Happy birthday Elio!¡ (Especial)

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20 de diciembre del 2006. Akela, (Londres. Inglaterra)

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por primera vez el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.

—Gabriel García Márquez.

El dulce y suave olor de galletas navideñas fueron el causante de que Ian Kingston bajará con cuidado las largas escaleras del castillo, teniendo una de sus delgadas manos en su gran y pesado vientre.

El bonito castaño soltó un suspiro pesado, sosteniéndose del barandal por un momento para tomar aire. Cargar a un pequeño cachorro
en su pancita no es nada fácil.

La navidad estaba cerca, al igual que la llegada de su pequeño, el clima era frío y eso explicaba el fuego que emanaba de la chimenea que transmitía calor y calidez en el hogar.

—Luna, ¿Necesita ayuda?—Uno de los guardias que estaba custodiando la sala se acercó hacia su líder, viendo lo cansado y abrumado que se veía.

—Por favor— una sonrisa de alivio adornó el pálido rostro del chico, quien sin dudar acepto la mano del guardia para bajar las pocas escaleras que le quedaban.

—Si me permite luna, debería de ir a descansar, el Alfa no estaría contento de verlo caminar tanto tiempo.

El guardia de cabellos rubios tomo tímidamente la palabra, recordando la reunión que él junto a otros compañeros tuvieron aquella mañana con su rey, que dejó muy en claro la protección que Ian necesitaba, más ahora que estaba a días de dar a luz.

Ian solo soltó un bufido por la dirección del comentario de aquel joven guardia, sabía que detrás de aquellas palabras se encontraba Bastián, su muy posesivo, sobreprotector y altamente dramático esposo.

Al Omega a veces le fastidiaba, tal vez era por lo exagerado que es su alfa o porque era algo de futuras madres odiar a su marido durante el embarazo.

Era algo obvio, dado que era por culpa de él, de su pene y sus sexys espermatozoides que tenía un vientre más grande que una sandía, las piernas hinchadas, un humor de perros y una cabeza que se le explotaría por el dolor de cabeza que le daba.

—Bueno, mi esposo no puede mantenerme encerrado todo el día —Ian pronunció caminando con lentitud, todavía acariciando suavemente su bonito vientre, tenía que aprovechar que su alfa esta inmerso en su mundo de papeleo en su oficina. Dando pequeños pasos, Ian alzo una ceja al sentir la mirada del guardia detrás de él, como si tuviera miedo de que se cayera y él sea el culpable de eso.

Bueno, no solo él, el grupo de guardias del gran salón mantenían un ojo puesto en el por su seguridad.

Ian suspiro, odiaba eso, desde que él y su esposo se enteraron que estaban en la dulce espera, su alfa se le había zafado un tornillo y estuvo a punto de contratar a un grupo de seguridad solo para el sino fuera porque no se lo permitió.

Le molestaba la multitud, y más si estaban detrás de él, simplemente lo irritaba, pero su esposo no parecía entender eso.

Es por tu seguridad y por la de nuestro hermoso bebé, querido.

Pareciera como si hubiera escuchado su voz traspasando su mente, Bastián había repetido esa misma frase tanta veces que el ya pensaba que servía como material para el coro de una canción.

Cómo joderle la vida a tu esposo embarazado, si, ese sería el nombre de una canción exitosa, si seguía así, podría construir un álbum con cada frase de su marido en estos últimos casi nueve meses.

Cachorrito Perdido - ABDLWhere stories live. Discover now