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Capítulo 16 | Sospecha y Emociones

Buenas, buenas mis amores reimero que nada creo que les debo una sincera disculpa por haberme desaparecida tan repentinamente sin dejar rastro, pero tuve que anteponer mi salud emocional antes de seguir, tuve unos mese complicados y no pude escribir por bloqueo, quería continuar con esta historia porque es un pedacito de mí, pero no quería que perdiese su esencia y ahora vengo con más ganas e ideas que espero les guste, les quiero mucho y gracias por el apoyo tan grande,sin ustedes no hubiesemos podido llegar a los 11.5k. Sin más por el momento les dejo el capítulo, esperando sea de su agrado. Besos Maar.

Caius

Me declaro vencido por aquella tormenta fugaz a la cual sucumbí encantado hace años, aquella tormenta que aclamaba el nombre de la diosa de la noche y del demonio más poderoso, ella por quien ahora doy hasta mi alma. Mi frialdad ahora se vuelve una llamarada extenuante, nunca creí que aquella mujer pudiera convertirme en todo y nada. Me ha hechizado de todas las maneras hasta apoderarse de mí.

Cada minuto, hora o día que comparto con ella es el más caótico y hermoso desastre que pueda vivir, ella siempre se alejaba de mi de una manera mordaz, nunca me había permitido entrar de lleno a su vida, sin embargo, ahora que comparto más que leves roces con ella, entiendo el magnetismo tan grande.

Cree estar rota, pero todos tenemos grietas y las de ella son las más hermosas que podría haber visto, ella es hermosa e inigualable, me he propuesto hacerla caer, y lo haré, voy a hacerla desearme y hasta quizá logre en...

Mi estrategia estaba trazada desde antes que ella pensase en llegar a mi empresa, yo la quería y la traje, porque ella pertenece a mi lado, ese siempre ha sido su lugar desde aquella noche.

No me arrepiento ni un solo momento el haberle dejado entrar a mi vida porque lo vale todo. Me adelanto con estos pensamientos y sentires, pero ¿Quién en su sano juicio no querría compartir con ella un simple cruce de miradas?

«Con una simple mirada puede apoderarse de ti»

Desde hace un buen rato que se había ido, según ella a descansar, me advirtió sobre no andar de cuarto en cuarto —específicamente al de ella—, algo ridículo considerando que la mayor parte del día o la pasaríamos en su casa, pero como es de esperarse de aquella mandona no perdió tiempo para andar soltando órdenes que si bien me daban igual no podría ignorar.

Ajetreado por aquel viaje estaba sentado a los pies de la cama tratando de pensar quién demonios nos había perseguido aquella vez, sin embargo nadie llegaba a mi mente y lo más extraño era que mi hombre tienen bordeadas todas las entradas de la ciudad por lo cual era improbable que mis enemigos atacasen, pero claro, nada es imposible, ahora Nix había hecho hincapié de que a quién buscaban era a ella y no a mí, la razón es desconocida y creo que si seguimos así jamás conoceré de todo a la pelinegra.