Capítulo 26 | Brindemos por los corazones rotos...

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Caius

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Caius

—¿Dónde carajos estabas? —una voz proveniente del interior de mi habitación me hizo desenfundar el arma, con la mano en el gatillo caminando a oscuras atiné a encender la lámpara del tocador.

Una muy desalineada Bianca me espera sentada en mi cama. —Primero, pude haberte matado loca —le dije con obviedad y su mirada me penetraba, como si me importara ella, solté un suspiro de frustración. —Segundo, eso a ti no te concierne.

—Claro que lo hace, por Dios Caius vamos a casarnos y... —sonaba desesperada.

—Y nada, lo que haga o deje de hacer no te incumbe, deja de actuar como una novia celosa porque no lo eres.

—¡Somos prometidos! —entonces se levantó de la cama y se acercó a mi puesto. —¿Por qué no entiendes que vas a ser MI esposo? —su voz se ahogaba presa de la desesperación.

—Solo en un papel, porque para mí no significas nada, no creas que te guardaré lealtad o fidelidad porque no lo haré.

—Tienes que, no querrás que te castren ¿o sí? —manipulación, ese juego puedo jugarlo yo también e increíblemente bien.

Vaya audacia la de esta mujer. —No me van a hacer nada, además yo no estaría contigo JAMÁS —remarqué esa última palabra— ve a saber con cuántos has estado —su mano se alzó y antes de impactar mi mejilla la detuve y la miré más que molesto, —no permito que me toquen y mucho menos que me armen una escenita de celos que nada que ver, pero te diré algo, hay uno a quien, si castré y fue al ex marido de mi hermana, regalito que te envié hace algunos años ¿lo olvidaste?

Su rostro se compungió en una mueca de dolor, sus ojos comenzaron a lagrimear y un sollozo salió de sus labios temblorosos. —Fuiste tú, tú mataste a Marcus.

—No, no, no, no te confundas si el murió fue por tu culpa, tú —la señalé— tú anduviste de zorra, tú te enredaste con él y mientras recibías cariños y regalos a mi hermana la mataba a golpes —se me helaba la sangre de recordar y la furia junto con el odio yacían en mi cuerpo trinando escandalosos— tú lo mataste, por tu culpa él está muerto y mi hermana pagó por tu error con su sangre y la sangre del inocente que yacía en su vientre la noche que los encontró revolcándose.

Estaba furioso, mi cuerpo trinaba preso de la ira, el calor me abrazaba y por mis venas corría mi sangre cual lava ardiente.

—Ella... —su voz era un torpe murmullo— no, no eso no, Caius eso no puede ser —sonaba incrédula, como si acabara de revelar el secreto mejor guardado de la casa blanca, era estúpido creer o intentar creer cosas que no eran y ella estaba comenzando a hacer perder la paciencia con sus balbuceos pendejos.

—Si puede, y lo es.

—Alizah... ella, no... eso no puede ser, ella realmente es tu, tu...

—Mi hermana —confirmé, mi voz volviéndose más ronca y furiosa— y estaba embarazada cuando Marcus la tundió a golpes dejándola hecha sangre, ella aún herida logró escapar, pero tú imbécil amante no, él está muerto por tu culpa así que ¡hazte responsable! y carga con el peso de su sangre en tus manos, Bianca Van Casteller, eres una asesina —dije con burla— NUNCA lo olvides.

Resiliencia [+18] ©Where stories live. Discover now