C10: Destructores.

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—¡Corre más rápido, perezoso infeliz!—las cuerdas vocales del nuevo entrenador vibran con una potencia y un enojo que jamás había escuchado

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—¡Corre más rápido, perezoso infeliz!—las cuerdas vocales del nuevo entrenador vibran con una potencia y un enojo que jamás había escuchado. —¡Hasta mi madre tardó menos en morir que tú en correr todas estas yardas! ¡Rápido, Preston! ¡Te dije más rápido, pequeño pedazo de escoria americana!—grita para que Elvis acelere el paso mientras el muchacho se está prácticamente muriendo en el intento de llegar al lugar. Está sudando, con la lengua afuera y posiblemente se esté por desmayar.

—Quiero golpear a ese sujeto con mis libros de texto—farfulla Dave por lo bajo, a mi lado. Estamos corriendo a lo largo del campo a la par, con la respiración acelerada y los ojos clavados en el nuevo coach. —Y déjame resaltar que los libros de filosofía son bastante pesados.

—No puedes golpear al hombre que entrenó al increíble Logan Mercury y al amor de mi vida—se queja Shane indignado mientras trae a colación su fanatismo por Malcom Beasley, un jugador de la NFL. —Si tú y tus libros se acercan a Bill te las verás conmigo, Dave Alonso Ducate—le advierte llegando a mi lado, y a continuación le gruñe. Literalmente le gruñe. ¿Qué clase de humano medianamente sano hace eso?

—El hombre está tratando a Elvis como si fuera basura—replica Dave. —No debería hablarle de esa maner...—Todos nos sobresaltamos al oírlo.

—¡¿Tienes algún problema conmigo y mi método de motivación?!—Shepard aparece corriendo en reversa a nuestro lado, fulminando a Dave con esos fríos e irreflexivos ojos que tiene. ¿Cómo ha llegado hasta nosotros tan rápido? —¡Eso creí, rubiecita!—añade al ver que Ducate se muerde la lengua. —¡Deténganse todos y reúnanse ahora!

Luego de unos minutos de calentamiento todos nos arremolinamos alrededor del hombre que se ajusta su gorra de los Chiefs antes de cruzarse de brazos y examinar a cada jugador con detenimiento. 
Es la segunda vez que lo vemos desde la práctica del viernes, y como por la noche se jugará el partido contra los Wreckers de Playork, organizó un pequeño entrenamiento y reunión por la mañana; lo cual, si estás prácticamente sin dormir como yo, es una auténtica mierda.

Una vez que la cena en casa de las muchachas y Elvis terminó fui directamente a mi hogar rodante con Kassian. Él se durmió a eso de las once, con mis auriculares puestos mientras intentaba aprender algunos acordes de guitarra por Youtube. Sin embargo, yo no logré dormir más que dos o tres horas por varios motivos. Uno de ellos fue el hecho de que me mantuve observando tras la ventanilla del conductor la luz encendida del ático de la casa vecina.

Zoe no apagó la luz en ningún momento, e incluso cuando mi despertador sonó a las siete la luz de la habitación seguía prendida.
La preocupación e impotencia me hicieron compañía por la madrugada, mientras luchaba por apartar mis ojos de su ventana. A pesar de los esfuerzos seguía observando, seguía recordando el temor y la angustia de sus ojos, el temblor de su cuerpo y la inestabilidad de sus palabras.

Más de una vez me encontré a mí mismo poniéndome una chaqueta y dirigiéndome a la puerta. Sin embargo, cada vez que estaba por salir, las palabras de Steve se repetían en mi cabeza.
Puede que no conozca a ésta chica, pero me es casi imposible sentarme de brazos cruzados sabiendo que ella está a solamente unos pocos metros de mi alcance. No importa si conozco a las personas o no, ser testigo de la forma en que cualquier emoción puede transformarlas en sus propias víctimas saca mi lado más empático, más protector; tal vez los que más sufren son a su vez los que más comprenden, y tal vez haber pasado por tanto me ha afectado hasta el punto en que en verdad pienso con el corazón y no con la cabeza.

Extra pointDonde viven las historias. Descúbrelo ahora