18 | La Oscuridad de la Mañana

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Nico

Mis ojos arden al abrirse. Debe ser justo antes del amanecer lo cual significa que solamente han sido unas cuantas horas desde que nos quedamos dormidos. Acabamos teniendo una de esas noches largas donde te mantienes despierto en la cama, hablando sobre todo y nada en particular. He tenido muy buenas noches con Olivia, pero esta ha sido la mejor de todas. Nuestros viernes siguen mejorando y mejorando.

La veo durmiendo profundamente junto a mí, y los cierro otra vez. Estoy acostumbrado a dormir como ella, pero parece que ya no lo puedo hacer. Antes me podía dormir fácilmente hasta después del mediodía en un fin de semana pero ahora constantemente me estoy despertando antes de las siete de la mañana. Ella caminó dentro de mi vida, y de repente soy un madrugador cuando hace un par de meses no estaba ni familiarizado con el concepto.

Trato de quedarme dormido otra vez, pero es imposible hacerlo con ella en mis brazos. No puedo parar de pensar en ella hasta cuando la sostengo. Todo sobre ella es intoxicante. Su olor, la manera que respira tan suavemente, su mano pequeña descansando sobre mi pecho. Cada parte de ella está tan arraigada en mí que me mantiene despierto.

Mis sentimientos hacia ella se sienten tan intensos y puros, y sólo parecen multiplicarse cada día. Hace que todo lo que he sentido antes parezca tan superficial. Más y más me doy cuenta que lo que sentía antes era simplemente la versión de amor adolescente.

Abro mis ojos de nuevo, y es tan bella. Se ve tan elegante hasta cuando duerme, y de la manera que está estirada realmente me recuerda a un gato. Mi gatinha. Tímida pero juguetona, independiente y lista, y muy misteriosa.

La parte egoísta de mí la quiere despertar, pero sé que necesita dormir, especialmente porque la mantuve despierta tan tarde anoche. Es increíble lo profundo que duerme. Algunas veces parece como si se está recuperando de años de ello.

Toma un esfuerzo milagroso, pero de alguna manera me contengo de tocarla y me pongo a planear nuestro día. No lo sabe todavía, pero la voy a llevar a la casa de playa que tenemos en Marbella después de visitar a su papá. Dijo que quería ir a la playa así que la voy a llevar. Aunque haga frío afuera, creo que igual lo podrá disfrutar, y creo que sería bueno para ella salir aunque sea por dos días.

Olivia no me preguntó dónde íbamos y la amo hasta más por eso. Es como si ni siquiera le importara mientras estemos juntos. Ella está contenta yendo a cualquier lado, aunque sea un restaurante elegante o un hoyo en la pared. Me hace querer sorprenderla cada vez más.

También es la oportunidad perfecta ya que no va a estar de niñera esta noche, y sé que su mamá no va a tener problema con ello ya que de alguna manera me la he ganado. Tenemos un acuerdo sobreentendido que con tal de que la regrese a casa el domingo en la noche, estamos bien.

Estoy disfrutando del silencio de la mañana cuando mi teléfono se ilumina sobre mi mesa de noche. Lo recojo, pensando que son mis papás o una de mis cuñadas mandando una foto de mis sobrinos en nuestro chat de familia. Aunque ya constituyen el noventa por ciento de las fotos en mi teléfono, realmente espero que sea ese último.

Entrecierro mis ojos para ajustarme a la luz y al principio pienso que me lo estoy imaginando. Pero después de ver el nombre de Ruiz claramente escrito en la pantalla, me doy cuenta que no estoy alucinando y me paro en seco.

Solamente hay una razón por la cual me estaría llamando a esta hora.

Está buscando a Olivia.

Y solamente hay una razón por la cual la estaría buscando.

Su papá.

Mi pecho se comprime al contestar el teléfono.

"Durant, hola ... ¿me la pasas?" Su voz es forzada, confirmando de qué se trata la llamada.

Mi pecho se comprime más y ya se siente difícil tragar. Pero de alguna manera consigo hablar. "Sí, déjame despertarla."

Dejo el teléfono y suspiro fuertemente. ¿Cómo diablos se supone que debo hacer esto?

Corro mi mano bajo su brazo y beso su hombro. "Olivia. Despiértate, bebé," susurro.

Ella se mueve y una sonrisa se esparce en su cara. Dios, se ve tan feliz. Lo cual hace lo que estoy por decirle un millón de veces más difícil. Trato de acordarme de esta mirada porque está por cambiar en menos de dos segundos, y no sé si me va tocar verla de nuevo.

"Tu hermano está en el teléfono. Quiere hablar contigo," trato de decir calmadamente. No sale así.

Como lo pensé, su expresión cambia a una de terror al abrir los ojos. "¿Qué? ¿Qué hora es?" dice, levantándose alarmada.

"Como las seis y media," digo suavemente, pasándole el teléfono.

Ella me mira con horror y sacude la cabeza. "No," susurra, no queriendo contestar. No la culpo. Yo tampoco quisiera contestar.

"Bebé, estoy aquí contigo." Me aferro de su mano, esperando darle algún tipo de consuelo.

Ella se cubre la boca y solloza. Lo hace solamente una vez, pero es suficiente para desgarrarme el corazón. La traigo a mis brazos al instante, sosteniéndola lo más fuerte posible.

No sé qué hacer. No sé qué decirle. No sé cómo ayudarla. No hay nada en este mundo entero que podría mejorar esta situación. No hay nada, absolutamente nada que podría ayudarte a prepararte para esto.

Ella respira temblorosamente al recoger el teléfono lentamente y traerlo a su oído. Me siento en silencio, sosteniéndola mientras veo su vida cambiar para siempre.


Amando A OliviaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt