Capítulo 14 | Promesas

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En multimedia: Let It Die - STARSET

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Caius

La locura suele ser la mejor medicina para una vida vacía y monótona, pero la mujer a mi lado era adicta a ella y yo... adicto a una loca dependiente de adrenalina.

Miles de incógnitas me avasallaban como balas en campo de batalla, no sabía nada, sólo que nos perseguían un batallón de vehículos negros, había dos autos queriendo cerrarnos el paso y al menos cinco motociclistas en la mira, pero nunca voy solo, siempre viene hombres en autos civiles para no ser identificados.

La manada de perseguidores nos pisaba los talones y la autopista era tan ancha que me sorprendía que no se nos cuadraran rápido, aceleré y a mi costado Nix iba volteando a cada nada por los retrovisores del auto, siendo los ojos de mis puntos ciegos, en determinado momento durante la persecución, hubo una ráfaga de balas impactándose en el auto, pese a que este es blindado se escuchaba el sordo sonido de metal contra metal.

—Cabeza abajo —le indiqué a Nix quien me miro sin comprender—, ahora Nix, cabeza abajo.

Lo hizo y yo tomé el arma de debajo del asiento para disparar contra el motociclista a mi costado que disparaba furioso con deseo de romper el vidrio y liquidarnos.

—Hoy no será nuestro fin, pero el de estos bastardos sí.

Arremetí contra este y pronto lo vi caer por el barranco en el que nos encontrábamos, habíamos salido a la autopista con una ladera impresionante, nadie nos vería si sigo la ruta boscosa que me devuelve a la civilización.

No sabía de qué estábamos "huyendo", me tiene al borde del abismo con sus repentinos cambios de dirección y acciones, es como si viviera con la latente seguridad de que alguien la vigila o persigue, lo segundo no lo descarto porque estoy siendo parte de una huida, pero el que la vigilen tampoco sería muy descabellado aún sabiendo la familia de la que proviene que es casi la realeza y digo casi porque no hay coronas o castillos, pero sí dinero, mansiones y acciones empresariales.

Una vez que perdidos a los que nos perseguían, me enrumbé a la civilización por los barrios bajos y recorrí todo tipo de atajos, como laberinto para no ser hallados. Luego de un largo tiempo dentro del laberinto londinense la infraestructura del Palace se asomaba imponente, era un palacio como su nombre lo proclamaba.

Esta es una propiedad digna de los Kane Louvendetti, una de las más poderosas familias de la élite social.

La ávida urgencia de la pelinegra por llegar es agobiante y en cierto punto desesperante, tendré que interrogarla más tarde sobre esta escena que está montando, mientras tanto nos enrumbamos hacia el centro comercial y entrando al estacionamiento subterráneo buscando un lugar libre en lo más profundo del mismo.

—Ahí —soltó Nix como toda mandona. Aparqué el auto y vi que estábamos en un punto medio —y ciego— entre la entrada del Palace y la del estacionamiento en sí.

Resiliencia [+18] ©Where stories live. Discover now