C47: ¡Luz, cámara, acción!

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—¡Y seguimos en el fabuloso estadio de Owercity, damas y caballeros! —La voz de la locutora llega a través de los amplificadores y es el detonante de una revolución en las tribunas—

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—¡Y seguimos en el fabuloso estadio de Owercity, damas y caballeros! —La voz de la locutora llega a través de los amplificadores y es el detonante de una revolución en las tribunas—. ¡Los visitantes están ganando con diez puntos de ventaja y la inquietud comienza a jugarle una mala pasada a los locales, entre los cuales la tensión parece estar en constante e increíble aumento! ¡¿Serán capaces de igualar a los Giants de Boldert en lo que resta del partido o será que nuestros Sharps caerán de rodillas ante ellos?! —inquiere, incitando a que los fanáticos vuelquen sus gritos al aire—. ¿Qué crees que sucederá, queri...? ¡Gabriel, ponle un pañal a Ciro!

—Pero le gusta andar desnudo, como su madre lo trajo el mundo —se queja el locutor antes de añadir con orgullo:— Es como su padre. —Seguidamente se oye el balbuceo de un niño y a la periodista Whittle aclarándose la garganta para advertir a su marido que están al aire—. ¡Siento eso, mis amados súbditos! Seguiremos con la disputa doméstica en los comerciales, y ahora continuamos hablando de algo no tan fabuloso como mi vida privada pero sí lo suficientemente interesante: ¡Sharps vs Giants! ¡¿De qué lado están?!

La aglomeración de personas da rienda suelta a su euforia y alaridos surcan el aire formando un cántico lleno de pasión y esperanza. Los colores de la Owercity Central University flamean alrededor del estadio y contrastan con el amarillo y azul que portan aquellos seguidores de los oriundos de Boldert. 

—¡Atención, muchachos! —Steve nos reúne mientras se saca su protector bucal para hablar con claridad—. Sé que están agotados y que ese 29-19 que hay en el tablero no es muy alentador,  también que haber perdido los dos últimos juegos no ayuda, pero debemos ganar este partido cueste lo que cueste. Usen esa impotencia para acabar con ellos, no con ustedes mismos dándose por vencidos. 

—¿Y cuál es el plan? Estamos cansados y adoloridos mientras estos tipos parecen más frescos y enérgicos que una lechuga adicta a Red Bull y al café —interviene Shane, y en cuanto todas las miradas se posan en él por la comparación que acaba de hacer, añade:— ¿Qué? Eso siempre lo dice la mamá del primo de la vendedora de cosméticos de la abuela de una amiga de mi hermano.

—¡Concéntrate, Shane! —Dave, quien está a su lado, le da un cabezaso. Los cascos colisionan y Wasaik parecer ver estrellas por un segundo.

—¿Qué quiere hacer el coach? ¿Una jugada reversible? —indago, dando en el blanco.

—Exactamente —dice con la respiración acelerada antes de apuntarse a sí mismo—. En cuanto Shane me pase el balón me echaré por la izquierda, encontrándote y dándote el balón para que corras por el lateral derecho con el apoyo de Larson. Yo seguiré por el lado opuesto y será demasiado tarde para cuando se den cuenta de que no poseo el ovoide —explica—. Pero debes ser más rápido que ellos, Blake. En cuanto se den cuenta van a ir tras de ti y no se detendrán hasta que vean tu trasero enterrado a treinta y un metros bajo tierra —indica levantando ambas manos en señal de inocencia—. Palabras literales del entrenador, no mías.

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