Capítulo 38:

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RACHEL:

Las sábanas de mi habitación estaban como las recordaba. Limpias, calientes y olorosas a lavanda. Las de Nathan, por el contrario, estaban llenas de polvo.

Estornudé y él rió.

—Cortesía de tu padre, amor.

Me levanté enérgicamente pese al horario y fui al armario, de dónde saqué un juego. Me ayudó a cambiarlas, lo que aumentó mi estima por él. Me había demostrado que no era un asqueroso machista en muchas ocasiones, pero cada nueva vez era una cosa linda de ver.

Nathan era una cosa linda de ver.

Me envolvió en sus brazos antes de arroparnos. Se sentía tan bien estar ahí con él. Tan agradable. Acosté mi cabeza sobre su pecho, escuchando el latido de su corazón. Sus manos fueron a parar en mi cabello, acariciándolo. Como respuesta a sus atenciones me acurruqué más en su costado pasando una pierna entre las suyas. No entendía la razón de mi espontaneidad, pero no me importaba. Quería dormir junto a él, estar segura de que no tendría ninguna pesadilla con mi padre.

—Rachel —gimió alejando mi pierna sin apartarme.

Fruncí el ceño.

—¿Quieres que me vaya?

Negó y me apretó más fuerte.

—No. Todo lo contrario. Quiero tenerte lo más cerca que puede estar una persona de la otra —confesó mirándome a los ojos—. Ese es el inconveniente.

Volví a utilizarlo de almohada, cobertor y oso de peluche. Todo en uno.

—No entiendo.

Con hambre en su expresión, cogió mi mano y la colocó en su entrepierna.

Me ruboricé.

Estaba abultada. Grande. Dura.

—Nathan... yo...

—Me estás matando —susurró.

Alejé mi mano.

Su voz ronca, necesitada, me hacía perder la cordura.

—Creo que lo mejor es que me vaya.

—No. Quédate. — Besó mis labios, tomándome por sorpresa—. Por favor.

Su súplica me hizo sentir como la mujer más poderosa del universo. La expresión de su rostro como la más hermosa. Dispuesta actuar como una niña grande, seguí con nuestro juego y acerqué mi boca a la suya. Sabía tan bien que si fuera un tipo de caramelos yo sería la mayor fuente de ingresos de la compañía.

N&B's.

Su lengua se enredó con la mía. Sonidos guturales y gruñidos escapaban desde lo más profundo de su garganta. Con firmeza me tomó de la cintura y me colocó encima de él, obligándome a sentirlo de la cabeza a los pies. Labios contra labios y pecho contra pecho, toda yo estaba en contacto con la calidez de su cuerpo. Sobre todo con sus manos presionando la piel sobre mis costillas. Con cada apretón el aire escapaba de mí y no por él, quien estaba manejándome con la mayor de las suavidades, sino más bien por el abrumador placer que encontraba al ser tocada.

—Nathan...—jadeé su nombre mientras me apartaba en busca de aire, sus besos descendiendo a mis pechos y luego convirtiéndose en succiones por encima de la tela de mi camisón.

Salté cuando apretó mis muslos con sus manos.

—Quiero tocarte. No importa si no me dejas ir más allá. Eso será suficiente. —Volvió a besar mis labios, haciéndome soltar quejidos de protesta cuando se separó—. Lo entenderé. Me bastará con saborearte de nuevo.

Deseos encontrados © (DESEOS #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora