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Pov narrador omnisciente.

Unos pequeños y suaves toques en la puerta le llamaron la atención.

Suspiros salían de sus labios acurrucándose en su nido, Ian se había mantenido reacio a salir de ahí desde el inconveniente con Eleonor.

-Ian, amor ¿estás?-la voz de Bastián hizo eco en la mente del Omega, que susurrando le dio el permiso a su esposo que entrara a la recámara a sabiendas de que él por su super oído lograría escucharlo.

Dicho y hecho, la fuerte y grande figura de Bastián llegó a los ojos de Ian quien sonrió suavemente al verlo llegar con su Elio en brazos pareciendo más chiquito de lo que es acurrucado en el pecho de su padre.

Luego de aquella...para nada constructiva plática, Ian fue sosiego de sus instintos, desesperado y decidido a irse a su nido con su cachorro y alfa.

Por supuesto, Bastián tuvo que hacerle un pare antes de que hiciera una locura. El alfa saco a un Elio dormido de la habitación al ver que su omega parecía inquieto y desesperado de hacer un nuevo nido luego de haber otros cinco más por todo el cuarto.

Bastián necesitaba que Ian se calmara, y sabía que en el momento en que estuviera haciendo su nido, debería de estar solo, era un momento tan íntimo y frágil que la presencia de otra persona podría romper eso y hacer que el Omega se sintiera amenazado.

El pelinegro ya había vivido aquella experiencia hace años cuando volvieron a casa luego del nacimiento de Elio, tuvo que dormir tres días en la habitación de invitados porque Ian lo había echado a patadas de su recámara.

Aquello está más que presente en su mente, más sabiendo que en todas las reuniones familiares siempre recuerdan aquel hecho a son de burla.

Ahora, luego de media hora, Kingston sabía que su omega había terminado de perfeccionar su nido, dado que ahora los gruñidos ansiosos que soltaba fueron cambiados por suaves y pequeños ronroneos provenientes del Omega.

El mayor abrió su brillante lazo, entregándole olas de calma, protección y amor a su Omega haciéndole saber que estaba ahí.

-Alfa- Bastián sonrió al escuchar el llamado de su mate, que ahora estaba en medio del gran nido hecho en la cama.

Ian había tomado una de las camisetas de su esposo, de esas que le quedaban más allá de sus muslos, su cabello estaba revuelto y sus ojitos dilatados.

Aquello era una buena imagen a la vista del alfa.

-Cachorro-Ian soltó un pequeño ronroneo Omega que Elio capto de inmediato y casi en seguida salió de su escondite en el cuello de su papi.

Aquel ronroneo no era más que un llamado de una madre Omega a su cachorro, por instinto, Elio lo sabía así que no hizo más que querer obedecer, respondiendo aquel ronroneo con un chirrido de cachorrito, bailando desesperadamente en los brazos de su papi para estar en los de su mami.

-Voy cariño, estamos aquí.

Bastián quiso mantener la calma y seguridad que se respiraba en el aire, era su deber como el alfa de su pequeña manada, como padre y como esposo.

Elio se había vuelto un poco más dócil y dulce una vez que volvió a entrar a la habitación, su naricita capto el aroma de su mami pero con mucha más fuerza, teniendo aquel olor tan cálido y maternal que lo hacía querer acurrucarse en cualquier lugar y tomar una siesta.

El pequeño soltó un chillido feliz al estar en los brazos de su padre Omega, soltando suspiritos de satisfacción, Elio no hacía más que restregar su carita con la de su mami hasta dejar su naricita de botón en todo el cuello del mayor, adormilandose en segundos al saber que de ahí era la fuente del olor tan suave que le proporcionaban.

Cachorrito Perdido - ABDLWhere stories live. Discover now