Epílogo: El comienzo de una guerra

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Violeta

Los días volvieron a ser como solían antes de conocerlo, pero ahora los percibía grises y sin emoción.

Ya nadie me recibía con un beso en la mejilla o en los labios, y eso era lo peor. Había llegado a acostumbrarme a él, lo cual no estaba bien. Al menos no para mí.

Depender de una persona no era lo que quería para mi vida. Por las noches, cuando la luna se alzaba y la pasión envolvía a los demás, me refugiaba en bares de Italia en un intento por olvidar, permitiendo que mi mente se distrajera con nuevas caricias, nuevos labios y nuevas experiencias.

Y a pesar de que al principio resultó difícil regresar a mi mundo, donde el amor parecía inexistente y solo predominaban los negocios y las ganancias millonarias, eso contribuyó a que me sintiera mucho mejor.

¿Quién necesitaba amor cuando se contaba con el dinero suficiente para dejar de trabajar y vivir una vida llena de lujos?

Unos días después de haberle dicho adiós para siempre a Vladimir, confirmé que el dinero puede brindar felicidad.

Tal vez no en su totalidad, pero los besos y el deseo de los hombres lo compensaban.

–¡Un cargamento ha sido confiscado por la DEA! –entró corriendo a mi despacho Steven, con una expresión llena de enojo.

–¡Maldición! –di un golpe sobre el escritorio– ¿Cómo pudo suceder eso?

–He investigado, y ahora la Interpol y la DEA han dejado muchos casos solo para encontrarte, ya que con Londres bajo tu poder puedes traer más cargamento –su voz era rápida y sin titubeos.

–Todo se está complicando –pasé una mano por mi cabello, mirando a todas partes en busca de un plan para salir de esta situación.

Con Vladimir me arriesgué demasiado; me  perdieron el rastro durante todo un mes al no salir de su mansión. Sin embargo, no me quedaría escondida, sabía que algún día me encontrarían.

Estaba dispuesta a todo para evitar la cárcel, incluso a matar a todos los agentes de la Interpol y la DEA si fuera necesario.

–Mis hombres saben qué hacer para recuperar ese cargamento –ordené– quiero esas cinco toneladas bajo mi poder como debe de ser.

Ellos se encargarían de seguir a los policías que confiscaron la mercancía, cinco toneladas de hachís. No podía permitir que eso cayera en manos de un juez, de lo contrario, estaría muerta.

Steven informó por la radio lo que mis hombres debían hacer. No era la primera vez que llevaban a cabo esa tarea, y con los excelentes francotiradores que tenía a mi disposición, sería muy fácil recuperar ese cargamento.

–Quiero que me cuentes todo lo que has averiguado sobre la Interpol y la DEA en este mismo momento –dije, poniendo mis palmas sobre el escritorio y clavando la mirada en Steven.

–Han dejado muchos casos solo por el tuyo. Quieren verte tras las rejas por todas las muertes que has causado, por tus negocios ilícitos. Ya tienen pruebas, y aunque son pocas, quieren obtener más. Por eso están siguiendo cada uno de tus movimientos.

–Una vez más, soy el centro de atención –sonreí de lado.

Incluso para la policía, seguía siendo el foco de atención. Cada paso, cada movimiento, cada respiración que daba, era vigilado de cerca por las fuerzas del orden.

Habían perdido todas las batallas hasta ahora, y ahora me estaban declarando la guerra. Una guerra que, por supuesto, ganaría cueste lo que cueste.

Total, ya he perdido el corazón, ¿qué más puedo perder?

–Será una guerra muy sangrienta si decides iniciarla –comentó él–. Tendrás a todas las fuerzas policiales del mundo en tu contra.

–No –negué rotundamente–, no si cuento con aliados dispuestos a colaborar. Voy a desmantelar a la policía, a la DEA y a la Interpol.

–¿Y si tus enemigos deciden unirse a ellos? –preguntó, arqueando una ceja.

–Entonces que se preparen para lo que viene. Tengo numerosos aliados dispuestos a apoyarme para salir victoriosa de esta situación, hombres poderosos de diversas potencias mundiales. Además, la policía desconoce mi verdadera afinidad por lo sangriento –entrecerré los ojos.

Antes muerta que poner un solo pie en la cárcel.

El mundo se postrará a mis pies cuando inicie esta guerra contra la Interpol y la DEA, porque al final saldré victoriosa, sin importar el costo.

Y si mis enemigos deciden unirse a ellos, terminarán de la misma manera, porque destruiré sus imperios y me apoderaré de ellos, para que desde sus tumbas se retuerzan de ira y frustración.

Cada uno de mis aliados me respaldará. Conozco su capacidad y saben que al ayudarme obtendrán mayores ganancias. Al final, dejarán de ser perseguidos por la policía también.

Será un ganar-ganar para todos.

Interpol y DEA, prepárense con lo mejor que tengan, porque les enviaré algo que no podrán detener.

Cometieron un grave error al intentar encerrarme tras las rejas.

–¿En qué estás pensando? –preguntó Steven, sacándome de mis propios pensamientos.

Una sonrisa retorcida se formó en mis labios mientras cruzaba los brazos y fijaba la mirada en un punto distante.

–Estoy pensando que si quieren guerra, guerra tendrán.


Continuará...

Dominio oscuro: La pasión encadenada (BORRADOR)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz