06. Sueños

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Esa noche tuve un sueño extraño; no podía ver nada con claridad, excepto unas luces violetas en el techo de un gran salón

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Esa noche tuve un sueño extraño; no podía ver nada con claridad, excepto unas luces violetas en el techo de un gran salón. El vestido que me habían puesto me impedía correr.

Yo estaba buscando algo. No sabía qué, solo que era importante, debía obtenerlo antes que nadie.

Las parejas a mi alrededor danzaban al ritmo de una hermosa melodía, pero yo solo pude escabullirme. Choqué contra ellos y desorganicé la estética. Uno de mis tacones se rompió al llegar al otro lado del salón. La puerta con vistas a la montaña susurró mi nombre.

Una de las luces se posó sobre el barandal del balcón; me habría encantado tocarla, pero el simple hecho de cruzar la puerta me provocaba una sensación rara en el pecho. Me deshice de los tacones y tragué con fuerza, reuniendo la determinación necesaria para ir al otro lado. Pero entonces una mano helada se colocó sobre mi hombro.

—¿Quieres bailar?

No reconocía esa voz. De reojo, pude notar que el tipo tenía la piel pálida, un destello rojizo en los ojos.

—Deja eso. —Me giró tomándome de la cintura, y la risa siniestra que emitió al tocarme me heló la sangre—. De todas formas, ya te han condenado, está escrito en las estrellas.

Su atuendo era elegante, con dragones bordados en el traje. Mi mirada subió hasta su cuello, su rostro se veía borroso; los destellos de lo que parecía ser oro en sus accesorios me cegaron. Me elevó en el aire y empecé a gritar, pero ninguna de las personas que estaban a nuestro alrededor se percató.

***

Me levanté exaltada, con esa típica sensación de estar cayendo al vacío, empapada en sudor y con la respiración entrecortada. Levi era quien me había despertado, pero los tres chicos me observaban. Sus miradas fijas en mí me incomodaron. ¿Desde cuándo estaban mirándome? ¿Qué hora era?

—¿Tuviste una pesadilla?

Aquella sensación horrible no me abandonaba, me dejó con mal sabor de boca.

—¿Qué ocurrió, pecadora? —preguntó Amon, haciéndose el desinteresado.

Me deslicé lejos de ellos. Me percaté de que no era la única sobresaltada, ya que Mam no supo esconder sus emociones. Su rostro denotaba preocupación.

—Tuve un sueño raro —suspiré.

—Deberías salir a tomar el aire, haber aspirado tanto humo estos días podría haberte hecho daño —bromeó Mam.

—Saldré al bosque unos minutos después del desayuno —respondí. Como si tuviera que rendir cuentas de mi salud al diablo.

El aire me llegaba con dificultad a los pulmones. Leviatán extendió su mano con intención de ayudarme, pero lo rechacé y me puse en marcha para afrontar el día.

Un templo encantador │YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now