V: Reliquias y otras sorpresas

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Érase una vez dos hermanos,

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Érase una vez dos hermanos,

que habían crecido escuchando cuentos

sobre héroes, sobre monstruos,

sobre el mundo en el que vivían.

Sus ojos se llenaban de infinita ilusión cada vez que los escuchaban,

así fueran los mismos, una y otra vez.

Prendados de aquellas historias,

las convirtieron en sus sueños:

el hermano quería salir a descubrir si eran ciertas,

y la hermana quiso convertirse en la heroína de su propio cuento,

y dar caza a los monstruos que aún quedaban en el mundo.

Ah, los sueños...

¿Debería tener yo también uno?

Las personas que se encontraban en la estación de trenes de Amaravas aquella mañana, observaban con curiosidad y entre murmullos apenas disimulados al Príncipe, que llevaba a dos guardias como escoltas, y estaba esperando en el andén del ferrocarril a aquel que llegaría desde Valeres. Cuando sus miradas cruzaban con las del joven, él no dudaba en responder con una amable sonrisa, agitando su mano, para recuperar la compostura un momento después.

Entonces, el ferrocarril de Valeres se estacionó en el andén, y las personas que miraban a través de la ventana quedaron absortas ante la presencia del chico. ¿A quién estaría esperando?

Las puertas se abrieron, y Benedikt incluso saludó al revisor de boletos que había bajado, esperando atender a los pasajeros.

Tres minutos enteros habían pasado, y nadie se atrevía a bajar aún del ferrocarril. No hasta saber a qué se debía la presencia del mismísimo príncipe de Giannir.

Una de las pasajeras, con prisa, y bastante extrañada, se levantó, alzando la cabeza para intentar saber a qué se debía la conmoción de quienes estaban cerca de las ventanas, sin éxito alguno. Frustrada, decidió bajar de todas formas, reconociendo al chico que esperaba atentamente en el andén y que parecía ser el objeto de las miradas de todas las personas en la estación.

Sosteniendo su bolso y ajustando su sombrero de ala ancha blanco contra su cabello rojizo, perfectamente trenzado, la joven bajó con la ayuda del príncipe, que se apresuró en sostener su mano.

—Bienvenida a Amaravas, señorita Mallory Amarose —dijo, llevándola en dirección a la salida—. Su regreso ha llamado mucho la atención de la gente por aquí, ¿no cree?

Mallory rodó los ojos, ignorando la broma del príncipe, y saludó a los escoltas que lo acompañaban.

—¿Qué hay de... ella? ¿Ha sabido conmocionar a toda Giannir también? —preguntó mientras caminaba, observando la expresión del chico en todo momento: siempre impasible ante la gente, con la sonrisa, mirada y porte dignos de un príncipe en el concepto más romántico de la palabra.

Voluntad de hierro (El juramento de los guardianes I)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang