Capítulo 8:

32.4K 3K 286
                                    

RACHEL:

Desde el inicio supe que el momento llegaría, pero nunca pensé que sería tan inesperadamente desagradable. Siempre estuve consciente de que existía la posibilidad de encontrármelo en un coctel o en una reunión empresarial que yo misma organizara, razón por la cual antes de dirigirme a cada evento me perfumaba con un aura de seguridad que no cualquiera tendría la oportunidad de romper, pero nunca pensé en renunciar al empleo que Steel me ofreció por su culpa. No merecía que renunciara a una oportunidad como esa. No me molestaba verlo, por otro lado, sino la capacidad que tenía de sacarme de quicio. Hablarle era como hablar con un primate.

Sobrepasada por los acontecimientos, me apoyé en el mesón de cristal que ocupaba más del cincuenta por ciento del estudio adyacente a mi oficina.

—¿Cómo si quiera puede mirarse en el espejo? —Tras dar un sorbo directo de la botella, cogí una flor de fantasía de un canasto lleno de ellas—. No te merece, Maddie —murmuré separando sus pétalos con furia, desahogándome—. Nunca lo hará.

Eran dos gotas del mismo oasis, sin embargo.

Podía seguir siendo el bastardo que recordaba, pero su apariencia también seguía siendo lo suficientemente buena para una fotografía de revista. Gran parte de la belleza de Madison provenía de sus genes. Del sedoso cabello cobrizo que caía a los laterales de su rostro. De las pestañas largas y perfectamente curvadas. De sus cejas oscuras. De sus hoyuelos. Lo peor era que no solo el atractivo que compartía con Maddie llamaba la atención. No. También estaba su cuerpo bien formado bajo el traje de negocios, su aura escéptica, sus masculinas manos, sus carnosos labios, entre un sinfín más de atributos.

El maldito era verdaderamente apuesto.

—Santísimo Dios, ¿qué ha pasado aquí?

Dirigí mi mirada a Kelly, la encargada de la limpieza, recogiendo los restos de mi lámpara en la oficina. La vergüenza me invadió al notar su ceño fruncido al desastre. No me inventé una excusa ajena a mis ataques de ira porque estando tras la pared de vidrio no me escucharía. Mi estudio, al igual que la zona dónde se encontraba mi escritorio, estaba hecho un lío justificado de manualidades que formaba parte de mi rutina y que nadie tenía permiso de tocar. Así que luego de recoger los trozos rotos del suelo, la mujer morena se retiró cruzándose con Gary al salir por la puerta.

—Maddie. —Mi corazón se desbocó al pensar en lo cerca que estuvieron de encontrarse ella y el donador de esperma—. ¿Qué sucede?

Gary, manteniéndola pegada a su costado, le limpió las lagrimas.

—Pasamos por el parque antes de venir. Un perro rabioso nos persiguió. —Eso explicaba el sudor en su frente—. Tuvimos que correr hasta la calle para que nos dejara en paz. Nos salvó una anciana con su bastón.

Compartí algo de la furia que sentía por Nathan con el dueño de la bestia. Madison siempre había sido un bebé tranquilo, pero ahora se sacudía y chillaba como si el mundo estuviera acabando para ella.

—¿Te asustaste, pequeña? —le pregunté al tenerla entre mis brazos.

—Obviamente. Yo igual —continuó él—. Mi hombría es lo único que me impide colgarme de tu falta e imitarla. Imagínate cómo quedaría mi sex—appeal. —Se peinó la cresta hacia atrás con la mano—. Demonios, Rach, ese perro estaba poseído.

Acuné más a Maddie. Al sentirse protegida empezó a calmarse y a despegar su cabeza de mi hombro para enfrentar los restos de la tragedia. Dejó de temblar al darse cuenta de que estaba a salvo con mami. Débiles hipidos todavía escapaban de ella.

—Pero ya está mejor, ¿no? —Hizo un puchero, más no siguió sollozando—. Eso es, muñeca, aquí estás a salvo. —La paré sobre la mesa para continuar con mi trabajo mientras la mimaba. Gary, alegando necesitarlo, se sirvió una copa de whisky—. Mira qué bonito. —Coloqué una mariposa de fantasía frente a ella. Como estaba llena de brillantina extra fina sin adherirse, cuando la agitó nos llenó un poco—. ¿La quieres ver volar? —Madison gorjeó—. Mira.

Deseos encontrados © (DESEOS #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora