CAPITULO 19

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LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Damien miraba con malicia a Caterina, ella se encontraba atada de pies y manos, colocada sobre un catre viejo. La casa en la cual se escondían estaba deshabitada.
En las cuatro esquinas de la habitación se ubicaba una médium, vampiros que tenían ciertos dones que impedían que Francesca ubicara a Caterina.

Damien se aproximó y tocó sus castaños cabellos. Es tan hermosa pensó y con la mano le acarició el cuello deslizándose hasta llegar a la altura de sus senos. Caterina se estremeció no quería que la tocara veía el deseo en los oscuros
ojos de su ascechor. Por su lado él meditaba la opción de que ella tomara el lugar de Eleonor como su compañera.

Recordó su vida pasada, como siendo un triste humano pasó tantas penurias y el rechazo de la sociedad. Pero no, él quería a Eleonor, su creación, era suya y eleminaría a Arden para quedarse con lo que por derecho le pertenecía.

Lo que Eleonor no supo es que él nunca tuvo la intención de matarla en aquella cabaña, quería castigarla, sólo se alejó para sentirla sufrir, él regresaría antes de que la casa se quemara totalmente pero el estúpido de Benjamín lo arruinó todo y para cuando llegó ya se habían marchado del lugar. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando uno de sus aliados entró.

-¿Qué sucede? -Le pregunta Damien molesto.

-Nos han ubicado, quiere que nos traslademos.

-¿Cómo sucedió?

-Arthur Collingwood.

-Sabandija, debí matarlo cuando pude. Refuerza la vigilancia, de Arthur me encargó yo, no me gusta dejar cabos sueltos. Los recibiremos con los brazos abiertos.

Un vampiro cuya edad aproximada sería entre 14 a 15 años ingresó a la habitación con una niña de la mano, la pequeña tendría 6 primaveras a lo sumo y lucía realmente asustada.

-Tu cena cariño. -Le indica Damien a Caterina quién desde su rapto no se había alimentado. Caterina mira a la niña y su garganta quema, estaba hambrienta. Damien la desata y sale de la habitación con el niño vampiro.

Las médium permanecían con los ojos cerrados y los brazos extendidos hacia arriba, pero se encontraban atentas a cada movimiento de Caterina. El cuarto no tenía ventanas por lo que las posibilidades de escapar serían nulas.

La niña permanecía de pie en el mismo lugar donde la dejaron, se reflejaba el temor en sus facciones pero no lloraba.

-Hola. La saluda Caterina acercándose a ella, que retrocedió unos pasos.

Caterina trataba de controlarse pero su hambre podía más, tocó su garganta, la sed la consumía.

-No me hagas daño. -Al fin habló la infante con la voz quebrantada.

-¿Por qué crees que te haré daño?

-Ellos se llevaron a mi papi y a mi mami, los escuché gritar y luego... el hombre malo me dijo que se habían ido al cielo.

Por la forma sencilla que vestía la niña se notaba que pertenecía a una familia humilde. Con largos cabellos color miel, y unos profundos ojos azules que la miraron con cautela.

-No temas, no te haré daño. ¿Cómo te llamas?

-Sofía.

-Sofía. - Repite Caterina. -Es un bello nombre.

La puerta se abre de golpe y Damien aparece acompañado con dos vampiros más. La niña al verlo corre hacia Caterina y se esconde detrás de ella.

-¿Qué no has comido? acaso no tienes hambre.

-No me alimentaré de ella, eres un demente si crees que lo haré.

-Bien, veremos hasta donde llega tu resistencia. La niña se quedará contigo, tarde o temprano sederas.

- Fedric. - Se dirige a uno de los hombres que lo acompañaban. - Llévate a las médium ya no tiene caso que estén aquí pero deja a Sheila, necesito que alguien cuide a nuestras huéspedes.

En la habitación sólo quedaron, Caterina, la médium y Sofía.

-Él me asusta. -Comenta Sofía.

-No permitiré que te lástime, lo prometo.

La médium las miraba en silencio de pie junto a la puerta.

-Es una inocente. -Se dirige Caterina a la médium. -Tu nombre es Sheila ¿cierto? Ayúdame a escapar.

La médium no contesta pero mira a Sofía y a Caterina, luego clavar su vista en la pared del frente.

-Piedad. - Imploraba Caterina. - Queda algo de humanidad en ti. Sácala de aquí, es solo una pequeña.

Pero Sheila no prestó más atención a sus palabras.

-Tengo hambre. - Expresó Sofía.

-Yo también. -Respondió Caterina sabiendo que su alimento estaba servido y lo único que tenía que hacer era tomarlo.

MAS ALLA DE LA REALIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora