CAPITULO 17

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EL DESENGAÑO

La mirada de Eleonor estaba perdida hacia la concurrente ciudad de Londres, a pesar de ser una de las ciudades más grandes del mundo no era tan atractiva, más bien lucía sucia y lúgubre. Después de sentirse tan confortable en Venecia ahora su ser estaba lleno de amargura, ¿Acaso nunca se iban a deshacer de Damien?, la impotencia hizo que las lágrimas recorrieran su blanca mejilla meditando su propia frustración. Se quedó casi toda la noche ahí, de pie como un centinela. El desengaño sabía a hiel, Damien siempre controló la situación y eso la enfurecía, y lo peor es que puso en peligro a Aristo y su familia, y también casi pierde a Arden.

Cuando la noche se asomaba a plenitud y la bruma y la neblina rodearon la ciudad bajó al camarote, sabía que Arden no dormía, sabía que la esperaba, metiéndose en la cama y buscando abrigo en su pecho sólo dijo: -Abrázame.

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-De ninguna manera aceptaré eso. - Exclamó Eleonor muy alterada. Ya había amanecido y discutía con Arden.

-No depende de ti ahora Eleonor, ya hemos visto que Damien interviene en tu mente, es mejor que te mantengas a distancia junto con Benjamín.

-No Arden, no estoy de acuerdo, no me vas a dejar fuera de esto, es mi problema no el tuyo.

-Desde que me convertiste es mi problema también, estamos unidos y no voy a permitir que lo afrontes sola.

Eleonor mira a Aristo suplicante, buscando apoyo, pero muy al contrario Aristo se manifestó a favor de Arden.

-Lo siento Eleonor, pero Arden tiene razón, es muy peligroso que vengas.

-Pero sólo serán ustedes dos y ya vimos que Damien no está solo.

-Te equivocas. -Contesta Aristo tranquilo, esta vez va a ser diferente. Tengo amigos aquí sabes, no sólo humanos sino también vampiros, en este preciso momento averiguan el paradero de Damien y créeme cuando te digo que lo encontrarán y luego aprendiendo de nuestra última experiencia iremos preparados.

-No, no, y no, tendrán que amarrarme al mástil.

-No nos des ideas. Le responde Aristo sonriendo.

-Si hay que hacerlo.... -Añade Arden.

Eleonor estaba muy enfadada, decidió salir y pasear por las calles londinenses para calmarse. Era casi medio día y caminaba bajo los techos de las casas, el sol le molestaba, no podía estar mucho expuesta debido a su sensible piel.

Llegó al otro extremo de la ciudad, entró en una capilla en ruinas, en el altar crecía una alta enredadera, por el techo se filtraban los rayos del sol pero al llegar abajo casi se desvanecían. Las paredes eran frías y húmedas y la maleza crecía en los rincones. Esa parte de la ciudad había sido devastada por la peste negra y abandonada posteriormente por lo que su deterioro fue progresivo. Por alguna razón sentía paz, los ventanales que aún quedaban, brillaban como piedras preciosas, siguió con la inspección hasta que su pie tropezó, al agacharse se dio cuenta que era un crucifijo de cobre, el Cristo no tenía brazos ni parte de las piernas. Lo miró entristeciéndose ¿Qué era? ¿Una abominación acaso? Ella no pidió ser convertida, más allá de la realidad que posibilidades de que alguien de su especie existiera, si no fuera por Damien ella nunca hubiera creído en vampiros, se debatía en sus pensamientos cuando unos pasos la alertaron.

-Arden. - Expreso aún sin voltear. -Me imaginé que no me dejarías salir sin vigilancia.

-Lo lamento, estaba preocupado, te seguí a cierta distancia.

-Aprendes rápido, no sentí tu presencia.

-Tengo la mejor maestra.

-¿Crees que él nos acepte?

-¿A quién te refieres?

-A Dios, iba cada domingo a misa con mi familia, sabías que en algún momento pensé incluso en convertirme en religiosa.

-No te visualizó como monja.

-Pues lo iba a hacer, me tomó poco tiempo decidirme, creí que tenía la vocación, mis padres estaban orgullosos.

-¿A cuál convento ingresarías? Hay pocos en Inglaterra.

-Ya no importa. -Eleonor baja la mirada y suelta el crucifijo. - Cuando te convertí sentiste que eras alguna clase de monstruo ¿Cierto?

-Al principio sí, pero luego eso cambió, y aunque en definitiva ya no soy humano sigo siendo yo. Nos alimentamos de sangre y qué, muchas especies de animales e insectos lo hacen.

-Regresemos. Le pide ella, mientras lo toma del brazo.

-¿Y que hay con lo de no ir con nosotros en busca de Damien?

-Después de meditarlo, comprendo las razones por las cuáles lo hacen y no interferiré, tienes mi palabra.

-Gracias. Agradece Arden, más tranquilo de que ella se mantenga al margen.

MAS ALLA DE LA REALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora