Capítulo 17:

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RACHEL:

El frío de la noche me hizo titiritar y considerar mi guardarropa. Traté de ignorar las ráfagas de aire helado que rozaban mis mejillas, provocando también un molesto temblor en mis extremidades. Acababa de despedirme de Diego, a quién no fui capaz de mirar a lo largo del camino de regreso debido a que accidentalmente besé al donador, y me dirigía dentro del edificio. Él me había abandonado luciendo tan ido como me sentía. A los pocos segundos de llegar a la cima de la escalera hacia la recepción oí como las ruedas de su coche chirriaban a mis espaldas mientras arrancaba. Me pregunté, no por primera vez en la noche, qué le había hecho Cleo a mi cliente.

Cuando llegué al departamento me sorprendió hallar la luz de la sala encendida. El televisor también estaba puesto a todo volumen en el canal de las noticias. Gary y Eduardo solían dormir temprano y Maddie aún montaba una fiesta por sí sola, así que no tenía idea de quién era el responsable de la pequeña pijamada. Había patatas desparramadas por toda la alfombra. Se suponía que Ryan estaba de turno en la comisaría hasta la mañana, así que tampoco pudo ser él.

No era una detective. Dejando el misterio sin descifrar, me acerqué a la cocina con intención de comer un aperitivo. Seguro fue Cleopatra. Minutos atrás me envió un mensaje diciendo que se iría y que mañana vendría a escuchar todos los detalles de mi aventura. No pude evitar poner los ojos al recordarlo mientras depositaba cereal en el tazón de princesas de Disney para la sopa de Maddie.

Por más que todos dijesen lo contrario, no necesitaba una aventura.

Ni dos. Ni tres.

Quizás Damon Salvatore lo hiciera, pero un mortal no cambiaría mi opinión.

No era una persona que se entregaba con facilidad. En mi vida solo tuve una sola relación que casi terminó en matrimonio, por Dios. No me veía a mí misma ofreciéndome a un hombre solo para calmar mis niveles de excitación y estrés. Mi única vez fue con Nathan. Aunque hubiera salido embarazada, no contaba porque no recordaba absolutamente nada.

Así de pequeño debía ser su pene.

En resumidas cuentas, era prácticamente virgen y no estaría con cualquiera. Además de ello, mi vida era lo suficientemente complicada conmigo y Madison. Otro miembro a la ecuación sería un desastre. Tomando mi tazón con leche y hojuelas de chocolate, apagué la luz y me dirigí al pasillo desabrochando con una mano los tirantes de mi vestido, haciendo que este cayera a mis pies. Las delgadas cuerdas eran lo único que lo mantenía en mi cuerpo. Me arrodillé para tomarlo del suelo haciendo malabares con mi cereal. Había puesto mi mano en la manilla cuando oí un extraño sonido proviniendo de la habitación. Asustada por Madison, que debería estar dormida en su cuna a esta hora, abrí de golpe.

Mi corazón palpitó.

Se ablandó.

—Ryan —susurré pasando las manos por debajo de Madison, que dormía plácidamente sobre su pecho, para llevarla a su cama.

Con cuidado de no despertar a ninguno de los dos, metí a mi hija en su cuna y la arropé, sintiéndome mal por haberla abandonado y aún más por haber interactuado con Nathan. Sentía que nos estaba traicionando. Que me traicionaba a mí misma. Alisé su cabello y deposité un beso en su frente, lo cual causó que hiciera un mohín y se acurrucara. Enternecida, me alejé y tomé una bata antes de recuperar mi tazón y despertar a Ryan.

—Ryan —lo llamé lo más fuerte que pude sin despertar a Maddie. Solté un sonido exasperado cuando ni siquiera se movió y comencé a pisotear, impaciente. Estaba tan cansada—. Papacito —intenté con su apodo.

Mis esperanzas cayeron en picada al oírlo gemir en medio de su sueño, dándose la vuelta y regalándome la imagen de su trasero uniformado. Antes de que se volviera más fuerte el impulso de tomar una almohada y asesinarlo, me rendí y salí de mi habitación. Después acabar con el cereal me encerré en el baño para eliminar los restos de maquillaje de mi rostro con una toalla húmeda. También tomé un pijama de la secadora. Seguramente Ryan había salido temprano del trabajo y relevado a Gary y Eduardo cuando llegó. Me sentí mal por ello. Sabía que amaba a Madison, pero no era trabajo de ninguno de ellos cuidarla. Me acosté en el sofá sintiéndome agotada hasta la muerte. Tenía que mudarme. Encontrar un lugar para nosotras. Empezar a pagar niñeras ahora que podía para no robar tiempo de mis amigos.

Deseos encontrados © (DESEOS #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora