Capítulo 28

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Luke estaba impaciente, se mantuvo ocupado todo el día restante para dejar de pensar en su prometido pero nada podía sacarlo de su mente.

Estaba desesperado.

Quería ir a gritarle a Alicent y decirle que era una mala madre por dejar a su hijo desamparado en medio del caos, pero él no era mejor que la reina madre ya que él no era más que un cobarde. Se odiaba por a ver dejado a Aemond solo cuando empezó todo el alboroto, se odiaba por no a ver sido más duro consigo mismo y se odiaba por no poder superar su trauma. ¿Qué le costaba dejar ir todo aquel sentimiento que guardaba en su interior? Tan solo tenía que seguir adelante como todos, pero...a veces simplemente no podía.

Las enorme puertas se abrieron de la sala del consejo, un hombre mediano paso por ellas y Lucerys no pudo hacer nada más que sonreír de alivio.

—Vine tan pronto me enteré, su majestad.—habló el hombre, dándole un leve saludo.

—Gracias, no sabes cuanta angustia lleva mi corazón al no tener noticias de mi familia.—comentó dejando caer su máscara.

El hombre en cuestión, era uno de lo que más confiaba. Un muchacho sencillo y carismático, rápidamente le llamó su atención y se hicieron amigos. Luke se alegraba de tener su amistad.

—Ellos estaban muy bien, saben protegerse cada uno de ellos. No tienes que tener miedo, Luke.—aseguró dejando atrás las formalidades, se dejo caer en el asiento cerca del pelicastaño.

—Saber aquello no quita el temor en mi corazón, Clement.

—Entonces, necesitas distraerte.

—No tengo tiempo para juegos, necesito leer, corregir, y sellar estos papeles.—se colocó su mano en su sienes masajeando la zona adolorida, él ya presentía el tremendo dolor de cabeza que vendría.

—¿Te ayudo con los asuntos del reino?—preguntó a lo que Luke asintió dándole la bienvenida a su invitación.

Aquellos días cuando estaba en Marcaderiva, él hizo unos viajes para dar su participación como el futuro señor de las Mareas, fue ahí cuando conoció a los Celtigar. En realidad, él ya los conocía, pero no tan bien como en ese momento, amaba a toda la familia Celtigar, eran amable y muy educados. Él recuerda que en su anterior vida Lord Bartimos Celtigar estuvo del lado de su madre, al pobre hombre lo humillaron de la peor manera haciendo que su muerte fuera horrible a lo ojos de cualquiera, menos a las personas que contribuyeron en su destrucción.

Él quería pagar aquel acto tan atroz que ocurrió. Es por eso que se acercó a ellos para enmendar su error de él y de su familia, ellos merecían vivir una vida plena y feliz. Al principio solo queria ser amable con ellos y llevarse bien, no contaba que con el tiempo le iba agarrar un cariño tremendo al hijo de lord Bartimos. En aquel tiempo, Clement se volvió incondicional para él. Si podía confiar en alguien después de Aemond sin duda era él.

—Así que,—tanteo Clement al terminar de redactar un parlamento que  el pueblo necesitaba con urgencia—¿No hay noticias del bando enemigo?

—Aun nada, todo esta tan tranquilo que da miedo.—dijo soltando un gran suspiro.

—Pronto sabremos más, hay que tener paciencia.

—Paciencia es la que no tengo en estos momentos.

—¿Qué pasó con él muchacho que me dijo que la paciencia era una virtud?

—Creció.

—Vamos, tú siempre fuiste mucho más inteligente que todos los niños de tu edad.

—Eso no es suficiente.

—¿Para qué no es suficiente?—el muchacho dejó todo los papeles a un lado y tomó las mano del rey— Escucha, Lucerys. No se sobre los deberes de un rey pero se que son bastante pesados uno creería que todo lo hacen por él, cuando la realidad es tan distinta. Sé que sufres al no saber nada de tu familia, se que no descansas al tener que cuidar a todas aquellas personas, pero ahora mismo necesitas despejar la mente y concentrarte en ti.

—No puedo hacer eso.—sus labios tembló, él solo quería descansar, pero tenía que mantenerse despierto y seremos para lo que vendría. A veces tan solo quería acurrucarse al lado de su madre y pensar que todo estaría bien— Varias ciudades depende de mi.

—Todos sabemos eso, aún así no te agobies. Como dijo tu padre Daemon tenemos todas las de ganar.—finalizó aún sin quitar las manos de las de Luke. Le encantaba sentir la piel suave del chico, ser un Targaryen tenía sus ventajas y Luke heredó la piel suave y perfecta de su madre.

—Tienes razón, ya terminamos con esto.—dijo dejando los papeles que tenía que firmar y soltándose así de las manos de Clement—¿Qué tal si vamos a entrenar?

—¿Aun le queda energía, su majestad?

—Aun tengo mucho para dar, señorito Celtigar.

—No me llames así, Cachete de mono.—se burlo, levantándose para luego ir caminando despacio hacia la salida.

—¿Te atreves a insultar a tu rey?

—Me atrevo a insultar a mi amigo, su majestad.

—Ya verás.—sentenció Luke y fue tras él.

Los guardias guardaron la compostura al ver jugar al rey con su súbdito, ellos trataban con todo su ser no reírse de las ocurrencias de ambos para hablar, eran como si se estuvieran dando estocadas con las espadas. Después de todo, ambos eran tan solos unos niños con responsabilidades de adultos.

Y así, ambos fueron a entrenar. Después de todo el rato que estuvieron entrenando, Luke aunque estuviera el cuerpo ocupado, en su mente no se quitaría la preocupación de Aemond, aún sufría por tener noticias de él pero tenía que calmarse. Un viento paso cerca de su delicado rostro, Luke frunció las cejas mirando a Clement.

—Deja de pensar y concéntrate.—dijo tomando su espada con más fuerza.

Lucerys le dio una sonrisa desdeñosa. Sabia que a su amigo le costaba mucho manejar la espada, a él no le gustaba tanto y hacia lo posible para evitarla, pero también lo hacia por él cuando se sentía triste. Aunque no le gustara a Celtigar, él siempre aceptaba al duelo que Luke le ofrecía.

—¿Te molesta? ¿En serio quieres que me concentre? Sabes bien que perderás.

—Sera una batalla justa.—ambos se sonrieron y volvieron a chocar las espadas.

Después de entrenar, Clement se retiró a darse un baño, mientras Lucerys se dirigió a los aposentos de su madre para ver como estaba. Al llegar comprobó que todo estaba limpio y ordenado, le dijo a Daemon que descanse un poco, pero este se rehusó, así que solo salió a tomar un baño y volvió lo más rápido posible. El príncipe rebelde no quería separase de su mujer ni por un segundo, a duras penas la dejo sola con su segundo hijo. Antes de que llegue, Luke limpio a su madre con un paño hablándole de lo bonita que está Visenya y que esperaba que pronto abras sus ojos para empezar con los preparativos de la boda entre ella, Daemon y Alicent, después de aquello y la llegada de Daemon que no tardo casi nada, el rey se retiró.

Luego, fue a ver a su pequeña hermana y descubrió que su huevo había eclosionado, de ahí nació un dragón bellísimo y raro. El dragón de su hermana tenía escamas color violetas, que brillaban con el reflejo de cualquier luz, con destellos de obsidiana y plata. Era muy hermoso a su parecer, ambos estaban acurrucados juntos durmiendo plácidamente, como si afuera no hubiera una guerra. Pero, ellos no eran los únicos que descansaban, la Reina Madre también estaba durmiendo al lado de la cuna de su hermana, al parecer estaba tan agotada que ni lo sintió entrar. Los dejó a los tres tal y como estaban.

Por último, reviso todos los lugares del castillo, salió a pasear un poco por el pueblo haciendo visitas y dando comida, se supone que ellos tienen que ir a su búsqueda en el castillo, en cierto modo a Luke le vale un bledo. A él le gusta ver lo que hace su gente. Ese día, hizo una variedad de cosas, pero aun así sentía que no hacía nada y eso lo estaba mortificación.

Llegada la noche, Lucerys no pudo aguantarlo más. En contra de todos él salió para encontrarse con Arrax, tenía que irse, la espera lo estaba matando. Camino decidido a traer a Aemond de buena o mala manera, era capaz de traerlo por las greñas si es que este no accedía. El joven Celtigar iba tras de él al saber su decisión.

—¿Esta seguro, su alteza?—preguntó preocupado por su rey, no era bueno que él salga tan tarde en la noche.

—Sí, ya le encargue a la reina madre para que controle todo hasta que vuelta.—dijo, pero él sabía que era mentira.

—Es mejor espera, mañana cuando salga el sol te puedo acompañar a ir a buscar a tu tío, majestad. —insistió tratando de retener a Luke de su decisión descabellada.

—No puedo, tengo que ir.—decidió, se dio la vuelta y agarró Arrax ya estaba listo para partir y encontrarse con lo que sea que hubiera pasado, aun eso no quiera decir que estuviera listo para los que sus ojos verían.

—¡Arriba, su majestad!—gritó uno de sus guardias.

El rey rápidamente elevo la vista y lo que vio hizo que su corazón se paralizará de gusto. Ahí arriba estaba Zafiro y su jinete Aemond. Por debajo venía el barco que mandó la reina para velar el bienestar de su hijo.

El gran dragón negro aterrizó armoniosamente, abriendo sus alas y rugiendo a todo pulmón como si estuviera diciendo: "Estamos en casa, majestad" y por supuesto Arrax no se quedó atrás, le correspondió el rugido. El príncipe no espero nada, directamente fue hasta donde aterrizo Zafiro. Se debatía entre abrazarlo y decirle cuanto lo queria o golpearlo y decirle cuando lo odiaba en ese momento.

Po el contrario, el príncipe Aemond descendió de los lomos de dragón Zafiro de un salto para luego caer de rodillas ante Lucerys, sin más saco su espada y la tiro a los pies de este.

—Lo siento, he fallado con mi misión.—dijo mientras agachaba la cabeza en sumisión y reproche.

Al rey se le estrujo el corazón. Que importaba los demás, a él lo único que le importaba era su tío, y por los Dioses Valyrios no quería que este se humille de esa forma delante de todos sus Guardias Reales.

—Retírense todos.—ordenó el rey, sin dejar de mirar a su tío, este se sentía acojonado por la mirada de su sobrino, pero no podía evitarla, él se lo merecía.

Los guardias estaban inseguros de irse, pero su rey dio una orden, así que ellos se movieron, alejándose de la charla  que iba a ver pero no de la vista. Ellos tenían que cuidar de su nuevo rey a como diera lugar, no por nada él era el elegido. Se asentaron cerca del palacio, dándole espacio a ambos hombres, sin quitarles los ojos de encima.

—Primero, vamos a nuestro aposentos.—habló el rey después de un eterno silencio, Aemond sólo asintió mas no se movió.

Entonces, Luke le ofreció su mano, el peliplateado le consterno la acción del hombre, él debería estar furioso por no a ver podido matar al traidor de Borros. En cambio, Lucerys le ofrece una mano y le sonríe como si él hubiera ganado. Por supuesto que él acepto la mano de su prometido. Este lo jalo y lo llevó hasta sus habitaciones.

El gran dragón negro, vio partir a su jinete con su rey. Así que, él lo tomó como un descanso miró a su lado y se encontró con el bello dragón del prometido de su jinete que se encontraba desplegando sus alas para ascender al cielo, en su mundo de juegos Zafiro rápido le dio un cabezazo al dragón mayor. Este parpadeo y luego entrecerró sus ojos, Zafiro volvió atacar golpeándolo con su cola, Arrax le gruñó mostrándole los dientes, Zafiro volvió a molestarlo soplándole y Arrax no pudo soportarlo le dio un cabezazo en el pecho al dragón negro, encadenando así una pequeña pelea entre ambos.

Luke se dio la vuelta enojado por el ruido que estaba ocasionando, toda su familia se encontraba descansado y estos dos estaban creando un apocalipsis con sus rugidos.

—¡Basta!—gritó en Alto Valyrio.

Al momento los dos dragones se quedaron quietos como si de estatuas se tratasen. Lucerys dio media vuelta y se fue con Aemond a su lado, Arrax volvió a golpear a Zafiro, acto seguido partió rápidamente de su lado. Claramente, el dragón negro no se quedo atrás y fue tras su presa feliz, con la lengua afuera como si fuese un sabueso.

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El pelicastaño entró a su habitación aun agarrando la mano de Aemond. Su doncella ya se encontraba ahí, y antes de que él hablará ella se le adelanto.

—Ya esta listo el baño, su majestad.

—Muchas gracias, puedes ir a descansar, Elinda.

Él los dirigió al baño, le ayudo con su ropa que estaba hecha un caos total, había sangre, cenizas, y mucha tierra. Después, Aemond se introdujo en la bañera, Luke tomó el trapo entre sus manos y empezó a lavar a su tío. Este se encogió ante su toque.

—No deberías hacer esto, no cuando te he fallado.—murmuró tratando se alejarse, Lucerys no lo permitió.

—¿De qué hablas?—preguntó suavemente, volviendo a su acción anterior.

El realidad, él príncipe no queria hablar de su derrota. Ahora bien, era su rey él que estaba preguntándole y esta vez él no podía esquivar la pregunta, mucho menos seguir posponiéndolo. Mejor ser rápido y preciso.

—Lo queme todo.—empezó —Una vez que vi todo consumiéndose, baje para ver si había personas vivas.—dijo con la rabia tiñendo su voz— Mate a los que sobrevivieron—recordó la batalla y lo enloquecido que estaba, para su suerte no había niños en el asentamiento principal. Agradecía de que Borros fue tan egoísta y horrible con los niños para prohibirles entrar al castillo—, pero cuando iba a por Borros, el desgraciado huyo en un barco, así que fui rápidamente tras Zafiro—el príncipe apretó las manos debajo del agua, lo ponía furioso recordar la manera ridícula en la que huyo él cobarde del analfabeta—, estaba a punto de incinerar todo lo que quedaba con él. Lo tenía en la mira  estaba justo ahí, y.... —balbuceo recordando el escalofrió que sintió—después ya no estaba.

Frunciendo el ceño él se encontró con varias alarmas en su cabeza, él esperaba que no fuera lo que estaba pensando, pero tenía que preguntar. Aún cuando temía la repuesta. Así que, lo hizo mientras volvía a lavar la espalda de su tío para disimular su temor.

—¿A- A qué te refieres?.—interrogó con el corazón latiendo rápidamente.

—Ellos estaban ahí, en medio del mar rodeados por la oscuridad. Lo único que los iluminaba eran las llamas que seguían levantándose en la casa de Borros, pero hubo algo—todo su cuerpo se estremeció al recodar la sensación que sintió al estar en medio de la oscuridad—, todo se sentía raro. Todo estaba más oscuro de lo normal, no le di importancia y como decía estaba a punto de quemarlo, pero... el barco desapareció—dijo con voz amarga mezclada con miedo, aun él no podía concebir lo que vio con su propios ojos—, fui hasta el lugar exacto donde ellos se encontraban pero no había nada. Zafiro incendio todo ese sector, sin embargo solo se encontraban las aguas frías del mar.

Los brazos de Lucerys cayeron antes las palabras dicha recordando el encuentro que tuvo con el príncipe de la primavera en sus sueños. Él tenía la esperanza de que estuviera equivocado, ahora se daba cuenta que era él el equivocado.

—Magia oscura.—susurró para si mismo.

El príncipe al no sentir las caricias de su sobrino, se encogió aún más en la bañera. Él sabía que fallo y se sintió tan mal por aquello, pero sentir que había defraudado a Luke era un golpe tremendo para si mismo, él se prometió que nunca le fallaría y aquí estaba él, fallando en su primera misión. Agacho la cabeza y su cabello le sirvió como cortina.

El rey salió de su recuerdos al escuchar el agua moverse y ver como su prometido se achicaba. El corazón de Luke tembló, al pensar que tan mal estaría Aemond buscando el barco que se lo trago la oscuridad, solo podía pensar en la impotencia que sintió en aquel momento. No podía permitir que él temible Aemond Targaryen se menos desprecie por él por una orden que él no dio, ya sabía que su tío haría de todo para protegerlo o vengarlo y esto era una misión impuesta por el mismo para demostrarle a Luke que él valía la pena. Solo que ahora, Aemond parecía un niño pequeño, parecía él mismo niño que necesito de su madre cuando; Jace, Aegon y él le jugaron esa broma cruel de su inexistente dragón, dándole un puerco, ese día jamás se lo quitaría Luke de su mente, ese fue el principio de muchos desplante al príncipe por parte de ellos.

En consecuencia, él abrazo a Aemond por detrás con su manos acarició el pecho del príncipe, al toque Aemond se paralizo hasta se olvido de como respirar al sentir las manos regordetas de su sobrino. Lucerys no quería que él vuelva a sentir ese vacío, ni la humillación de aquella vez. Él quería que Aemond se ame, y ame todo a su alrededor y que, aprenda que no siempre se gana.

—Hiciste todo lo que pudiste, esto no fue tu culpa.—"Claro que no, sino mía", pensó el castaño.

Aemond Targaryen no respondió se quedo callado procesando y deleitándose con el momento y la sensaciones que recorrían a todo su cuerpo. Amaba dormir con Lucerys, tan pegado a él que no se sabia donde empezaba él uno y donde terminaba el otro. En cierto modo, esto era distinto. Era más intimo, para él era como si sus almas se estuvieran acercando más con cada acción. Aemond estaba amando cada detalle que Luke le regalaba. La intimidad que seguro desprendían ahora era mucho más que antes y el corazón de Aemond se calentó.

—Claro que lo fue—carraspeo para encontrar su voz, ese enano no sabia lo que le provocada—, si yo no me hubiera demorado, tal vez hubiera podido matar al desgraciado.—termino dejando que la angustia y decepción tiñeran la alegría que había sentido momento atrás.

Lucerys no pudo aguantarlo más y se dio la vuelta para mirar frente a frente a Aemond. Y lo que vio lo rompió. El hombre que todos conocía era fuerte, valeroso, con el ego hasta por las nubes, pero Lucerys conocía al verdadero Aemond, el hombre con sentimientos avasalladores, amable, sencillo. Él ahora estaba con la cabeza agachada pero veía el tono pálido de su piel, la manos convertidas en puños fuertemente, todo su cuerpo temblaba. Lucerys Targaryen no pudo soportar ver al hombre así, necesitada hacer algo, necesitaba decir algo, necesitaba que Aemond sepa cuan importante era su persona para él, más que una estúpida misión.

—Te Amo.—dijo sin pensarlo, al darse cuenta de lo que dijo, entró en pánico. Tenía miedo de mandar todo al diablo con esa confesión.

Todo el cuerpo del príncipe se quedo quieto,  ya no había más temblores, ni respiración fuerte. Estaba quieto, tan quieto que daba miedo, Aemond lentamente alzó la vista y lo observo fijamente con los ojos abierto. La sorpresa brilla en su rostro y sus mejillas se sonrojaron pintando hasta sus orejas de carmesí, al ver aquello la mirada de Luke se relajo.

—Te amo—volvió a repetir Lucerys más tranquilo y sin esperar repuesta lo beso.

Al principio fue un dulce beso, suave diciéndole lo mucho que lo amaba con aquel beso casto. Le encantó sentir como sus labios se acariciaban, los labios de Aemond eran tan suaves y eso le gusto a Luke. Después de un tiempo Lucerys se separó con las mejillas sonrojada, ambos se miraron un rato hasta que Aemond saco su brazo del agua y arrastro a Luke dentro de la bañera,  y así volviendo a besarlo esta vez con más intensidad.

El agua salía por montones, mientras ellos se revolcaban tratando de acercarse más, de sentir el calor del otro, tratando de demostrarse su amor tanto como pudieran a pesar de estar cerca sentían que aún quedaba un gran espacio, así que sin pensarlo Luke estiró las piernas y rodeo con ellas la cintura desnuda del cuerpo de Aemond, sentándose en el regazo de su prometido, este no se dejó esperar y metió sus grandes mano en la suave espalda de Luke.

Definitivamente, Luke era un Targaryen ya que tenía todo los rasgos de uno. Su piel era tan suave y delicada, su olor era a frutas, su piel no tenía ningún rastro de vello corporal. En cambio, él tenía por desgracias genes Hightower y se dio cuenta, que él tenía el rostro más endurecido, su piel era áspera y definitivamente no olía a frutas. Odiaba eso, quería desaparecer todo lo que tuviera que ver con el bando enemigo.

Lastima que no podía.

Ambos siguieron por un buen rato así, besándose y acariciándose por todos lados, hasta que el agua se enfrió, y aún así ellos seguían dándose calor, y parecía imposible separarse. Es una lástima que necesitarán el aire para respirar, sino Aemond estaría pegado a los labios de Luke como una sanguijuela.

De manera que, hubo otra ronda de besos y luego ambos salieron de la bañera porque él agua estaba congelando a ambos hombres. El rey ayudó a vestirse a su prometido con su camisola, luego le seco el cabello y empezó a peinárselo. Le encantaba que Aemond tuviera su cabello largo, como también le gustaba las trenzas que a veces se hace o más bien le hacen, es que en esta vida al parecer a Aemond le gusta que su cabello no le estorbe, desde que eran pequeños, siempre iba con el cabello trenzado o en un cola. Luke en su interior cree que por eso fue más fácil adaptarse a ese Aemond. A Haelena le gusta trenzar el cabello de sus hermanos porque dicen que sus cabellos de ellos es más suave que el suyo propio, y Luke lo corrobora. La suavidad que desprende el cabello de Aemond es gloriosa, Lucerys se la pasaría eternamente cepillándole ese perfecto cabello.

No obstante, hay algo que aqueja a su alma desde hace tiempo, algo que hace tiempo tendría que a ver confesado. La verdad, es que no hallaba el momento adecuado o su cobardía le ganaba y retrocedía, peo ahora tenía que hacerlo, ya que la vida de su familia peligraba.

Dejo el cepillo aun lado, y se colocó de frente a su tío. Este lo miro curioso, era raro los días en que veía a su sobrino mortalmente serio como en ese momento. Sabia que no queria otra ronde besos por la forma en que lo estaba observo, en su interior se decepcionó. Él queria seguir revolcándose en los labios de Lucerys.

—¿Qué te inoportuna, alteza?—preguntó en broma, tratando de dispersar el mal ambiente que se estaba creando, mas Luke no sonrió.

—Hay algo que tengo que confesarte.

—Sabes que puedes decirme lo que quieras, Luke.

—Hace tiempo que quería decirte esto, sin embargo no haya las palabras correctas para expresarme, pero ahora necesito decírtelo porque todos corremos un grave peligro.—Aemond asintió a lo que su sobrino le decía—Yo no soy quien tu crees que soy. Yo...

Pero no pudo terminar de confesar sus pecados, porque las puertas fueron abiertas abrutadamente. Casi, pero casi Lucerys Targaryen se encrispo en ese momento.

—¡Hay noticias urgentes, su majestad!—dijo Clement al entrar sin permiso a los aposentos del rey.

El rey se separó de golpe de Aemond. Eso hizo que el príncipe mirara con desprecio al hombre parado en la puerta, ¿Es que acaso no le enseñaron educación? Se preguntó irritado por la presencia de aquel endemoniado ser. Aemond y Clement jamás se llevaron bien, y la razón es por el rey presente. El príncipe sabía cuales eran las intenciones del Celtigar, desde que eran niños y Luke partió a Marcaderiva, él lo había estado acosando. Recuerda que, cuando Luke visito su casa, el niño de aquel entonces viajo apresuradamente hasta Desembarco del Rey para pedir su mano al rey, este por supuesto se negó. Aún así, eso no quita los celos y el odio que le empezó a nacer por aquel hombre.

—!Lo siento, su majestad. Le dije que no podía entrar, él joven no obedeció!—se excuso ser Erryk.

—Déjalo.—respondió Luke enojado por la interrupción. El guardia real se excuso y salió—¿Qué noticias urgentes necesitan de mi presencia para que hayas entrando sin permiso a mis aposentos, Celtigar?—era su amigo y lo quería, pero no iba a dejar pasar esa insolencia. Él estaba en algo muy importante.

—La princesa Rhaenys a mandado una misiva. La frontera de la Triarquía está siendo atacada.

Aquellas palabras hizo que Luke abandonará su enojo, y empezará a surgir la preocupación. Su abuela era una guerrera preparada para todo, pero si mandó una misiva en auxilio quería decir que la situación era más urgente de lo que pensaba.

—Convoca al príncipe Daemon y a la reina madre.—ordenó y salió para ir a la sala del consejo.

Aemond lo siguió, ya vestido con sus ropa negras y roja, el príncipe aprovecho la distracción de ambos para cambiarse su camisola por la ropa habitual. Antes de salir le dirigió una mirada llena de dagas que perforaban en mil formas a Clement. Este solo pudo apartar la mirada con temor.

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—La situación es más grave de lo que pensaba.—dijo Luke leyendo la misiva delante del consejo.

—Mande más soldados para que ayuden a la princesa Rhaenys, su majestad.—dijo lord Rosby.

—No, si la situación es como la detallan, necesitan dragones. En ese caso iré yo personalmente.

—No puedes ir, Rhaenyra te necesita.—hablo la reina madre entrando en pánico. Ella estaba segura que cuando Nyra abriera los ojos lo primero que queria ver serian a sus hijos— Si despierta, a la primer persona que quisiera ver eres tú.

—Lo sé, pero aunque no quiera irme. Tú estas aquí para velar por ella.—la reina madre asintió, aun asi...

—Yo iré, es más seguro.—interrumpió Aemond. Lucerys volcó sus ojos raros.

—Tú acabas de llegar, tienes que descansar.

—Aun tengo fuerzas, su majestad.

—No está en discusión, no iras.

—Sí me disculpan, yo puedo ir.—se metió Clement al ver la discusión que estaba empezando a surgir.

—Tú no tienes un dragón, Celtigar. Así que, con educación no comentes.—dijo Aemond con una voz afilada.

—Sólo decía.—murmuro.

Pero Lucerys no pensaba lo mismo. Vio con ojos de rey y guerrero y aunque Clement no fuera bueno con la espada su familia lo era. Ellos estaban en Harrenhal, seria una gran ayuda si mandaban unos cuanto soldados a ver al futuro lord de su casa.

—Me parece una buena idea, ve y alístate. Iremos juntos a la frontera de la Triarquía.—ordeno, viendo el mapa, Lucerys no se dio cuenta en como la mirada afilada de Aemond cambiaba por una de decepción.

—No puedes dejar solo Desembarco del Rey.—hablo Daemon por primera vez desde que se reunieron.

—¿Qué clase de rey seria sino hago nada? ¿Si se que varias personas están muriendo por mi causa? No podría soportarlo y se que aquellas esposas e hijos tampoco lo harán. Además lo estoy dejando en buenas manos, Aemond estará aquí junto con ustedes.—todos asintieron de acuerdo con las palabras de Luke, por otro lado, Clement salió de la sala feliz. Fue entonces cuando Lucerys se dio cuenta que era tiempo de hablar de su sueño—Si me permiten mis señores, tengo que hablar de algo privado con mi familia— Luke miró a su guardia y este asintió en compresión.

—Pero, su majestad. Nosotros también necesitamos saber lo que tenga que decir, podría…

—Como decía, es algo que solo le concierne a mi familia, lord.

Lord Rosby queria seguir insistiendo, pero se detuvo al ver la expresión seria del rey. Sin demora se levanto, cogió sus cuaderno y salió por las grandes puertas. Los demás lo siguieron.

—Necesito decirles algo más.—empezó Luke una vez estuvieron solos— Los días que estuve inconsciente, soñé con el príncipe de la primavera.

—Mi padre.—susurro Aemond, con una emoción positiva surgiendo de su pecho. Ahora bien, su emoción se extinguió para darle paso al miedo.

La expresión de  Lucerys no delataba nada positivo.

—Así es, él me dijo algo que me dejó intranquilo.

—¿Qué es?

—Dijo que hay alguien que esta jugando con magia negra para utilizarla en nuestra contra.—dijo omitiendo la parte en la que él regreso a su vida pasada y que ese regreso fue hecho por los intereses de un desconocido que quiere acabar con la dinastía Targaryen—Toda la familia corre peligro. Al principio trate de dejarlo pasar pero con lo que me contó Aemond ya no puedo descartarlo.

—¿Qué sucedió en Bastión de Tormentas?—interrogo Alicent sintiendo un escalofrió recorrerle el cuerpo.

—La situación es más compleja de lo que se oye.

—Hay más cosas entrelazadas con nosotros.—Daemon empezó a conectar lo dicho con lo sucedido—Nuestra sangre tiene magia por lo cual nos conectamos con nuestros dragones. Y si es así, quiere decir que todo estamos vulnerables, con mayor razón no deberías ir a las fronteras, hijo.

—No puedo. Tengo que ir, mi abuela me necesita, mis soldados me necesitan no puedo dejar que mueran en aquel lugar. Ellos necesitan ser enterados aquí en sus tierras.—Daemon le regalo una mirada de orgullo.

El príncipe estaba orgulloso de su hijo. No había duda de que Lucerys si seria un gran rey que pondría a su gente y familia por encima de cualquier cosa, en el quedo la frase que le dijo cuando él tan solo era un niño de diez años, ya estaban en duda si Luke seria rey o no. Así que, Daemon tomo a Caraxes y salió en busca de su niño con cabello rizado y le pregunto; Si fueras rey, ¿Qué harías si usurparan tu trono? ¿Quemarías y matarías a todo?, cuando le pregunto aquello, él en realidad no sabia que repuesta queria escuchar. Pero Lucerys solo respondió "Yo no quiero gobernar en cenizas" y ahora más que nunca sabe que él cumplirá su promesa. Fue por eso que estuvo de acuerdo con la decisión de su hijo.

—No puedo ir contra las órdenes de su majestad. Haz lo que creas correcto, Luke.

—Gracias, padre.

Salió de la sala del consejo , al principio estaba de ida a sus aposentos pero en última instancia doblo y fue a las habitaciones de su madre. Esta seguía igual a como él la había dejado en la tarde, sin novedades. Lucerys se arrodilló ante ella, le tomó la mano y la cerró entre las suyas.

—He de ir a la guerra, madre. Pero volveré triunfante y espero que tú estés despierta para recibirme como se merece. Espero verte con aquella sonrisa que adorna tus bellos labios y que me digas con tu suave voz; mi dulce niño. No tardaré mucho, te lo prometo.—dijo para luego darle un dulce beso en el dorso de su mano.

Se levantó, la observo un momento detallando la piel nívea, el cabello suave y el vaivén suave de su respiración. Después, su cuerpo se movió por voluntad propia, ahora sus labios estaba a centímetro de su rostro, suavemente Lucerys le dio un beso en la frente.

Luego, se dirigió a sus aposentos. Con la mente revueltas de muchas cosas, a parte de eso, su cuerpo estaba más que cansado por todos los sucesos anteriores. La verdad, es que él no quería ir y desprenderse de su madre ya que esta aun no despertaba, no obstante, tenía obligaciones como rey y esta era una de estas. No va a dejar a su gente desamparada en los momentos difíciles, ya lo hizo una vez. No lo volverá hacer.

Estaba alistando su pequeño bolsón de tela con estampado de dragones. Su cuerpo se movía solo mientras su mente estaba sumida en sus pensamientos negativos que lo estaban consumiendo. De pronto, sintió a alguien detrás de él y el calor del cuerpo ajeno le hizo cerrar los ojos.

—Así que, ¿No hay manera de que declines está idea?—el hombre se apoyo en él, colocando su nariz en las hebras castañas, oliendo el dulce olor de Luke.

—No.—respondió, cerró los ojos porque tenía que hablar con Aemond de algo importante que no puede esperar otro día—Aem-

—Quiero darte algo.—Lo interrumpió este.

—¿Qué cosa?

—Cierra los ojos.

—¿No me iras a noquear?—pregunto haciendo caso— ¿Cierto?

—No, como crees.—respondió este, Aemond coloco las manos en sus ojos para taparlos, no queria que su sobrino hiciera trampa.

Ambos empezaron a moverse con Aemond guiando el cuerpo de Lucerys. La diferencia de estatura era visible, para consternación de todos. Algunos apostaban que Aemond seguiría creciendo, otros que Lucerys lo pasaría en unos cuanto años más. La verdad sea dicha, nadie estaba seguro porque a medida que el tiempo pasaba Lucerys seguía creciendo pero Aemond también lo hacia y no solo era su estatura sino también su musculatura. Llegaron hasta el lugar asignado por el príncipe heterocromático con ambos cuerpos aún unidos. Aemond quito sus manos despacio y Luke arrugo la nariz en disgusto por la falta de contacto.

—Ahora ábrelos.—le susurro en su oído, por poco Lucerys deja escapar un gemido al escuchar el tono de voz de Aemond.

Se negó a dejarlo salir. En cambio, se tomo su tiempo para abrir sus ojos, una vez su calor paso los abrió y lo que vio lo dejo encantado.

—Esto... es maravilloso.—dijo asombrado, dándole una vuelta entera a la obra de arte— ¿Cuándo lo mandaste hacer?

—Desde que nos comprometimos, ese sería tu regalo de bodas, pero ahora iras a un territorio donde la guerra está en su punto máximo, así que quería darte esto para que puedas protegerte.

—Muchas gracias—se acercó más y lo toco—¿Es acero Valyrio?

—Así es.

—¿Toda la armadura?

—Por completo.

—Asombroso.

—Bueno, ¿Te ayudo?—Luke asintió con la mirada brillosa.

Aemond se acercó, y empezó a ponerle la armadura, rozando con intensión a Lucerys. Este ya se había puesto la ropa adecuada para que la armadura esté encima de él, pero aun así sentía el calor de Aemond haciendo que su piel se erizara aún cuando tenía una capa de tela encima. Cuando su tío terminó de colocaré cada pieza Lucerys se acercó al espejo, creia que seria pesado tener todo ese acero en su cuerpo, perla verdad es que no lo era. Viéndose a través del vidrio se quedó sin respiración, sin duda alguna su armadura era la mejor que haya visto.

Empezando de que tenía como color principal el negro con patrones de escama, destellos de rojo en el logo, en algunas partes de las piernas y brazos. En las hombreras, llevaba alas que caían para atrás hasta su cadera, la capa de rojo con su emblema del dragónde tres cabezas de gules arronjando llamas en campo de sable, y en ellos estaba el dorado con negro mezclándose entre ellos. El oro y plata estaban fundidos en su yelmo que tenía patrones de alas y dragones. En toda la armadura llevaba la historia de la antigua Valyria. Estiró los brazos y se dio cuenta que ponía moverse con ligereza, al ser una armadura con bastante acero en todas partes pensó que iba hacer muy pesada más por las alas que llevaba atrás, no obstante, se dio cuenta que era lo contrario. Sentía que no pasaba o era la emoción lo que hacía que su cuerpo no sienta nada. Balanceo un poco más sus brazos y si, le gusto que pudiera moverse cómodamente. Aunque, en su interior prefería estar sin armadura, para él era mejor estar más libre, aún cuando la armadura lo protegería.

—Bueno, ¿Puedo acompañarlo hasta su gran dragón, mi alteza?—ofreció Aemond inclinándose, y extendiendo su mano.

—Sería un honor ser escoltado por usted, mi rey.—le siguió en juego, aceptando su ayuda.

Ambos salieron por las enormes puertas tomados de la manos, con una sonrisa enorme en sus labios, en el camino ambos iban jugando, se empujaban, se abrazaban y se daba algún que otro beso fugas cuando no había nadie alrededor. Afuera, se soltaron pero eso no impidió que caminarán a la par del otro, su felicidad se vio interrumpida por Daemon y Alicent con su séquito de guardias.

—Iré solo con Arrax.

—Es necesario que vayan tus soldados.—replicó Daemon.

—No llegarán a tiempo.

—Hay un dragón experimentado peleando en las frontera, con el míos serán dos. Saldremos victorioso.—el príncipe no estaba muy de acuerdo, así que, Luke se acercó a él, levantó la mano y lo acercó al hombro de Daemon— Te lo aseguro, padre. Además tienen que cuidar la capital.—se acercó más a él—Cuida de mi madre, pero tampoco te olvides de Harrenhal.

—Cuidare de mi esposa y no me olvido de mi misión, su majestad. Lamento que la princesa Rhaenys se encuentre sola en la frontera, sabia que era mi responsabilidad cuidar y ver las tropas en Harrenhal, pero mi esposa estaba en parto y no podía dejarla sola.—Luke comprendía para Daemon su familia era lo más importante— Mi hija Rhaena es capaz de cuidar las Tierra de los Ríos, ella me esta avisando de cualquier cosa inusual que haya visto. Confío en que ella lo hará mucho mejor que yo, después de todo el alumno supera al maestro.—en su voz se nota el orgullo que sentía—No me iré hasta que vea con mis propios ojos a mi esposa despierta y que rebose de felicidad por nuestra hija.

—Así será, padre, y no te preocupes. También confío en Rhaena, a fin de cuentas tu entrenaste a tus propias hijas al igual que a nosotros.

—Me siento honrado por hablerlo hecho.—Daemon inclinó la cabeza para darle su despedida, este correspondió.

A continuación, Luke fue hasta la mujer de pelo castaño que estaba con la mirada cansada. La reina madre no había descansado mucho, ella sentía que las energías se iban de su cuerpo. Lucerys se dio cuenta y le dio pesar decirle lo que tenía en mente, pero sabía que si no lo hacía no iba a estar bien consigo mismo. "Después te lo compensare con una gran boda y delicioso banquete.", pensó Luke.

—Te los dejo, reina madre.—habló el rey y Daemon volcó los ojos en fastidio. Él no necesitaba que esa menuda mujer lo cuide.

—Los cuidadre como un dragón a su tesoro, eso fue lo que me enseñó tu madre.—habló con firmeza.

A la reina Alicent no le importaba estar desvelada, ni que su cuerpo se sintiera pesado. Ella aún tenía fuerzas para cuidar de su familia, aún podía dar más que cualquier otra persona.

—Gracias, Ali—los ojos de Luke desteñlaron de admiración. Ella era la estaba poniendo en orden en el castillo mientras él no estaba y sabía que ella lo seguiría haciendo sin que él se lo pida. Asi que, se acercó y le regalo un beso en su mejilla.

Por último, se acercó a su ser amado que lo esperaba con una mirada centellante y con los brazos cruzados en su espalda, haciendo que sus músculos sobresalgan más del traje negro y rojo de la casa Targaryen. Mentalmente Luke silbo y se prometió que volvería lo más rápido posible para aprovecharse de ese cuerpo.

—Volveré lo más pronto posible.—dijo acercándose al príncipe con heterocromía, este le dio una sonrisa ladeada.

—Estaré aquí esperándote. Aun tenemos dos bodas que celebrar.—ambos se miraron intensamente para que luego Lucerys se acercará a Aemond y estuvieran más cerca donde no existía el espacio personal—Me olvide darte algo.

—¿Otro regalo?

—En realidad, no. Es algo que tú me regalaste.—de su traje saco la daga de acero Valyrio que brillaba como ninguna otra, en el puñal tenía piedras de zafiro y obsidiana, la colocó en la palma de sus manos—Es para que tengas algo mío mientras estas allá, lejos de mi y cuando salgas victorioso me la devolveras.

Si alguien observará al rey Lucerys en ese momento se daría cuenta que estaba perdidamente enamorado de Aemond Targaryen. Su mirada profesaba todo el cariño y amor que sentían ambos. Porque el príncipe Aemond Targaryn iba a la par de Lucerys Targaryen si se habla de amor mutuo.

—Asi será, y respecto a las bodas. No me la perderé por ninguna guerra.

Y así, Lucerys se despidió de todos para luego partir a la Frontera de la Triarquía.

Aemond levantó su mano y se despidió de Luke. Cuando vio a este ser comido por la oscuridad de la noche, su sonrisa se esfumo. Ahora solo le quedaba rezar a los dioses Valyrios para que nada malo le pasara a él y a toda su familia que se encontraban lejos. Él estaba seguro de wue todos regresarían sanos y salvo. Se dio me día vuelta tratando de convencerse de que todo estaría bien.

Pero, durante un momento, un presentimiento
Oscuro y ominoso nubló la mente del príncipe Aemond Targaryen.

Renace El Dragón: Evitando La Danza De Dragones Where stories live. Discover now