33. Cocina

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Me desperté más temprano de lo normal con la intención de cocinar pastelitos de disculpa para Dania

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Me desperté más temprano de lo normal con la intención de cocinar pastelitos de disculpa para Dania.

Tenía que reconocer mi parte de culpa en lo sucedido la noche anterior. A veces estaba tan metida en mi mente que no pensaba en lo que decía, y por mucho que yo me encontrara sumida en una tormenta, mi mejor amiga no tenía por qué verse arrastrada conmigo.

Llené el recipiente con leche; los huevos, la harina y el cacao ya estaban mezclados. Siempre que cometía un error con Dani (cosa que ocurría a menudo), solía apelar a su estómago.

No sabía si se me daba especialmente bien la cocina, pero me gustaba bastante, incluso tanto como el arte. Me agradaba la idea de crear algo para que luego alguien pudiera disfrutarlo.

Además, necesitaba actividades para distraerme. Sabía la que se me venía encima, y estaba tratando de posponerlo todo lo posible.

Sin embargo, la pregunta terminó llegando no mucho después.

—Entonces, ¿dónde conociste a ese? —me espetó Amon.

—Se lo contaré en el receso, en un rato tendré que ir al instituto.

—Levantarse temprano para ir a estudiar debería considerarse tortura. —Bostezó—. Y eso que yo ni siquiera necesito dormir.

—No aguantas nada. —Levi lo empujó—. No te quejes, bebé.

—¡No soy un bebé! Soy un ser lleno de ira y destrucción, puedo acabar con esta realidad con tan solo...

—¿Quieres un panecillo? —le interrumpí.

—Me encantaría, muy amable Val.

El horno pitó para indicar que había terminado y, una vez concluidas mis distracciones temporales, el hecho de que Mam no me hablara me pesó el doble. Apenas me había vuelto a dirigir la palabra desde que habíamos salido del instituto la noche anterior.

Aun así, todos habían reaccionado mejor de lo que esperaba al enterarse de que Agus era un ángel. Teniendo en cuenta que eran monstruos del infierno, las consecuencias podrían haber sido devastadoras. Aunque aún me quedaba la duda de si no habían hecho nada al respecto solo por falta de tiempo.

***

Levi y Amon se habían visto obligados a desaparecer cuando mi padre se había asomado para ofrecerse a llevarnos al instituto a Mam y a mí.

El camino, sentada en la parte de atrás al lado de Mam y bajo la atenta mirada de papá reflejada en el retrovisor, fue una prueba de fuego. En especial porque llevaba los dulces de Dania en el regazo e intentaba que no se me cayeran.

—Qué callados andan, ¿cómo va la escuela, Valentine?

—Bien, me metí al grupo de estudio de los exámenes.

—¡Qué bien! ¿Y tu amigo el extranjero?

—También —respondió Mam.

—Estudiando juntos, ¿eh?

—En realidad no —contesté en voz baja.

—Me alegro, tú debes servir al Señor; no dejes que nada se interponga en tu camino.

—Es Señora —corrigió Mam casi en un susurro.

—¿Qué dijiste, muchacho?

—Que Val será buena monja. —La sonrisa que esbozó al momento de emitir esa frase me irritó—. Se le da muy bien servir.

—¿De verdad lo crees? —cuestionó mi padre.

—En efecto. Además, les cae bien a los ángeles, no tiene de qué preocuparse.

—Me alegra oír eso. Cuando termines el año puedes pasar las vacaciones en el convento, Val. Dicen que instalarán una piscina.

—Gracias... —musité mirando mal a Mam.

Para mi paz mental, cambiamos de tema rápido y mi padre y yo pasamos a charlar sobre algunos de nuestros familiares y sobre la universidad. Me dijo que les estaba yendo genial económicamente, así que no debía preocuparme demasiado por los gastos. Si supiera que entre mis verdaderas metas de fin de año estaban no morir ni causar una especie de apocalipsis con cuatro demonios...

Dania no salió de mi mente en ningún momento del trayecto; comprendí que no debía seguir insistiendo en contarle la verdad, así solo lograría involucrarla y ponerla en peligro, y eso era lo último que quería. Desde que tenía memoria, ella me había cuidado y me había protegido; era la mejor amiga que alguien podía tener.

Sonreí al pensarlo. Sabía que Dani sospechaba que yoconsumía alguna sustancia desde que le había dicho que mis primos eran demonios,pero no me importaba lo que pensara, me conformaba con compartir con ella elúltimo año. 

Un templo encantador │YA EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now