Capítulo 17.

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Las lágrimas caían por sus mejillas, pero esta vez no era de tristeza, sino de felicidad. Estaba feliz, había encontrado a su padre.

Se separó de él, Edric le sonrió.

—No puedo creer que seas tú —dijo él.

—Y yo... Estoy-

Edric se separó de Sara repentinamente, confundido.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó de pronto, luciendo alterado —No, no esto está mal —limpió sus ojos.

—P... ¿Papá? —habló Sara, pestañeando con confusión.

—Renata ¿Qué hace ella aquí? No debería, ella se supone que-—pasó sus manos por su cabello, sin saber qué decir.

—Hey, tranquilo —intervino la mujer —Yo también estoy igual que tú —le dijo.

Edric miró a su compañera, exasperado, luego dirigió su vista hacia su hija.

—No me mal entiendas yo... Estoy feliz de poder verte, hija pero-pero ¿Qué haces aquí?

Sara bajó la vista e hizo de sus labios una fina línea. Imaginó que no le gustaría la idea de que, prácticamente estaba ahí por querer ir a ver a un chico y terminó siendo atrapada por los agentes.

—Bueno, en realidad yo...

—No, olvídalo —le interrumpió Edric, bajando la vista y frotando sus ojos —La razón ya no importa, estás aquí y eso es lo único que importa —suspiró cansado —Entonces yo-

—Sabes que no me gusta interrumpirte — le dijo Renata a Edric —Pero me duele el hombro, y me gustaría poder utilizarlo en el futuro.

El hombre dirigió su vista hacia la herida de la científica y se golpeó mentalmente por haber olvidado que su compañera tenía una herida.

—Claro, claro, tienes razón.

Dejó a Sara y se fue al botiquín a sacar todo lo necesario para curarla. La mujer se quedó en una silla mientras Edric atendía su herida de bala.

—¿Había otra razón para que me citaras aquí, Renata? —procedió a sacar la bala, se escuchó el tintinar del metal contra el vidrio cuando estuvo fuera.

La castaña miró... a la castaña ojiverde.

—Necesitamos que hagas algo para nosotras —dijo y juntó sus manos de una palmada.

—Claro, lo que sea por ustedes —respondió, comenzó a coser la herida, pequeñas y pocas puntadas —¿Qué es? 

—La misma fórmula que creaste hace dieciocho años —Renata miró a Edric cuando respondió.

Renata le había hablado sobre eso hace unas horas, después de que despertó de los recuerdos, le planteó la posibilidad de que una fórmula de esas, podría eliminar la habilidad de controlar los elementos. Y quizás estaba siendo egoísta al pedir algo así, pero era lo que quería.

Quería recuperar su vida normal, quería disfrutar de días tranquilos junto a William.

El científico se quedó quieto, sus músculos se tensaron.

—Te dije que no volvería a hacer eso de nuevo —respondió cuando pareció relajarse y comenzó a vendar la herida.

—Es para tu hija, una de las dos.

—¿De qué hablas, Renata? —se volteó a verlo, molesto por haber tocado el tema —Estuviste ahí y sólo una niña vivió.

—Ella está despierta —le interrumpió Sara —Ella... Ella estuvo conmigo hace un par de semanas y-y habló acerca de unas piedras, no... No sabía quién era ella hasta hoy.

La Chica de los Cuatro Elementos Pt.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora