Capítulo 39:

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NATHAN:

El resto de la celebración transcurrió entre accidentes de John, risas de Madison, órdenes de Rachel hacia los empleados y miradas abochornadas de Amanda. A pesar de que intenté escapar de cada una de estas últimas, sentí cada una de ellas sobre la parte posterior de mi cabeza. La irritación corrió por mis venas cuando, en un momento dado, Rachel y Madison se encontraban charlando con un grupo de esposas que la escuchaban como si tuvieran que tomar nota de cada palabra, dejándome solo en una mesa al fondo. Viéndola acercarse, deseé que alguno de los hombres con los me la pasaba apartase los ojos de su acompañante, pero no pasó. La rubia tomó esa oportunidad para acercarse.

—Nathan.

—¿No tuviste suficiente?

Tensó la mandíbula.

—Sí, tuve suficiente de Rachel insultándome. Por eso me acerqué cuando por fin te dejó solo, —Rechinó sus pequeños dientes—. En realidad vine a disculparme. No debí haberla tratado así. Solo fue el golpe de verte con alguien más.

Por rabillo del ojo visualicé a la mencionada dejando de hablar para mirarnos. Alcancé a ver el destello de una emoción peligrosa en sus ojos antes de que continuara con su charla.

—Disculpas aceptadas. Ya te puedes ir.

No se fue. Amanda se sentó frente a mí y bebió un trago de vino directamente de la botella. Al finalizar la escena pasó el dorso de la mano por su boca. Estaba borracha.

——No. —Soltó un hipido—. También quiero pedirte perdón por haberte engañado con tu secretaria. Sé que te dolió, pero...

—Pero me abriste los ojos, me di cuenta de que no eras para mí y continué con mi vida. —Bebí de mi trago—. Así que gracias. No sabes lo mucho que me alegra que te hayas acostado con Helga en mi sofá.

Hipó de nuevo.

—Como sea. —Se encogió de hombros, lo cual solo la hizo ver más pequeña—. De todas formas no deberías sentirte dolido. —Miró a Rachel—. También me engañaste.

Brindé por ello, harto de su presencia y necesitando volver con mi hija y Rachel.

—No sabes lo mucho que me alegra haberlo hecho.

Se levantó luciendo triste. Sus rizos ahora eran cortos. Había eliminado lo único que pudo haberme recordado que alguna vez la quise.

No quedaba nada de la mujer a la que amé desde niño.

—No me arrepiento de nada, Nathan —murmuró.

—Yo tampoco.

—Me hubiera gustado no perderte —prosiguió—. No como mi amigo. Me sentía frustrada, sola y obligada a estar contigo. Helga me mostró que podía haber más que una rutina. ¿Puedes culparme por no querer volver a la vida gris que llevábamos?

—Fue lo mejor —estuve de acuerdo.

—Lo fue —afirmó—. Pero te perdí, a nuestros años juntos, y no puedo perdonarme el no haber hablado contigo. Tampoco con mis padres. Ellos lo terminaron aceptando y no tienes ni idea de lo estúpida que me siento. Fui egoísta. No pensé en cómo mi silencio afectaría a las personas que más amaba, incluyéndote.

—Está bien, Amanda.

No me interesaba nada de lo que tuviera que decir.

—Y... y quiero que sepas que hace rato solo me sentí un poco protectora contigo. No sabía que intenciones tenía Rachel hasta que vi a ti y a Madison juntos. —Sollozó—. Ella se parece tanto a ustedes dos que... que... me dan ganas de llorar. Me alegra que sean felices. De verdad lamento haberla tratado mal. Siempre fue buena conmigo.

Deseos encontrados © (DESEOS #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora