XIII: Trazo de certezas (Pt. I)

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El brote de locura durante el solsticio de sgrior en Iltheia había dejado cerca de 500 víctimas, de las cuales una pequeña cantidad había sobrevivido, y algunos serían internados en asilos debido a las secuelas

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El brote de locura durante el solsticio de sgrior en Iltheia había dejado cerca de 500 víctimas, de las cuales una pequeña cantidad había sobrevivido, y algunos serían internados en asilos debido a las secuelas. Entre los heridos, Mallory notó que una gran mayoría había sido víctima de alucinaciones y convulsiones.

Era todo el conocimiento que la bruja tenía acerca de aquel evento, y ahora, con las pruebas que tenía gracias a los investigadores de la academia, estaba a un paso más de conocer la verdadera causa. Sin embargo, podía terminar de asegurar la hipótesis que se construía en su mente con un par de preguntas. Llegó a uno de los patios de entrenamiento con el envase de postre que le habían dado en el desayuno, y observó a todos los reclutas que practicaban sus defensas, notando que escondido junto a una de las columnas, estaba Blai, mirando con curiosidad.

—¡Buenos días!

—¡Ah! —El chico saltó asustado al encontrar de repente a la bruja a su lado. Ni siquiera la había escuchado y estaba seguro de que la sala de investigaciones estaba del otro lado del castillo. No obstante, antes de preguntarle qué hacía, notó el envase en sus manos y la sonrisa traviesa de la chica—. ¿Es para mí?

—Me preguntaba si no tenías problema robándote los postres ahora que están cuidando más la cocina...

El niño chasqueó la lengua con indiferencia.

—Me las voy a arreglar...

—No lo dudo —rio Mallory—, pero mientras, ¿no quisieras el mío? Estoy aprovechando la temporada de sgrior para hacer un poco de dieta...

Automáticamente la bruja tuvo que alzar la mano con la que sostenía el envase, pues Blai había dado un salto con la intención de quitárselo. Se dio cuenta de que al bajar y subir el brazo continuamente, el niño saltaba sin dejar de mirar el postre, como si de un perrito se tratara.

—¿Vas a dármelo o qué?

—A cambio de un favor —aseguró la chica, poniendo una expresión más seria—. Sé que con lo que pasó en la oficina anteayer, y todo lo que sucedió en Iltheia, sería injusto de mi parte hacerte recordarlo, pero los días anteriores al solsticio, ¿qué comieron tú y Aester?

El chico se llevó el índice entre sus labios, y se mantuvo pensativo por largos instantes.

—En realidad, no hubo mucho. El día en que conocí a Aester, solo comimos uno de esos fideos instantáneos. Queríamos comer pan, pero el viejo del dueño no me dejaba ni siquiera acercarme. El día después, la señora Amaya me dio un poco de arroz con mariscos y conejo que había preparado, pero el día del solsticio, hasta que ustedes llegaron, no comimos nada. Apenas salí en la mañana y vi un poco de lo que había sucedido, y en todos los pisos del edificio parecía que era igual, así que me escondí con Aester, sin hacer nada...

Mallory analizó lo que había dicho.

—¿Eso fue todo? —inquirió, y el niño asintió.

—Antes de que ustedes llegaran no comía demasiado, así que es fácil enumerarlo. ¿Me das mi postre ya?

Voluntad de hierro (El juramento de los guardianes I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora