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Pov Bastián Kingston 

Apreté mi mandíbula con fuerza, intentando nivelar y calmar a mi lobo. Me mordí la lengua, no queriendo decirle algo inapropiado al guardia frente a mi.

—¿Lo dejaron entrar?.—Al recibir un asentimiento, solo solté un suspiro pesado, sintiendo el apretón de manos que Ian me dio— abran las puertas.

Ordene, y no falto mucho para que ellos acataran mi pedido, ni tampoco para que mi esposo y yo nos adentráramos al mágico e inusual bosque de Akela.

Deje tomar parte del control a Blake, para que asi sea un poco más fácil encontrar a mi pequeño.

—Calma, Ian— mire sobre mi hombro a mi esposo, luego de sentir por nuestro lazo el desespero y tristeza que tenía— resolveremos todo esto.

Mi omega no me respondió, y solo asintió mientras volteaba su cabeza para no mirarme. Sabia porque lo hacia, sus ojos irritados eran una gran respuesta.

Cría...Bastián, mi cría.

Mire hacia todos los lados cuando escuche la voz de Blake, Ian también tuvo que escucharla, ya que paró su andar para por fin, mirarme.

Mis orejas salieron a flote, al igual que las de mi mate. Mi corazón comenzó a latir nuevamente, y mi pecho tuvo un apretujón al sentir desde lo lejos, a nuestro pequeño bebé.

Justo cuando iba dirigirme a la dirección donde se encontraba, Ian me tomo la delantera, utilizando parte de su super velocidad para ir a por nuestro cachorro.

Ian y yo nos miramos preocupados al escuchar unos sollozos que conocíamos perfectamente. Estábamos cerca de donde esta nuestro Elio, no queriendo espantarlo ni estresarlo mas de lo que esta, decidimos esperar un poco, para tranquilizarnos un poco y asi intentar transmitirse calma a nuestra pequeña cría.

Por supuesto, no duró mucho, ya que solo bastaron unos cuantos segundos, para que dejáramos de sentir aquellos sollozos y estos solo se transformaran en un fino silencio, roto al escuchar unas voces chillonas que reconoceríamos en cualquier lugar.

Ya sin esperar más, Ian y yo casi corrimos a su dirección, los dos nos arrodillamos frente a el, preocupados y llenos de miedo al ver que se había desmayado.

Ian fue quien analizó su carita, tocándola y asegurándose de que estuviera bien.

Ambos soltamos un suspiro tranquilo al escuchar su respiración y latidos normales. Por lo que, Ian no dudo en tomarlo y acunarlo en sus brazos, dejando suaves besitos en su rostro y rulos.

Cachorrito Perdido - ABDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora