58. Despedida

51.1K 7K 12.7K
                                    

—Yo también te quiero, Mam

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Yo también te quiero, Mam. —Ladeé la cabeza—. Los dos han sido geniales.

Me dio un empujoncito juguetón y yo empecé a flotar, así que tuvo que arrojarse encima de mí y rodearme con los brazos para devolverme a la tierra. Con nuestros torsos pegados, noté que sus latidos estaban tan acelerados como los míos; tal vez incluso más.

Ambos demonios eran importantes para mí de diferentes maneras. La conexión que tenía con Amon era tan hermosa que no podía evitar sentirme como en casa cuando estaba con él; era mi principal fuente de risas.

Por otro lado, Mam era la razón de mis suspiros, y siempre estaba dispuesto a levantarme. Como en ese preciso momento, cuando se puso en pie y, mientras me observaba desde arriba, tiró de mí para que pudiéramos regresar a nuestros sitios. El portal estaba casi listo para ser utilizado.

Al notar que el collar había recuperado una temperatura normal, me acorde de que debía quitármelo. Abrí con cuidado el seguro y se desprendió de mi cuello con facilidad. Me di un instante para admirar las gemas mientras lo depositaba con cuidado en la palma de mi mano. Aquella joya me transmitía unas vibraciones poderosas; con tan solo tocarla, cualquier mal que me rodeara desaparecía.

Cada piedra representaba a un demonio: la de Leviatán estaba en perfecto estado, aunque ya no tuviera ninguna conexión conmigo; la roja también estaba intacta, y la de Mam parpadeaba de forma constante, como si intentara repararse. Las cadenas ya no parecían eslabones que me unían a un destino que no quería.

Extendí el brazo para dárselo a Avaricia. Él respondió retrocediendo varios pasos sin atreverse a mirarme a la cara.

—Mierda. —Se mordió la yema del dedo índice—. Nadie me advirtió de que sería tan difícil quitarte lo que te pertenece.

—Propongo que renunciemos a nuestros puestos y nos quedemos a vivir con el señor Stamon —interfirió Amon.

—Jamás en la vida —respondí al instante—. Vamos, tómalo. Es tuyo.

—Puede que lo sea, puede que en teoría nos pertenezca, pero mira qué bien se adapta a tu palma. —Puso su mano sobre la mía y cerró mis dedos en torno al collar—. Mira la manera en la que encaja en tu cuello y la fortaleza con que lo portas. —Me guiñó un ojo—. Además, resalta tu belleza.

—Esa no es una razón para dejarlo aquí conmigo. La belleza se desgasta.

—Pero los sentimientos no, y algo sabré yo de sentimientos, dado que tengo más años que todos los árboles que nos rodean juntos. —Me echó un vistazo—. Me está jodiendo mucho hacer esto, mucho más de lo que había planeado.

—No puedes planear las despedidas.

—¡Ay, basta! Me van a hacer llorar a mí —protestó Amon, que se había tirado sobre el césped como si ese fuera el final de sus días.

Un templo encantador │YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now