Capítulo 37: Lluvia tras la sequía

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Algunos días habían pasado desde la batalla final contra el rey de los demonios, yo Tomioka Tsutako, estaba en la finca mariposa escuchando la explicación de Shinobu sobre mi medicina.

- Así que es posible que tengas fiebre y sientas dolor, por lo experimentado por Nezuko, estos son los efectos secundarios de la medicina.

- Entiendo.

Shinobu dejó de ver el reporte que tenia en las manos y recargó la papeleta en sus piernas para mirarme a los ojos.

- Tsutako san, ¿Por qué aun no ha tomado la medicina?

- Es que...

- ¿Uhm?

Shinobu sigue esperando por mi respuesta mientras yo desviaba mi mirada de ella.

- Tengo un poco de miedo.

- ¿Por qué? Los efectos secundarios no son tan...

- Te faltó mencionar uno – La interrumpí.

- Oh...

En eso Shinobu agachó su cabeza y la habitación se hizo de un silencio sepulcral.

- Nezuko... – Shinobu dijo – Nezuko sigue sin recordarte.

- Así es.

Al responder eso hizo que me entristeciera.

- Pero... quizás sea temporal – Shinobu trataba de levantarme el ánimo – Ella tiene muchas lagunas mentales en estos momentos, pero hay cosas que ella recuerda como demonio.

- Si, quizás... quizás sea temporal.

- Entonces...

- Solo dame un poco más de tiempo.

- Pero...

- Por favor.

Shinobu suspiró resignada y solo asintió para decirme que lo hará. Yo me levanté de mi lugar y le agradecí en forma de una reverencia antes de dar media vuelta y salir de su oficina.

Caminaba sin rumbo fijo hasta llegar a una habitación donde había varios heridos por la batalla, entre ellos estaban los hermanos Kamado, Tanjiro estaba dormido y Neuko velaba por su descanso, por lo que no quise molestarlos y me fui sin hacer ruido.

Seguía caminando sumida en mis pensamientos hasta que una mano en mi hombro derecho me detuvo y me espantó.

- ¡Ah! ¿Quién...?

Al mirar hacia atrás, no pude evitar esbozar una sonrisa al darme cuenta de que era Kyojuro.

- ¿Te encuentras bien?

- Si, ¿Por qué preguntas?

- Es que te estaba llamando y no te detenías.

- Ah, perdón por eso, es que estaba pensando en algunas cosas.

- ¡Umu!

Kyojuro se cruzó de brazos y no dejaba de mostrar esa sonrisa que tanto atesoro.

- Entonces, ¿Te puedo acompañar?

- Por supuesto.

Me hice a un lado para que Kyojuro se pusiera a mi izquierda y los dos comenzamos a caminar a paso lento.

Kyojuro me estaba contando todo lo que había hecho en el día, y también sobre la repentina llamada de los pilares, algo que me sorprendió escuchar.

- Entonces, este será el adiós de varios amigos y compañeros.

Lluvia tras la sequíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora