C15: Voltaire.

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He intentado que Larson se mantenga alejado de Kendra desde lo que ocurrió con Mila

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He intentado que Larson se mantenga alejado de Kendra desde lo que ocurrió con Mila. Que sea mejor amigo de Wendell no ayuda, sobre todo cuando el policía lo manda a chequear a Kassian los días y noches que está de guardia. Saber que él estará a solas, aunque sea unos minutos, con mi hermana y mi sobrino me revuelve el estómago.

—Pensar en él solamemte alimentará tus ganas de cortarlo en medio millón de pedazos con un cuchillo santoku —asegura Zoe mientras transitamos uno de los tantos senderos de la universidad—. Por si no lo sabías es el cuchillo que usan los chefs japoneses, y su denominación hace referencia...

—A tres virtudes: cortar, rebanar y picar —termino por ella—. A mi madre le encanta la comida japonesa, y de niños nos llevaba a los restaurantes para que apreciáramos el modo de preparación de los platillos. —Por lo menos puedo decir que algo aprendí de los caprichos del paladar de Betty Georgia MacQuiod.

—¿Cómo es tu madre? —inquiere, frenando el paso y ajustándose el morral al hombro.

Me giro y encuentro con unos ojos curiosos bañados por la luz del sol. Dicha luz hace que su cabello rubio parezca aún más claro, que su piel se torne más pálida y su mirada más suave y rutilante. Su cicatriz es prácticamente blanca y logro ver cada irregularidad de la misma, dónde empieza y dónde termina.

No sé qué es más potente, la luz de esa estrella que tiene a los planetas girando a su alrededor o Zoe Murphy, la chica que me tiene a mí orbitando sus alrededores.

—Mi madre es una persona difícil de llevar. —No quiero decirle que mi progenitora es su jefa, no quiero que siquiera relacione su nombre con el mío—. A casi nadie le agrada, es como las pasas de uva en el pan dulce de navidad.

—¡Hensley! —me reta, pero le es imposible no reírse ante mi comparación—. No puede ser tan mala, y en caso de que lo sea debe ser por una razón.

Nos detenemos frente a un carro de café ambulante que siempre está rondando la zona. Zoe pide un café doble y un cupcake, y el vendedor sonríe de oreja a oreja a pesar de que solamente le ha dicho buenos días y ha ordenado. Supongo que ésta chica tiene esa clase de efecto en las personas.

—No soy una persona egoísta casi nunca, a excepción de cuando se trata de comida. Así que deberías comprarte algo, porque luego desearás comer y no te convidaré ni las migas —advierte con diversión filtrándose a través de su voz mientras saca su billetera, la cual, como su vestido, tiene flores.

—No tengo hambre —aseguro apoyándome en el carro y cruzándome de brazos.

—No hace falta tener hambre para comer —objeta antes de mirar la bollería que se exhibe tras un pequeño cristal—. ¿Podría darme un pretzel también, por favor? Mejor que sean dos.

Y así termino sosteniendo los pretzels mientras ella bebe café y da mordiscos al cupcake. Me gusta el simple hecho de que no le de vergüenza comer frente a mí. Es sorprendente la cantidad de mujeres que se apenan de hacerlo frente a un hombre.

Extra pointWhere stories live. Discover now