Tregua y Promesas

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Alexander

Cuando salimos del hotel en que estaban las modelos, "le petite journaliste", o sea la pequeña reportera, había completado cinco entrevistas; todas bajo la promesa de que tanto sus nombres, como sus fotos saldrían en la revista bajo el encabezado de: "Las Modelos de Phillipe Saint Jean, solo lo mejor". Así me lo describió Natalia levantando los brazos e imaginando que veía el reportaje en grandes letras escrito en el cielo estrellado de Paris.

—Debo admitir que, sin ti no lo hubiera logrado, gracias —dijo al final.

—No importa —respondí —. De seguro tenías algún truco de reportera para lograrlo.

—Solo pensaba en que tendría que esperar por Saint Jean para que las pusiera en cintura —replicó ella.

—Eso también hubiera funcionado, recurrir a la figura paterna.

Se echó a reír. Cosa rara en ella, que desde que la conocí, solo la había visto sonreír nerviosamente y enfadarse conmigo. Ya estaba convencido de que tenía ese efecto en las mujeres.

—Y tus fotos —añadió —, son geniales. Las tomaste en ángulos que resaltaron sus bellezas.

—Las tomé controlando la luz y las formas, eso fue todo.

—Y fue más que suficiente. Con razón la señora Harland, te pidió con tanta insistencia.

Aproveché el momento. «Que conste que ella la había mencionado».

—Hablando de la señora Harland —dije con cuidado —. Te quisiera pedir que le digas que no sirvo para el trabajo.

Se detuvo de pronto y sus ojos aletearon con una expresión confusa en su rostro.

—¿Por qué habría de hacer eso? —Preguntó —. Eres muy buen fotógrafo. Incluso a Monique Boudart, le encantó la forma en que se veía tan bien resaltada aun con su piel oscura.

—Por favor. Deseo regresar a tomar fotos para viajes.

—Te entiendo —respondió y continuó caminando al auto —, pero la señora Harland no es una persona del todo accesible. Además...

—Ella me conoce. Fue una... «sé que mentí, pero el fin justifica»... "amiga del colegio".

—Con más razón para que no renuncies a este proyecto. De seguro cuenta contigo.

—Créeme que tengo muy buenas razones para no trabajar en este proyecto. Si necesitas una explicación, solo te diré que odio tomar fotos de modelos.

—Y, sin embargo, lo haces de maravilla.

—Soy un profesional.

—Entonces deberías serlo en todo y tomar las fotos que se te pidan.

—Ya veo que no vas a ayudarme.

Llegamos al auto y rodeé para ir al lado del pasajero. Para cuando abordamos cada uno por su lado, ella se quedó con la mirada fija en mi rostro que de seguro mostraba una decepción cansina. Sin dejar de mirarme, encendió el Citroën y avanzamos por la carretera. Esta vez, conducía como una conductora responsable, pero me hubiera dado igual. Pretendía no quitar la expresión en mi rostro. Entonces dobló en una esquina y pude notar que esa no era la dirección del hotel.

—Te invito un helado. Es lo menos que puedo hacer por haberme ayudado —dijo ella tranquilamente.

—No creo que tenga muchas ganas de helado.

—Créeme. No te vas a arrepentir. Ese helado merece ser saboreado por ti.

—Preferiría regresar al hotel.

Ladrón de Besos(Completa)Kde žijí příběhy. Začni objevovat