C33: Magia.

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Me desperté con una serpiente enroscada en mi pierna

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Me desperté con una serpiente enroscada en mi pierna.

Supongo que esas son las consecuencias de dormir en la misma habitación que Zoe.

Al principio, cuando abrí los ojos, todo me resultó confuso. Mi brazo derecho estaba totalmente acalambrado, y en cuanto me moví escuché crujir los huesos de mi hombro. Muchas partes de mi cuerpo dolían gracias a la mala postura y la falta de colchón, pero entonces, en ese momento en que me volví consciente de su mano aún aferrándose a la mía, el malestar pasó a un segundo plano.

Alcé la mirada y la encontré hecho un pequeño ovillo al borde de la cama, aún con su vestido puesto y exactamente en la misma posición en que estaba mientras nos miramos a los ojos tras que le deseé buenas noches. Sin embargo, en ese instante la luz del alba comenzaba a iluminar el ático redecorado, y a ella incluída.

Me dolía absolutamente cada fibra del cuerpo, y si no fuera porque no quería despertarla hubiera dejado ir su mano para ir por un cuaderno y un lápiz. La necesidad de eternizar el momento en un retrato me hizo sufrir por los pocos minutos en que pude permanecer a su lado antes de que un teléfono comenzara a sonar.

Levanté el brazo libre hacia su mesa de noche y alcancé el móvil antes de que pudiera volver emitir sonido y hacerla abrir los ojos. Era consciente de que no debía tocar los objetos ajenos, pero yo únicamente quería apagar esa maldita cosa para seguir viéndola dormir un poco más.

En su lugar, terminé dejando ir su mano en cuando un mensaje iluminó la pantalla: Algo nuevo, algo azul, algo prestado y algo viejo. 1367

Sé como Zoe, me dije. No dejes que la ira te ciegue, no dejes que te afecte. No le restes importancia, pero tampoco le des más de la que merece. Ahora todos lo saben, y en algún momento vamos a descifrar qué diablos está ocurriendo. No te preocupes, Hensley. No es momento de pensar en el mensaje, es momento de pensar en lo que hay frente a ti.

En la chica de la cicatriz.

Fue cuando me quise levantar que noté a Gloria enroscada alrededor de mi pierna. 

No sé cómo me las arreglé para volver a meterla en el terrario, pero lo hice. Dejé el celular sobre la mesa de noche nuevamente y tomé papel y marcador de su escritorio para dejarle una nota. Sin embargo, antes de salir de allí, me acerqué y la miré un poco más. Coloqué un mechón de su cabello tras su oreja, dejando expuesta su cicatriz únicamente para depositar un beso sobre aquella irregularidad de su piel.

No olvidé que habíamos estado aferrando la mano del otro durante toda la noche ni cómo lucía en las mañanas, justo antes de tener que abrir los ojos y volver a enfrentarse al mundo. Su imagen quedó impregnada en mi memoria durante todas mis clases, y sobre todo en aquellas donde nos tocaba pintar y mis brazos aún seguían adoloridos. Mei Ling se dio cuenta de ello, y sin apartar los ojos de su lienzo arqueó una ceja.

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