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Pov Bastián Kingston.

Las mañanas podría considerarlas como el mejor momento del día, tal vez es por el ambiente cálido y calmante que me atrae, o es por la misma vibra que transmite y me hace sonreír.

Pero más que todo, es por despertarme y ver a mi lado a mis dos amores, escuchar las risas de mi príncipe y sentir las caricias de mi esposo, son esos pequeños detalles que me recuerdan lo afortunado que soy, no por haber nacido en cuna de oro, sino por tenerlos a ellos.

—¡Elio!—Escuche desde el baño la voz de mi Omega seguido de risitas de mi pequeño.

Apenas van a dar las nueve de la mañana y este cachorrito tiene más energía que Ian y yo juntos.

Terminando de amarrar mis tenis, me levanté de la punta de la cama para abrir con cuidado la puerta del baño.

La sorpresa era palpable en mi rostro al ver semejante alboroto.

¿En qué momento inundaron el baño?.

—¿Te vas a quedar ahí parado o me ayudarás a controlarlo? —Ian soltó un resoplido, su cabello estaba mojado al igual que su camisa, estaba descalzo y de cuclillas frente a la bañera, sosteniendo a nuestro inquieto cachorro.

Elio en cambio, estaba todo lleno de espuma, miles de juguetes de baño y que no eran de baño estaban nadando en el agua de colores que muy posiblemente Ian hizo con bombas de jabón.

Elio reía y soltaba jadeos llenos de emoción, siguiendo con su chapoteo sin importar que ahora había más agua en el piso que en la propia bañera.

—¿En qué momento se convirtió el baño en la Atlántida?.

—¡Ilenitaaa!.

—¡Bastián!

—Ya voy—me dirijo como el salvavidas de mi esposo, ahora siendo yo el que sujete de las axilas a nuestro bebé mientras mi hermoso castaño se dirigía a uno de los estantes a tomar una peluda toalla de arcoiris y nubes.

—¿Por qué te gusta causar tantas travesuras? ¿Umh?—Mire con falso enojo a mi bebé, sin poder contener mi risa ante las infantiles carcajadas que el soltaba.

Se veía tan adorable, quitando el hecho de que salpicó toda mi planchada camisa y le dio el  gran chapuzón de su vida a su madre.

Su cabello alborotado y mojado se veía brilloso y mucho más negro por el agua, haciéndose pequeños rulos en las puntas, sus ojitos brillaban como dos bonitos luceros con sus bonitas mejillas sonrojadas y abultadas.

Tiene una apariencia tan angelical pero es un pequeño diablillo.

—Yo lo cambio amor—terminé yo de enrollar la toalla en el cuerpecito de mi hijo, haciéndolo parecer un pequeño burrito— ve a bañarte, o bueno, a terminar de bañarte.

Reí levemente cuando la mirada de águila de mi esposo llegó a mi en menos de lo que yo creía.

—Eres demasiado gracioso, querido.

Si, ese era don sarcasmo apoderándose de mi sexy esposo.

—No tienes que recordarlo Ian, lo sé —entrecerre mis ojos cuando uno de los manotazos de mi cachorro de dirigen a mi cara cuando logré tomarlo en brazos.

No sé si es que Elio está teniendo una lucha con el aire o algo parecido, pero ha estado demasiado inquieto y desordenado cada que puede, y con eso me refiero a que ahora ya no jala mucho el cabello, sino que da pataditas y manotazos a diestra y siniestra.

No sé con qué actualización vinieron los nacidos en 2007, pero sea lo que sea, espero que mi hijo no haya sido el único.

Y no, no hablo solo por el hecho de que es un lobo bebé.

Cachorrito Perdido - ABDLWhere stories live. Discover now