rostro.

—Nos vamos al hospital, ahora —sentenció tía Clara con su autoritaria voz de directora — ¡Alex carga a Lory a mi auto!

Alex no se hizo esperar, tan rápido como mi tía terminó de decir su orden me tomó en brazos.

—Pero. ¡No puede llevarse a nuestro fotógrafo! —replicó la señorita.

—Hay muchos allá fuera — Literalmente gruñó mi tía.

—Esos son fotógrafos de prensa y...

—No haga que llame a la policía para que investigue esto.

La barbilla de la señorita Marcell se recogió hacia atrás como si se tragara las palabras. Luego veo a Alex buscar con la mirada y yo sabía lo que buscaba. Y fui yo quien la encontró. Mas bien nuestras miradas se encontraron, Karen. Pero ella, no me la pudo sostener, aunque sonreía maliciosamente.

 Pero ella, no me la pudo sostener, aunque sonreía maliciosamente

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Ladrón de Besos(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora