El Banco del Cerezo

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Alexander

Una vez más estoy en la oficina de la directora Millet, pero con una curiosa diferencia. No me estaban regañando por nada, sino que la tía Clara y yo conversamos de lo sucedido.

—Por cómo cuentas los hechos —decía la directora —, te hicieron una trampa. El burlador, burlado.

—Usted; ¿me cree? —dije emocionado de saber que, al menos la directora estaba de mi lado.

—Es obvio Alexander —respondió —. Y Lory también lo sabe. Se lo hice ver. Aun así, Ella está dolida por el hecho de que tú no te diste cuenta de las diferencias entre esa chica y ella.

Eso no era lo que esperaba escuchar. Me llevé la mano a la nuca incómodo con la situación y solo me quedaba esperar que la tía de Lory tuviera un plan para que ella cambiara de opinión. Pero la cosa era peor de lo que suponía.

—Desgraciadamente, Alexander. Lory no quiere saber nada de ti —Realmente, la directora lo lamentaba —. Habló con su madre y esta le separó un vuelo inmediato para Tennessee, esta mañana. Ya debe estar en el aire.

—No puede ser —dije desconsolado —. Ella...ella.

—Ya no está, Alexander —sentenció la tía —. Atente a las consecuencias de tus acciones.

Me levanté en actitud retadora. Quería decirle que no me rendiría. Que insistiría en hablar con ella hasta que me contestara, pero al mirar a la directora Millet a los ojos, vi que ella sentía algo parecido. Le había tomado cariño a Lory. Se había acostumbrado a tenerla en la casa y ahora; ella se sentía tanto, quizás más desconsolada de lo que yo estaba, pues mientras que yo tenía a mi madre y a mis tíos; ella estaba sola.

—Seguiré intentando que Lory me conteste —dije al final, pero en otro tono. Uno más derrotado.

—Te voy a pedir un favor —Dijo ella antes de que abriera la puerta de su oficina —. Uno que te conviene seguir.

Se apoyó del escritorio y adelantó su cuerpo hacia mí para asegurarse de que la veía directo a los ojos, antes de pronunciar sus palabras con mucho cuidado:

—No te desquites con Karen. No sigas la cadena.

Solo asentí y le prometí que no lo haría.

Cuando crucé la puerta, Gladys, la secretaria me dirigió una mirada, con la perfecta imagen del reproche y volvió a centrarse en lo que escribía en su computadora. Tres nuevos estudiantes, que al parecer habían sido enviados a la directora estaban sentados en espera de su reprimenda. Los miré y sentí algo de melancolía por los tiempos en que mi vida era más simple.

—Están jodidos — les dije mirándolos fijamente —. Hoy sí que está bien encabronada.

Ahora sé lo que están pensando: «De seguro Alex, va a planear algo para vengarse de Karen». Pero para su sorpresa, había decidido cumplir mi promesa de no vengarme de esa traidora.

Pero en cuanto a esa tal Daisy, no prometí nada.

Pero en cuanto a esa tal Daisy, no prometí nada

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Ladrón de Besos(Completa)Where stories live. Discover now